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Los derechos humanos antes que la movilidad

Según Moritz Leuenberger, la mobilividad no es "sagrada". Reuters

Una delegación suiza participa en la Conferencia internacional sobre combustibles, que se desarrolla entre el 17 y el 21 de noviembre en la ciudad brasileña de Sao Paulo.

En entrevista con swissinfo, Moritz Leunberger, ministro helvético de Medio Ambiente, Transportes, Energía y Comunicaciones, explica la postura de la Confederación en esta materia.

Organizado por el presidente brasileño Lula da Silva, el evento presenta el tema ‘los combustibles como vector de desarrollo sostenible’.

Es la primera vez que se abordan en el ámbito gubernamental temas controvertidos en relación con los biocarburantes: la seguridad energética, el impacto en la seguridad alimentaria…

Suiza es uno de los primeros países en contar con una legislación, que introduce los criterios de desarrollo sostenible en la promoción de los biocarburantes. Ella está directamente vinculada a la cuestión de las normas sociales y medioambientales de cara a la producción y la utilización de biocarburantes.

swissinfo: ¿Los biocarburantes representan un problema o una oportunidad?

Moritz Leunberger: Las dos cosas. Al principio, los biocarburantes suscitaron muchas esperanzas, aunque actualmente constatamos que son más dañinos de lo que se suponía en la época. Tampoco se puede olvidar el problema de las tierras utilizadas para la producción alimentaria. Por esto se hace necesario corregir ciertos errores y hacer un balance global.

Mientras que la Unión Europea está todavía buscando criterios para evaluarlo, en Suiza hemos ya establecido los criterios para determinar si el balance ecológico global es positivo o no. Según nuestros criterios, los biocarburantes deben ser menos contaminantes de los de origen fósil, no perjudicar a la biodiversidad y respetar las condiciones sociales de los trabajadores.

swissinfo: ¿Es necesario hacer distinciones entre los distintos biocarburantes?

M.L.: En la actualidad se habla mucho de la segunda generación de biocarburantes, especialmente a partir de residuos vegetales. Si realmente éstos no se utilizan para enriquecer a los hombres y los animales, entonces podría ser razonable.

Aunque igualmente así, es necesario asegurar que las plantas utilizadas no se dedican únicamente para la producción de biocarburantes. El rol principal de las plantas es el de alimentar y conviene mantener este principio.

swissinfo: ¿Qué diferencias existen entre el etanol producido a partir de la caña de azúcar en Brasil y el etanol procedente del maíz en los Estados Unidos?

M.L.: En principio, el etanol de caña de azúcar es mejor que el que se produce con maíz. Pero insisto en el hecho que es necesario contar con un balance ecológico global.

También existe el problema de las condiciones sociales de los trabajadores, que son a veces inaceptables. Además conviene destacar el riesgo de aumentar las superficies cultivadas que aumentan la deforestación.

Esta es la razón por la que no se puede responder de manera general, aunque se precisa el balance ecológico y social en cada caso concreto. No fijo ninguna opinión definitiva. Sé que existe, también en Brasil, una producción hecha dentro de buenas condiciones y el objetivo de esta conferencia es justamente hacer las diferenciaciones.

swissinfo: ¿Suiza no puede producir sus propios biocombustibles?

M.L.: Ya producimos bioetanol con madera y biogás mediante una tecnología ‘limpia’. Esta experiencia todavía tiene que desarrollarse.

En la actualidad, las comunas pequeñas y empresas producen biogás de una forma muy bien organizada: la gente clasifica sus residuos vegetales y las comunas los recuperan para crear el gas. Si las grandes ciudades como Zúrich o Berna decidieran producir, sí que tendría un gran impacto. Aunque estas decisiones dependen de las comunas y sobre esto no podemos influir.

swissinfo: La producción de biocombustibles no podría ser un contrapeso a las dificultades que presenta la agricultura en Suiza?

M.L.: Si eso supone la utilización de residuos vegetales, sí. Lo que digo para los otros vale igualmente para nosotros en Suiza. Producir alimentos destinados a la movilidad es condenable desde un punto de vista ético.

swissinfo: ¿Cuándo se van a establecer los criterios en el ámbito internacional y quien los va a controlar?

M.L.: Establecer tales criterios es uno de los objetivos de esta conferencia. No se van a decidir en Sao Paulo, pero este evento marca el punto de partida en esta dirección.

swissinfo: ¿Cuál es el mensaje de Suiza en esta Conferencia internacional sobre combustibles?

M.L.: El del derecho a la vida, el derecho de no pasar hambre y el derecho a la alimentación vienen antes del derecho a la movilidad. No se pueden sacrificar los derechos humanos en aras de la movilidad. Estos principios no van dirigidos a nadie en concreto. Son universales y válidos para todos.

En efecto, los hombres tienen necesidad de moverse. Moverse es el sentido mismo de la vida. No defiendo para nada el inmovilismo pero no podemos sacrificar los derechos fundamentales. Entonce sí a la movilidad pero una sostenible. Los biocarburantes pueden y juegan un papel importante, pero es necesario canalizar su producción de manera igualmente sostenible.

Entrevista swissinfo, Claudinê Gonçalves
(Traducción: Iván Turmo)

Los agro o biocarburantes son producidos principalmente con maíz, soja, acelga y caña de azúcar. Por un litro de bioetanol se necesitan 200 kg de maíz y 4.000 litros de agua.

Hoy, esta energía cubre el 2% del consumo mundial de combustibles. En Suiza, esta cuota es de 0,2%.

A escala mundial, en 2007 se produjeron 52 mil millones de litros de bioetanol, es decir, tres veces más que en el año 2000.

Entre los principales productores se encuentran:

Estados Unidos (27 mil millones), Brasil (19 mil millones), los países de la Unión Europea (2 mil millones) y China (2 mil millones).

La producción de diésel obtenido con derivados alimenticios ha alcanzado los 10 mil millones de litros en 2007, es decir, 18 veces más de lo producido en 2000.

Los mayores productores son: la Unión Europea (6 mil millones), Estados Unidos (2 mil millones), Indonesia (400 millones) y Malasia (300 millones).

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