Los riads en Marrakech, de casas familiares a hoteles por la presión del turismo
Fatima Zohra Bouaziz
Marrakech (Marruecos), 23 dic (EFE).- Es impensable hacer turismo en Marrakech sin pernoctar o comer en un riad. Estas casas tradicionales, con una arquitectura característica, van dejando de ser hogares familiares y, en dos décadas, se han transformado en hoteles, convirtiéndose en uno de los productos turísticos más representativos de la ciudad ocre marroquí.
Estas casas antiguas, con un patio interior con jardín o fuente y ventanas que miran hacia dentro, se encuentran en el casco histórico de Marrakech, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. La medina se extiende sobre 600 hectáreas, con callejuelas laberínticas y rodeada por una muralla de cerca de 19 kilómetros.
Negocio rentable
Barrios históricos como Bab Doukkala, Mouassine o Laqsour u otros en la medina están ya dominados por riads turísticos, y apenas quedan viviendas habitadas por familias marroquíes.
«En nuestro barrio solo quedan tres familias viviendo aquí, el resto de los riads son hoteles. A veces incluso unen varias casas en un solo riad», explica a EFE Sara, vecina de la calle Jamaa, dentro de la medina de Marrakech.
La joven subraya que la mayoría de los propietarios de los riads en su barrio son extranjeros que los adquirieron como inversión rentable, lo que elevó el precio del mercado inmobiliario en la zona. Añade que un riad de una amiga se ofreció en venta por 20.000.000 de dirhams (1,8 millones de euros).
En el pasado, los riads de Marrakech eran viviendas de aristócratas y burgueses (comerciantes y artesanos) debido a su cercanía al lugar de trabajo en el centro de la ciudad y a la popular plaza Jemaa el Fna.
A partir de finales de los años noventa, muchos de estos hogares empezaron a transformarse en establecimientos hoteleros, impulsados por el auge del turismo y el interés patrimonial que despertaba la ciudad.
Muchos extranjeros han ido comprando y restaurando estos inmuebles para convertirlos en espacios de alojamiento turístico, explica a EFE Abdelali, guía turístico de 40 años y vecino de la medina de Marrakech.
«Cuando era pequeño, los barrios de la antigua medina era habitados por familias, ahora hay barrios históricos donde ya no queda nadie viviendo», recuerda.
Inmersión cultural
Según Salah Wahili, presidente de la Asociación de Guías Turísticos de Marrakech, los turistas se interesan por los riads porque buscan una inmersión en la vida cotidiana y las costumbres de las familias marroquíes.
Wahili dice a EFE que la mayoría de los turistas que visitan la ciudad por primera vez optan por alojarse en un riad. Añade que estos establecimientos, para adaptarse a la evolución del sector, han incorporado nuevas actividades como la experiencia del hammam (baño público tradicional) o clases de cocina marroquí, además de abrir sus puertas a celebraciones como bodas, cumpleaños y eventos culturales.
Para mantener este producto turístico, Wahili considera clave preservar la autenticidad de la medina. «Hay que conservar los zocos, los puestos y comercios del barrio, el hammam y otros espacios que, junto a los riads, conforman el espíritu de Marrakech», subraya.
Los riads se han consolidado como un elemento indisociable de la oferta turística de Marrakech, principal destino del país magrebí y una de las sedes de la Copa Africana de Naciones (CAN) de 2025 y del Mundial de 2030. Según los últimos datos oficiales, la ciudad registró 11 millones de pernoctaciones en los primeros diez meses del año, el 31 % del total nacional.
Marruecos, por su parte, batió un nuevo récord turístico al recibir 18 millones de visitantes en los primeros once meses de 2025, una cifra que supera la del conjunto del año anterior. EFE
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