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“Debía decidirme entre la vida y la muerte”

Björn sabe que le costará, pero quiere dejar en tres años la metadona. swissinfo.ch

Björn es un chico de 29 años. Hace cinco dejó la heroína. Con diez tratamientos de desintoxicación a cuestas, recibe metadona en un programa de sustitución en Berna. Su dosis diaria ha descendido de 200 a 130 miligramos.

Dieciocho mil adictos en Suiza tienen prescripción de metadona, una medida que ha logrado reducir hasta en un tercio la tasa de mortalidad entre los pacientes.

Con sus grandes ojos oscuros, cristalinos, Jörg resume su trayectoria de vida. “Ya tengo mi propio departamento”, comenta con satisfacción quien tras haber ocupado la mitad de su vida en las drogas, empieza a sentir cierta estabilidad.

“En la escuela, a los 14 años empecé con el cannabis y el alcohol”.

Con 16, como aprendiz de panadero, se insertó en la escena ‘techno’. “Consumí mucho el éxtasis, el LSD, el spit, drogas sintéticas, y un año después suspendí los estudios”.

Siguieron dos años de cortos periodos de empleo, de insatisfacción y de depresiones; un buen caldo de cultivo para los opiáceos.

“Con probar una sola vez la heroína, noté de inmediato que era algo distinto. Con las otras drogas se vive como un ‘flash’, pero con la heroína uno ya no se siente solo, se siente protegido. Tras un día de haberla consumido percibí una gran exigencia psíquica para tomarla de nuevo.”

Diez curas de desintoxicación

Con 20 años, Björn inició la dependencia de la heroína; le seguiría la ingestión de cocaína. “Hasta 50 dosis por día. Lo que resulta muy, muy caro: se llega a la criminalidad, a las deudas, se engaña a la familia…”

Dos de sus primos murieron por sobredosis “en tiempos en los que un gramo de heroína costaba 800 francos (700 dólares). Hace unos 20 años se requería de mucho dinero para comprarla, ahora se consiguen cinco gramos por 200 francos”.

“Hasta los 25 años seguí diez tratamientos de desintoxicación en varias clínicas de toda Suiza”.

“En los centros de cura, el proceso de desintoxicación corporal de la heroína tarda entre seis y diez días. Sudas mucho, sufres depresiones fuertísimas, no puedes dormir y tienes dolor las 24 horas del día”, recuerda Björn, y agrega:

“Cuando pasa esa semana, se piensa que ya todo está bien, pero no es cierto. (…) no se puede sacar de la mente esa imagen grata que produce la heroína. Si viene un pequeñísimo problema, no se aparta del pensamiento consumirla; pero cuando el efecto se va, le va a uno lo doble de mal.”

Seis meses con heroína

La situación fue tal que “medio año estuve en el programa de heroína, que tiene por meta reducir la tasa de criminalidad –y que lograron disminuir casi a la mitad”, anota Björn. Cerca de 1.300 personas con toxicomanías graves -y que hayan fracasado al menos dos veces en el proceso de cura-, reciben heroína en Suiza bajo un programa de atención específico.

“Pero me di cuenta que debía salir de ese programa. Debía decidirme entre la vida y la muerte”. ¿Qué le impulsó a tomar la decisión? “Uno debe estar muy mal, tocar fondo, para tener la motivación de salir: dos o tres años no funcionó más mi intestino. Cada dos o tres meses tuve que ir al hospital para una lavativa”.

“Desde hace 5 años estoy libre de drogas, con excepción de la metadona y el cannabis”. Björn fuma unos 5 porros al día, según dice, para disminuir su dosis actual de metadona. En unos tres años espera dejarla.

Problema mayor de salud pública

La adicción a los opiáceos es un problema de salud pública mayor en Suiza. Unas 30.000 personas dependen de drogas duras, principalmente, de la heroína. Esta dependencia comporta un riesgo de infección del VIH y del virus de la hepatitis. Cada año unos 100 heroinómanos mueren de sida y 200 más por otras causas, entre ellas, la sobredosis.

