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Simonetta Sommaruga y los dilemas de la democracia directa

En calidad de presidenta de la Confederación, Simonetta Sommaruga tendrá, entre otras, la misión de representar a Suiza en el mundo. 13 Photo

Conciliar la voluntad ciudadana, el derecho nacional y los compromisos internacionales que ha asumido Suiza. Es la tarea más delicada que le espera a Simonetta Sommaruga, elegida este miércoles presidenta de la Confederación para el año 2015. La socialista tendrá que proponer, además, una solución para aplicar la iniciativa antiinmigración.

En 2010, cuando Simonetta Sommaruga pasó a formar parte del Consejo Federal, el gobierno colegiado de Suiza, le fue asignado el Ministerio de Justicia y PolicíaEnlace externo, una cartera que algunos consideran de ‘segunda categoría’. La decisión enfureció entonces a los socialistas que, por primera vez en muchas décadas, se encontraron sin representantes al frente de los ministerios clave.

Tres presidentes socialistas

En 2015, tres representantes del Partido Socialista presidirán, por primera vez, las dos cámaras del Parlamento y el Gobierno.

Simonetta Sommaruga ocupará la presidencia de turno de la Confederación, el diputado del Valais Stéphane Rossini presidirá el Consejo Nacional (cámara baja) y el senador del Jura, Claude Hêche, el Consejo de los Estados (cámara alta).

La Asamblea Federal ha elegido vicepresidente al ministro de Economía, Johann Schneider-Amman (Partido Liberal Radical, Berna).

Con el espíritu conciliador que la caracteriza, la nueva ministra intentó minimizar el ‘golpe bajo’ asestado a su partido y resaltar la importancia de su Ministerio. “Tengo un gran sentido de la justicia” y este cargo me permitirá ocuparme “de los derechos de los más débiles y de quienes más protección necesitan”, declaró entonces Simonetta Sommaruga, y citó a las minorías, mujeres discriminadas o maltratadas, hijos de padres divorciados, solicitantes de asilo, víctimas del tráfico de seres humanos.

La ministra de Justicia y Policía se ha volcado en cuerpo y alma en estos temas desde su ingreso en el Ejecutivo y ha lanzado un sinfín de propuestas, proyectos de ley, mesas redondas. A finales de noviembre, logró convencer al Gobierno del proyecto de ley que prevé la introducción de una cuota mínima del 30% de mujeres en los consejos de administración de las empresas suizas que cotizan en Bolsa. Otro proyecto propone que quienes viven en concubinato y las uniones homosexuales puedan adoptar los hijos de su pareja.

Expediente más espinoso

En su primer año de presidencia de turno de la Confederación, la ministra socialista tendrá que dedicar gran parte de su tiempo a los “derechos de la mayoría”, o sea de la voluntad expresada en las urnas. Sobre ella recaerá la delicada misión de encontrar soluciones de compromiso para poner en práctica varias iniciativas importantes que aceptaron los ciudadanos en los últimos años, pero que chocan con la legislación nacional o con acuerdos o tratados internacionales que ha concluido Suiza.

En primer lugar, la iniciativa de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) destinada a frenar la inmigración que exige contingentes para limitar la llegada de mano de obra extranjera. Para la Unión Europea (UE), las medidas que los suizos aprobaron, el pasado 9 de febrero, violan claramente el acuerdo de libre circulación de personas y pueden desembocar en la suspensión de los acuerdos bilaterales entre Berna y Bruselas.

Dado lo que está en juego, nada más y nada menos que el futuro de las relaciones con el principal socio comercial de Suiza, Simonetta Sommaruga tendrá en las manos el que previsiblemente será el expediente más espinoso durante el año electoral 2015.

Simonetta Sommaruga

Nacida en 1960 en Zug y criada en el cantón de Argovia, aunque tiene raíces tesinesas, Simonetta Sommaruga obtuvo en 1983 el diploma de pianista en el Conservatorio de Lucerna.

Después de abandonar la música como profesión y los estudios de Literatura Inglesa y Española en Friburgo, en 1993 asumió la dirección de la Fundación para la Protección de los Consumidores, de la que fue presidenta en 2000.

