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Fotógrafo suizo documenta los horrores de las zonas en guerra

Fotógrafo haciéndose una foto en el reflejo de un espejo
Dominic Nahr: "Siempre he querido ver más allá de lo que se ve en la televisión o en las revistas". Dominic Nahr / NZZ

El aclamado fotógrafo suizo Dominic Nahr ha cubierto muchos conflictos en todo el mundo. Acaba de regresar de Ucrania y nos habla de su trabajo, de su motivación y de cómo afronta todo el sufrimiento del que es testigo.

Nahr ha cubierto diferentes crisis en Somalia, Haití, Afganistán y Gaza. Estuvo en Fukushima tras la catástrofe nuclear y en El Cairo durante la Primavera Árabe. Sus imágenes se han publicado en periódicos y revistas como Time, New York Times, National Geographic y Le Monde.

Intervino en el programa de radio ‘Focus’ de la radio pública suiza, SRF.

Focus: ¿Qué se siente al volver a la idílica Suiza después de haber estado en una zona de guerra? Debe ser un gran choque cultural.

Dominic Nahr: Normalmente lo es, pero esta vez fue diferente. Cuando volví de Ucrania y estaba esperando mi equipaje en el aeropuerto de Zúrich, me di cuenta de lo cerca que está la guerra. En realidad forma parte de nuestro mundo moderno. Me sentía como si todavía estuviera en Ucrania. La única diferencia es que aquí no se oye ninguna sirena de ataque aéreo.

Focus: Usted ha trabajado como fotógrafo de guerra durante 15 años. ¿Cómo le afecta personalmente esa proximidad a la guerra?

D.N.: Si te encuentras donde suceden los hechos, trabajas mejor y aprendes cosas que necesitas saber para tu próxima misión. No obstante, acostumbrarse a la guerra sería peligroso. Si el trabajo te resulta fácil y el sufrimiento ya no te molesta, tienes un problema. Siempre se lleva algo de uno mismo. Cada vez que voy a una zona de guerra, algo se rompe dentro de mí mentalmente, y quizá también físicamente. Cuando vuelves, tienes que intentar reconstruirte, volver a estar completo. Cada misión se lleva una parte de mí.

Dominic Nahr nació en Appenzell, Suiza, en 1983. Creció en Hong Kong, estudió cine y fotografía en Toronto y vivió unos años en Nairobi.

Ha trabajado como fotógrafo de guerra en todo el mundo. Su obra se ha expuesto en las colecciones permanentes de National Gallery of Art, Fotostiftung Schweiz, Magnum Photos, Ryerson Image Centre, The Ransom Centre, The Wedge Collection, Getty Images y varias colecciones privadas.

En 2015 fue nombrado fotógrafo suizo del año por la Academia Suiza de Fotografía de Zúrich.

Focus: ¿Qué es lo que le atrae de las zonas de guerra?

D.N.: El hecho de poder captar las cosas para no olvidarlas siempre ha sido importante para mí. El 11 de septiembre fue un momento crucial en mi vida. Tenía 17 o 18 años y vivía en Hong Kong cuando vi las imágenes en la televisión. Recuerdo que sentí la necesidad de estar allí. No sé de dónde surgió ese estímulo, pero simplemente quería estar allí en el momento en el que la historia estaba cambiando. Es un honor formar parte de ese proceso de cambio. Me parece muy emocionante.

Focus: ¿Es también una búsqueda de sus propios límites, de emoción?

D.N.: De alguna manera acabé siendo fotógrafo, y eso se ha convertido en mi forma de dejar algo al mundo. Pero claro, la aventura también es importante. Quiero experimentar cosas diferentes. Siempre he querido ver más de lo que se ve en la televisión o en las revistas.

Focus: Cuando se encuentra trabajando en zonas de conflicto, la distancia desaparece. Sin embargo, ¿no tendría tal vez más sentido distanciarse de lo que ocurre, o mantener la cabeza fría?

D.N.: Creo que los humanos podemos hacer mucho más de lo que creemos. En las zonas de guerra tienes que confiar en tu cuerpo y en tu mente y creer que puedes hacer más de lo que crees. Es un acto de equilibrio. Tengo que ser capaz de sentir algo para que mis imágenes sean potentes. Pero siempre existe el peligro de no sentir lo suficiente o de sentir demasiado. En 2011 estuve en Mogadiscio, en Somalia. Estaba documentando la hambruna después del tsunami. Los niños morían a mis pies. Estaba demasiado emocionado y el periodista con el que trabajaba tuvo que sacarme de allí. Estaba demasiado involucrado y no pude hacer buenas fotos.

Focus: ¿Cómo se sintió?

D.N.: Casi me vuelvo loco. Pensaba que tenía que hacer fotos de todo, documentar todo, cada niño moribundo. Estuve a punto de caer en la locura.

Focus: ¿Qué recuerda más de una zona de guerra: las imágenes o los olores?

D.N.: Cada guerra huele diferente. Pero cuando fuimos al frente en Ucrania, todos coincidimos en que olía más a guerra que en otros lugares. Todo estaba en llamas; podíamos oler la pólvora y oír y sentir las bombas. Para mí, los olores son más potentes. Los olores a veces me devuelven a una zona de guerra, no importa dónde esté.

Traducido del alemán por Carla Wolff

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