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Cinco cosas a tener en cuenta sobre la votación de las pensiones del domingo

un señor mayor depositando su voto
El aumento de las pensiones del AVS (Seguro de Vejez y Supervivencia) fue aceptado por una clara mayoría de la ciudadanía suiza. KEYSTONE/© KEYSTONE / PETER KLAUNZER

La aceptación de la iniciativa de una decimotercera mensualidad en la pensión del AVS (Seguro de Vejez y Supervivencia), en lugar de doce habituales, es tan espectacular como la movilización que la ha precedido. En cambio, el amplio rechazo del aumento de la edad de jubilación era mucho más previsible. He aquí cinco lecciones que se pueden extraer de las dos iniciativas del AVS sometidas a votación el 3 de marzo.

1. La UDC se solidarizó con la Quinta Suiza 

El debate –que también aconteció en swissinfo.ch- escaló después de que la UDC apuntara a las pensiones pagadas en el extranjero en plena campaña del referéndum. El partido apostaba por el hecho de que el electorado suizo no concedería a las personas pensionadas del extranjero un aumento de su pensión. Sin embargo, la UDC no tuvo en cuenta a la Quinta Suiza.

Representan un tercio de las personas pensionadas del AVS en el extranjero y, a diferencia de los trabajadores extranjeros repatriados, tienen voz y voto en su patria. Hubo un gran malentendido entre la diáspora, que representa una fuerza electoral de 220.000 votos.

Al final, la UDC también puso a prueba la cohesión de Suiza al comprobar si las cuatro regiones del país -la Suiza germanófona, la Suiza francófona, la Suiza italiana y la Suiza romanche- seguían estando a favor de la Quinta Suiza y sus 800.000 miembros.

La respuesta a esta pregunta no está clara, pero formularla es atreverse a romper un tabú. La prueba puede repetirse ahora en cualquier otra cuestión electoral. Menos de diez años después de la entrada en vigor de la Ley de la Quinta Suiza, en 2015, el mayor partido del país pone en tela de juicio la solidaridad de Suiza con sus expatriados y hay que defender de nuevo los privilegios adquiridos. La labor de presión de la Organización de Suizos en el Extranjero (OSE) será cada vez más importante en los próximos años.

En cuanto a los 350 000 pensionistas en el extranjero que no tienen la nacionalidad suiza -todos los antiguos trabajadores extranjeros en Portugal, España e Italia que han regresado a su país-, a diferencia de los suizos residentes en el extranjero, no disponen de ningún grupo de presión ni organización de defensa, y mucho menos del derecho de voto. Sus pensiones son presa fácil.

>> Estos son los resultados de la votación del 3 de marzo:

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2. El contexto de inflación y la sencillez del texto convencieron incluso a los círculos conservadores

La votación sobre la decimotercera mensualidad de la pensión del AVS ha sido muy popular en Suiza. La participación fue del 59%, muy por encima de lo normal. Los debates fueron especialmente intensos y los artículos publicados en los principales medios de comunicación en vísperas de la votación generaron cientos o incluso miles de comentarios. Según una encuesta realizada por la Universidad de Zúrich, nunca antes un tema sometido a votación había generado un número tan elevado de artículos en la prensa suiza.

En 2016, un proyecto similar lanzado por la izquierda -que pedía un aumento del 10% del primer pilar- fue ampliamente derrotado en las urnas. Pero el contexto económico es ahora radicalmente distinto: la inflación y el aumento general del coste de la vida han dado a la izquierda el impulso necesario para sacar adelante la primera iniciativa de la historia sobre el AVS.

Fácil de entender, el texto fue defendido por un portavoz extraordinario, Pierre-Yves Maillard, el poderoso presidente de la Confederación Suiza de Sindicatos (USS), que supo apelar al bolsillo de los jubilados, un electorado que tradicionalmente se moviliza más que otras generaciones.

No obstante, quizá sea otro argumento, muy popular en los círculos conservadores, el que ha permitido la caída de los bastiones más derechistas del país, sobre todo en la Suiza germanófona: si somos capaces de gastar miles de millones en ayuda al desarrollo y acoger refugiados, también deberíamos hacer lo mismo con las personas pensionadas.

Incluso los politólogos más experimentados del país están perdidos: nunca antes una iniciativa de la izquierda y los sindicatos había despertado tanta simpatía entre los votantes de derechas.

3. La batalla sobre el papel del Estado en el sistema de pensiones estaba en el centro de las cuestiones en juego

El domingo también se produjo un choque entre dos visiones del papel del Estado en el sistema de pensiones. Al querer conceder una 13ª pensión (equivalente a una paga extra) AVS a todas las personas jubiladas, la izquierda quería reforzar el más solidario de los tres pilares de la previsión para la vejez. Eso reduciría indirectamente la importancia del segundo pilar.

A diferencia del AVS, el Estado no desempeña prácticamente ningún papel en el segundo pilar. Los fondos de pensiones de empleo, pagados por empresarios y trabajadores, son gestionados por fondos de pensiones privados. Cada año se invierten en los mercados financieros unos 1,2 billones de francos suizos en activos de pensiones. Está claro que esto no es del gusto de los impulsores de la iniciativa de hoy.

