
Reactivar el talento nacional: el reto de Suiza
Suiza está desaprovechando una parte crucial de su fuerza laboral: las personas que ya viven en el país. Mientras se enfoca en atraer profesionales del extranjero, descuida a miles de personas con potencial dentro de sus fronteras, y con ello arriesga su futuro económico. Es hora de replantearse un cambio de mentalidad, escribe Sina Iranpour Anarki.
Suiza es conocida por su capacidad para atraer talentos internacionales. Sin embargo, el país alpino alberga un recurso interno poco reconocido: un talento dormido que permanece sin activar en su propia sociedad.
Entre esas personas se encuentran madres que desean reincorporarse al trabajo tras el parto, personas mayores con experiencia entre 55 y 64 años, así como migrantes bien cualificados de países no pertenecientes a la UE.
Solo hace falta voluntad política
No hace falta reformar el sistema desde sus cimientos ni convocar referendos para activar a estos grupos. Basta con voluntad política y estrategias bien orientadas. Los países nórdicos ya han demostrado lo lejos que se puede llegar con ese enfoque.
Aunque Suiza presume de una de las tasas de desempleo más bajas de Europa —alrededor del 2,3 %—, esa cifra esconde fragilidades estructurales. Por ejemplo, la participación laboral entre personas de 55 a 64 años se queda en el 77 %, mientras que en Islandia supera el 82 %.
Solo el 29 % de este grupo de edad participa en programas de formación continua, frente al 60 % en Suecia.
Igualmente, en Suiza solo el 55 % de las madres regresan al trabajo tras la maternidad; en Noruega, la cifra es del 70 %.
Profesionales – sin necesidad de inmigración
Si Suiza lograra igualar las tasas de participación laboral de los países nórdicos, podría sumar más de 180.000 personas profesionales al mercado —sin necesidad de aumentar la inmigración.
Entre 2016 y 2024, el 60 % de los puestos altamente cualificados fueron cubiertos por personas migrantes, según la Secretaría de Estado de Economía.
Esta dependencia de la inmigración especializada ha dejado en segundo plano el potencial que ya existe dentro del país. A largo plazo, Suiza no puede permitirse seguir ignorándolo.
Actuar antes de que el país envejezca
Por otro lado, la presión demográfica está aumentando. Según estimaciones de la Oficina Federal de Estadística, la población activa crecerá hasta 2035 en menos del 0,4 %, mientras que la proporción de mayores de 65 años pasará del 19 % a más del 26 %. Por eso, es momento de actuar – antes de que el país envejezca.
Existen soluciones muy concretas que la Confederación y los cantones podrían aplicar desde ya, sin necesidad de largas adaptaciones legislativas.
Entre ellas, incentivos financieros para aquellas empresas que contraten a personas mayores o a mujeres que regresan al trabajo – siguiendo el ejemplo de Suecia, que ofrece una rebaja fiscal del 25 % por contratar a mayores de 60 años.
Debería mejorarse también la atención infantil. Se necesitan más subvenciones para guarderías, especialmente para familias con bajos ingresos. Un proyecto piloto en Ginebra mostró que el apoyo financiero en el cuidado infantil puede ayudar a las madres solteras a reincorporarse al mundo laboral.
Suiza también debería invertir de inmediato en formación continua y flexibilidad. Pienso, por ejemplo, en cursos breves de tres a seis meses con títulos reconocidos, como el Innovation Lab en Zúrich, que ha tenido un éxito notable en la reintegración de los participantes al mercado laboral. Incluso pueden fomentarse plataformas para trabajos a tiempo parcial o por proyectos, como el modelo finlandés ‘Silvershift’.
Los profesionales están ahí, deberían trabajar
Finalmente, también vale la pena invertir en la integración de personas migrantes. Sería necesario, por ejemplo, un reconocimiento más rápido de cualificaciones o cursos de idiomas orientados al ámbito profesional. Ambas medidas permitirían aprovechar mejor y de inmediato el potencial que ya existe.
Programas exitosos como Zurück in den Beruf en Basilea demuestran que, con una cooperación coordinada entre la Confederación, los cantones y las empresas, se puede lograr mucho. Empresas como Novartis aumentan la tasa de reincorporación de madres en un 40 % mediante modelos flexibles de permiso parental.
¿Qué se necesita exactamente?
Una buena opción sería crear un comité nacional de coordinación para las «fuerzas laborales silenciosas», por ejemplo, bajo la dirección del SECO (Secretaría de Estado para Asuntos Económicos). Este organismo podría coordinar las estrategias existentes, generar sinergias y medir los avances logrados.

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Texto adaptado del alemán por Carla Wolff.

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