
La extrema derecha cosecha votos entre los agricultores descontentos de la España rural

De pie junto a una granja con cientos de ovejas, en el corazón de la España rural, Jesús del Socorro Cuevas es una de las voces de la campaña de la extrema derecha contra la «dictatorial» regulación ambiental de la UE.
«Están los señores iluminados de Europa que siempre te sacan cosas nuevas», critica este agricultor de 63 años, concejal de Agricultura del partido de extrema derecha Vox en Socuéllamos, una localidad manchega a dos horas en coche de Madrid.
Con tanta regulación, «un agricultor no puede dedicarse a la agricultura», lamenta entre el ruido de los tractores.
«Hay que decirles lo que haces todos los días: lo que podas, si recoges el sarmiento de la vid, si labras, si echas abono (…) La libertad ya no existe», argumenta.
Vox, tercera fuerza del fragmentado Parlamento español, abandera la lucha contra lo que denomina el «fanatismo climático».
En su esfuerzo por seducir el voto rural, tiene una posición similar a la de otras formaciones afines a nivel internacional.
Todo ello en un país que vivió este año su verano más cálido desde que hay registros, un nuevo ejemplo de los fenómenos meteorológicos extremos que, según los científicos, intensifica el cambio climático.
Una de las principales dianas de Vox es el Pacto Verde de la UE, una ley emblemática que obliga al bloque a ser neutral en carbono en 2050.
Para Ricardo Chamorro, diputado de la formación en el Congreso español y miembro de la Comisión de Agricultura, estas son políticas «globalistas», que lo que hacen es «estrangular a nuestro sistema agrícola y ganadero».
Argumento con el que concuerda Rodrigo Alonso, portavoz nacional de Vox para Trabajo y Agricultura.
«Se le exige al de aquí lo que no se le exige al de fuera. Eso es la competencia desleal», denuncia.
– Declive demográfico –
El año pasado, una serie manifestaciones masivas de agricultores sacudieron Europa motivadas principalmente contra las reglas ambientales europeas.
Partidos de extrema derecha como Vox aprovecharon ese descontento y sacaron rédito en las siguientes elecciones al Parlamento Europeo.
El ganadero Julio Torremocha solía apoyar a la principal formación conservadora de España, el Partido Popular (PP), pero cambió a Vox hace una década.
Enfrentado a cada vez más cargas burocráticas y financieras, decidió abandonar la agricultura orgánica, ya que -según cuenta-, la actividad se estaba yendo «a otro lado» presionada por la competencia de granjas más grandes.
«La ganadería (…) va a desaparecer en plan familiar», opina este hombre de 61 años desde su propiedad con alrededor de 400 ovejas y 16 hectáreas de viñedo en esta localidad de Castilla-La Mancha.
Esta extensa región en el corazón de España padece desde hace décadas un marcado declive demográfico, como muchos de los municipios de la llamada «España vaciada», muy dependiente de la agricultura.
– Descontento –
«Vox ha tenido desde siempre un discurso que ha tratado de sobrerrepresentar las necesidades del mundo rural», afirma Javier Lorente Fontaneda, experto en política y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Históricamente, las áreas rurales conservadoras han sido un terreno fértil para su crecimiento, pero también se ha beneficiado a corto plazo de un «voto de protesta».
«En el mundo rural hay mucho descontento, por la despoblación, por la falta de oportunidades», explica.
Aunque la UE apoya a los agricultores a través de la Política Agrícola Común (PAC), estos «se sienten muy agobiados y muy fiscalizados» por parte del bloque, agrega.
«Y Vox es el único partido en España realmente crítico con la Unión Europea», subraya.
El sindicato agrícola de tendencia izquierdista UPA advirtió, sin embargo, que el Pacto Verde había sido objeto «de fuertes campañas de desinformación que han intoxicado a los profesionales del sector primario».
Miguel Bravo Ruiz, también agricultor de Castilla-La Mancha, no vota a Vox pero entiende por qué algunos de sus compañeros lo hacen.
«Vox hasta ahora es el único partido que nos está ayudando. O al menos de palabra», reflexiona por teléfono este hombre de 60 años.
Por el momento, la formación de extrema derecha solo ha llegado a gobiernos locales y regionales, frecuentemente en coalición con el PP, como en el ayuntamiento de Socuéllamos.
Pero a nivel nacional algunas encuestas lo sitúan cerca del 20% de intención de voto, convirtiéndolo en un posible árbitro si las elecciones generales previstas para 2027 desembocan en otro Parlamento sin mayoría clara.
«Hay un escepticismo y yo creo que eso nos está trayendo muchos votos», reconoce el diputado Chamorro.
«Las clases populares y la gente en los pueblos cada vez ven con más simpatía a Vox», advierte.
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