‘Mujer, Vida, Libertad’, dos años de la revolución feminista que desafía al régimen iraní
Laura de Grado
Madrid, 12 sep (EFE).- Cuando se cumplen dos años de la muerte de la joven iraní Mahsa Amini, el 16 de septiembre, a manos de las autoridades iraníes por no llevar bien puesto el velo islámico, el movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’ se ha convertido en un símbolo global de resistencia feminista y lo que comenzó como una protesta local en Irán hoy es, según la activista iraní Nilufar Saberi, «la primera revolución feminista mixta de la historia» y un grito por la libertad que «ha venido para quedarse».
«Esta revolución no nace a raíz del asesinato de Mahsa, nace después de 44 años de barbarie contra el pueblo iraní y, en especial, contra las mujeres», afirma a EFE la activista iraní exiliada en España desde hace más de cuatro décadas, Nilufar Saberi.
La muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años, el 16 de septiembre de 2022, bajo custodia policial tras ser detenida por la Policía de la Moral «fue la gota que colmó el vaso» y la chispa que encendió una revuelta largamente contenida.
«Mahsa no era una activista, era una chica como millones de iraníes que van con un velo por obligación, no por convicción (…) Suplicó no ser llevada al furgón, porque en Irán se llaman ‘furgones de la muerte’, una vez subes, te puede pasar cualquier cosa”, relata Saberi, visiblemente emocionada.
De esa tragedia surgió ‘Mujer, Vida, Libertad’, lo que para la activista es «la primera revolución feminista mixta de la historia de la humanidad» y un símbolo de la resistencia a la opresión que sufren las mujeres en Irán desde la Revolución Islámica de 1979 que «ha venido para quedarse».
Saberi recuerda cómo, antes de la llegada de los islamistas al poder, aunque no eran totalmente libres, sí que habían logrado avances significativos en derechos: no tenían que llevar el velo obligatorio, podían acceder a la educación superior, trabajar en el sector público y privado, y ocupar cargos políticos.
Sin embargo, la situación cambió radicalmente tras la instauración de la República Islámica, una teocracia fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní.
«Nos privaron de todos nuestros derechos como seres humanos íntegros, nos convirtieron en propiedad de nuestro tutor varón», lamenta Saberi, para quien el país se convirtió en «un infierno terrenal».
Las leyes basadas en la sharia impusieron un código de vestimenta obligatorio para las mujeres, prohibiéndoles salir a la calle sin el hiyab, explica. Además, las mujeres tienen la mitad del valor legal de los hombres en temas como herencia y sus testimonios en los tribunales valen la mitad; en el ámbito laboral, también han visto severamente restringido su acceso a ciertas profesiones y posiciones de poder, y se ha limitado al permiso de sus tutores varones, argumenta.
«La desobediencia civil sigue viva. El hecho de que una mujer salga sin velo o con manga corta a las calles de Irán jugándose la vida es una manera de decir ‘basta'», recalca sobre una resistencia que no se rinde a pesar de la brutal represión.
La situación de las mujeres en Afganistán
Además de la situación en Irán, la activista por los derechos de las mujeres resalta la difícil realidad que también enfrentan las mujeres en Afganistán desde que los talibanes retomaron el control en agosto de 2021.
En Afganistán, el apartheid de género es descarnado, lamenta Saberi. Y denuncia que las mujeres están completamente borradas y excluidas de la vida pública, sin acceso a la educación y sin derecho a trabajar.
«Tanto en Irán como en Afganistán, las mujeres están esclavizadas por la ideología política totalitaria islamista», asevera.
Cuando se le pregunta sobre la respuesta de la comunidad internacional, Saberi es clara: «La pasividad internacional es avergonzante».
Y en el caso de Irán considera que no hay gobiernos interesados en ver a un Irán «libre, desarrollado y democrático», ya que muchos de los países que tienen poder en la región prefieren un statu quo que no altere sus intereses económicos y geopolíticos.
«Nosotras, las iraníes, no nos hemos resignado en ningún momento y seguimos en pie de lucha», concluye Saberi, con la esperanza de que el mundo no olvide a sus compatriotas, quienes siguen enfrentando la opresión diariamente. EFE
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