Afiliada al Partido Socialista desde 1986, en 2001 firma un  manifiesto en el que propone una línea política más liberal que le vale duras críticas del ala más izquierdista del partido y del sindical.

En 1999 es elegida diputada, en 2003, senadora, y en 2010, miembro del gobierno colegiado. 

La titular de la cartera de Justicia que, según sus propias palabras, en la política valora sobre todo la confrontación de ideas y la concordancia, intentará en los próximos meses buscar la cuadratura del círculo entre el respeto de la democracia directa, por un lado, y los compromisos asumidos con la UE, por otro. Con ese fin aprovechará la presidencia anual para multiplicar las reuniones con los mandatarios europeos – está prevista, entre otras, la visita a Suiza del presidente francés François Hollande.  

Primacía del derecho suizo

Sobre el escritorio de la futura presidenta de la Confederación reposa aún la no menos espinosa iniciativa ‘Para la expulsión de los extranjeros que delinquen’, lanzada por la UDC y aprobada en las urnas en 2010. El texto estipula que perderán el permiso de estancia en Suiza y serán ser expulsados a su país de origen todos los ciudadanos extranjeros condenados por delitos graves, pero también por algunos menores, como los robos.

Las dos cámaras del Parlamento siguen divididas sobre cómo aplicar esta iniciativa que, según varios expertos, no solo va en contra de los acuerdos concluidos con la UE, sino también contra el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Para presionar al Gobierno y al Parlamento, la UDC ha anunciado una nueva iniciativa que pide la primacía del derecho suizo sobre el internacional.

Simonetta Sommaruga tendrá que ocuparse también de la iniciativa ‘Para que los pederastas no trabajen más con niños’, que los suizos aceptaron el pasado 18 de mayo, en contra de la recomendación del Gobierno. Traducir en ley esta iniciativa representa otro dilema para la ministra de Justicia: las sanciones previstas se aplicarán incluso en caso de delitos menores de pederastia y, por tanto, van en contra del principio de proporcionalidad, uno de los pilares del Estado de derecho.

El sempiterno tema del asilo

La nueva presidenta tampoco podrá descuidar la revisión de la ley de asilo. El primer proyecto que presentó en 2012 se fijaba como objetivo acelerar los procedimientos de evaluación de las demandas y centralizar en la Confederación la gestión de los centros de acogida de los solicitantes. De este proyecto, sin embargo, queda bien poco: la mayoría de centroderecha del Parlamento lo ha transformado en un nuevo paquete de medidas destinadas a endurecer el derecho de asilo.

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En septiembre pasado, Simonetta Sommaruga volvió a la carga con nuevas propuestas para que los procedimientos fueran más rápidos y menos costosos: el examen de la mayor parte de las demandas no debería durar más de 140 días. Incluso en ese caso persistirá el problema de la repatriación de los solicitantes de asilo o su devolución a un país europeo, en el que presentaron la petición de asilo. La semana pasada, Berna y Roma llegaron a un nuevo acuerdo, por el que Italia se compromete a garantizar estructuras de acogida idóneas. Pero el alcance del acuerdo con el país desde el que llega el mayor número de solicitantes es incierto.

Ministra atípica

Aunque su cargo la obliga a ocuparse de sutilezas jurídicas, la titular de Justicia no es jurista, como la mayoría de sus predecesores en el cargo, ni dispone de un título universitario. Tiene un diploma de pianista del Conservatorio de Lucerna y su compromiso político se remonta a la época en la que trabajaba en la casa de acogida de mujeres en Friburgo y ganó popularidad al defender los derechos de los consumidores.

Es una mujer menuda, tímida y reservada, pero también extremadamente competente, pragmática y tenaz, habilidades que le han valido el respeto y elogios incluso de sus adversarios, tanto en el Parlamento como en el Gobierno. Una de sus principales cualidades es saber escuchar. “Es lo que he aprendido de la música”, explica Simonetta Sommaruga. Una cualidad que necesitará para afrontar los difíciles desafíos que le esperan durante la presidencia anual.

Traducción del italiano: Belén Couceiro

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