Una forma de limitar los riesgos sanitarios relacionados a la dependencia es la prescripción de un tratamiento de sustitución. Cerca del 80% de los afectados se benefician de estos programas.

Nicolas Dietrich, investigador de la Central Suiza de Coordinación de Adicciones (con mandato de la Oficina Federal de Salud Pública y la Conferencia de Directores Cantonales de Asuntos Sociales) subraya que favorecer ese acceso las ofertas a disposición forma parte de la política de drogas en Suiza.

“En esa diversidad, tanto las ofertas para la reducción de riesgos, la sustitución y la abstinencia ocupan un lugar importante y precisas. Esas formas diversas de intervención no se excluyen entre sí ni existen tratamientos mejores que otros. Cada medida se elige en función de la situación y los recursos del toxicómano”.

Distinguir mejor el modo de consumo

Actualmente, “se habla a escala federal -en la Comisión Federal de Drogas-, de una diferenciación entre el uso recreativo, el uso abusivo y el uso dependiente de las drogas. Se busca distinguir mucho mejor los diferentes tipos de consumo de estupefacientes”.

Esta distinción es, en opinión del especialista, “tal vez, la mayor novedad en los últimos cuatro años. No se establecen más categorías únicamente por el tipo de sustancia ingerida, sino por la forma de consumir las drogas, porque cada vez hay más personas que consumen varias sustancias”.

Y en lo que concierne al ámbito político, “las medidas de reducción de riesgo -incluidos los programas de metadona y, sobre todo, los de heroína-, están en una fase en la que se intenta inscribirlos a escala nacional en el marco de la nueva revisión de la Ley de Estupefacientes, actualmente en fase de aceptación en las cámaras federales”, concluye Nicolas Dietrich.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

Más de un cuarto de la heroína producida ilegalmente fue incautada en 2006 (un aumento del 15% con relación a 1999), según datos de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD).

Los traficantes buscan nuevas rutas, a través de África, por ejemplo. El continente negro es el blanco de los traficantes de heroína que vienen del este (Afganistán).

En 2006, la Dirección General de Aduanas de Suiza decomisó 59 kilos de heroína (más 193 kg de cocaína, 95 kg de estupefacientes a partir de cannabis y unas 50.000 dosis de sustancias psicotrópicas como el éxtasis, las anfetaminas o el LSD.)

El 20% de los suizos (de entre 15 y 64 años) reconoció en una encuesta que recurre a los estupefacientes de forma esporádica o habitual.

Establecido en 1975 por la Ley Federal de Estupefacientes de Suiza, está dirigido a las personas dependientes de los opiáceos. Algunos cantones dictaron disposiciones legales y ordenanzas al respecto.

Cerca del 90% de las terapias sustitutivas son tratamientos con prescripción de metadona, el 10% restante, con prescripción de heroína y de buprenorfina.

El número de personas con prescripción de metadona en Suiza el de alrededor de 18.000, el 70% son hombres. En el cantón de Berna hay un total de 2.585 personas que la reciben, sólo Zúrich lo supera, con 4.331 tratamientos (datos 2000).

En 2006, el número de casos se redujo a 14.655; en Berna a 2.623, en Zúrich, a 3.634.

En Berna 457 personas reciben la metadona de manos del médico o en una clínica, 1.293 en la farmacia, 686 en un centro de conserjería y 27 en otros lugares.

El 72% son hombres. Más del 30%, mayores de 40 años, un 25% tiene entre 35 y 39 años; 20%, entre 30 y 34 años; 12%, entre 25 y 29 años; 8%, entre 20 y 24 y menos de 2% son menores de 19.

La experiencia adquirida en los últimos años en el sector médico y de la investigación ha demostrado que además de un tratamiento farmacológico, la atención psicosocial juega un papel determinante.

(Fuente: Oficina Federal de Salud Pública, OFSP)

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