En Suiza, sin embargo, la idea de privatizar una gran parte del sistema de pensiones de vejez se ha tenido en gran estima hasta ahora. Los fondos de pensiones y los bancos -activos en el 3er pilar, la previsión privada- también se benefician de ella e intentan sistemáticamente torpedear cualquier ampliación del AVS.

La Alianza “No a una 13ª pensión del AVS” anunció un presupuesto de campaña de 3,56 millones de francos suizos, más del doble (1,54 millones) de lo invertido por los sindicatos y sus aliados. Eso permitió a los detractores de la iniciativa “insistir” con su principal argumento: el de una 13ª pensión “de regadera” que también habría beneficiado a quienes no la necesitaban y cuya financiación no estaba garantizada.

Pero el espantajo del estatismo excesivo no tuvo éxito: es la primera vez en 45 años que se acepta en votación popular de una ampliación del AVS.

gente en la calle
El remitente “equivocado” de la iniciativa, por ser de izquierdas, es menos importante que los intereses monetarios individuales. KEYSTONE/© KEYSTONE / ANTHONY ANEX

4. La doble mayoría entre el pueblo y los cantones se ha sobrevalorado una vez más

Desde el punto de vista de la democracia suiza, que requiere la aprobación tanto del pueblo como de los cantones para aprobar una enmienda constitucional, la votación sobre la 13ª mensualidad de la pensión del AVS lleva a una conclusión que no se puede sacar con suficiente claridad: la doble mayoría está sobrevalorada. El apoyo a la paga extra de la pensión del AVS fue alto desde el principio de la campaña del referéndum, y luego fue disminuyendo, como suele ocurrir con las iniciativas populares. Sin embargo, hasta el final, los comentaristas creían que el proyecto tenía muchas posibilidades de éxito ante el pueblo, pero que probablemente fracasaría por el rechazo de los pequeños cantones germanófonos.

Un vistazo a los 175 años de historia de la Suiza moderna muestra que esto sólo ha ocurrido diez veces. Y sólo en dos casos se ha tratado de una iniciativa popular: la última en 2020, cuando la iniciativa sobre la responsabilidad de las empresas fracasó a pesar de un pequeño sí de la mayoría del electorado. Las otras ocho fueron decretos federales, como el de 2012 sobre política familiar.

Por tanto, lo normal es que coincidan la mayoría de votos y de cantones. Y en el caso de la 13ª mensualidad del AVS, esto se vio agravado por el hecho de que incluso el electorado conservador y de más edad, que suele ser decisivo para el resultado final en los cantones pequeños, tenía algo que ganar individualmente con la paga extra del AVS.

Eso es lo que demuestra el resultado de hoy: el remitente “equivocado” de la iniciativa, por ser de izquierdas, cuenta menos que los intereses monetarios individuales. Es un caso de libro de democracia directa: prometiendo las prestaciones adecuadas, los sindicatos pueden ganar votos incluso en el campo de la UDC.

5. Aumentar la edad de jubilación no es una solución convincente mientras las personas mayores tengan dificultades para encontrar trabajo

A Suiza le gusta considerarse un país trabajador. Y aunque la imagen del helvético meticuloso y trabajador no siempre resiste la comparación internacional, el valor que se concede al trabajo se refleja regularmente en los resultados de las votaciones populares. Por ejemplo, a la hora de endurecer las condiciones del seguro de desempleo (2010) o de rechazar la introducción de seis semanas de vacaciones legales para todos (2012).

El domingo, sin embargo, la ciudadanía suiza dijo “no” por una mayoría muy clara a la iniciativa de los Jóvenes Liberales de elevar la edad de jubilación a 66 años e indexarla a la esperanza de vida. Fijada cuando se introdujo el AVS en 1948, la edad de jubilación de 65 años parece ser un tótem indestructible. Una decisión que puede parecer paradójica, dado que muchos países ya obligan a sus ciudadanos a trabajar más allá de este umbral para hacer frente al aumento de la esperanza de vida y al envejecimiento de la población.

La explicación está en el mercado laboral. Las dificultades que encuentran las personas mayores en su vida laboral y los problemas que tienen para encontrar un empleo cuando se quedan en paro son los dos argumentos más citados para justificar el no de este domingo, según los sondeos de opinión realizados antes de la votación.

El problema es especialmente grave en Suiza, donde el 54% de los afectados por el desempleo de larga duración tienen entre 55 y 64 años, según datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)Enlace externo. Esta proporción es 11 puntos porcentuales superior a la media de la OCDE (43%). Durante la campaña, el periódico Neue Zürcher Zeitung destacó la responsabilidad de los empresarios y, en particular, los persistentes prejuicios de los responsables de recursos humanos hacia este grupo de edad, considerado menos innovador y flexible, a pesar de los estudios que demuestran lo contrario.

“Las empresas pueden hacer mucho para reducir la discriminación por edad, que está muy extendida en el mercado laboral. Eso se aplica no sólo a la contratación, sino también al acceso a la formación”, señala Shruti Singh, economista de la OCDE responsable de los trabajos sobre políticas relacionadas con el envejecimiento y el empleo.

Queda por ver si este llamamiento a la responsabilidad de las empresas bastará para cambiar la situación, o si serán necesarias medidas más coercitivas. En cualquier caso, esta cuestión debe convertirse en una prioridad política. De lo contrario, la próxima votación sobre el aumento de la edad de jubilación también estará abocada a un fracaso seguro.

Texto adaptado del alemán por Carla Wolff

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