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La marcha de la libertad

Los asistentes a la marcha portaron banderas suizas y del cantón de Neuchâtel. Rodrigo Carrizo Couto Rodrigo Carrizo Couto

El cantón de Neuchâtel celebra cada 1 de marzo una larga caminata muy especial. Esta marcha, seguida por centenares de orgullosos ciudadanos, recuerda el día de 1848 cuando estos suizos lograron la independencia de Prusia.

Esta “marcha republicana y revolucionaria” es candidata a entrar en el Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.

El primero en aparecer por la carretera que viene del bosque es un señor de unos 50 años. Al momento le sigue una pareja joven. Y otra. Se suman docenas de hombres y mujeres de todas las edades hasta convertirse en una masa de varios cientos de caminantes.

Acompañados de banderas suizas y del cantón de Neuchâtel se detienen en un espacio en un cruce de carreteras cerca de la localidad de Malvilliers, donde la Oficina de Turismo de Neuchâtel y los organizadores de la marcha preparan unas muy helvéticas salchichas, fondue, té y cervezas para refrescar a los caminantes.

Pero este alegre grupo heterogéneo no es un simple club de amigos de la marcha deportiva. O no solamente, para ser más precisos. Detrás del evidente componente lúdico, esta gente está repitiendo una marcha que tuvo lugar en este mismo lugar el 1 de marzo de 1848. Estos ciudadanos de Neuchâtel mantienen viva la tradición de la Vía Revolucionaria.

 

El día de la independencia

Los caminantes recuerdan así un momento histórico que comenzó cuando en la noche del 29 de febrero de 1848 un grupo de revolucionarios republicanos del cantón de Neuchâtel salían de la ciudad de Le Locle en dirección de la capital.

En esos tiempos, el cantón suizo estaba en manos del Imperio Prusiano, a pesar de formar igualmente parte de la Confederación Helvética desde 1815.

Al llegar al Castillo de Neuchâtel la mañana del 1 de marzo, tras un tormentoso paso por el Castillo de Valangins, los revolucionarios instauraron la República, liberándose del yugo prusiano.

Unos mil militantes republicanos, identificados con brazaletes blancos, ocuparon entonces el Castillo, abandonado la noche anterior por el Gobierno leal a la monarquía. En menos de 24 horas se formaría el primer Gobierno provisional naciendo así la actual República y Cantón de Neuchâtel.

Los republicanos se encontraron con un Estado en ruina y endeudado en millones de francos de la época. A pesar de ello, ese mismo año se aprobaba la nueva Constitución.

 

Celebrar los valores de la República

La larga marcha, seguida por casi un millar de ciudadanos, tuvo su inicio en la ciudad relojera de Le Locle a las 9 de la mañana, y tras pasar por La-Chaux-de-Fonds llega al Castillo de Neuchâtel, sede del Gobierno cantonal, siete horas más tarde.

Esta es la 27 edición del evento que, según afirman los organizadores, “cuenta con cada vez más adeptos”. Algunos de los cuales vienen de los cantones vecinos para seguir una tradición aún poco conocida pero que gana fuerza con el paso del tiempo. Este año los participantes de la marcha han llegado casi al millar, mezclando a inscriptos y espontáneos.

Entre los caminantes, encontramos a Laurent Kurth, presidente de La Chaux de Fonds, del Partido Socialista. El político comentó a swissinfo.ch que “esta marcha es muy positiva para recordar y defender los valores que constituyen nuestra república”.

Pero no solo cuentan las personalidades conocidas. Gino Sacchi, responsable de un supermercado de origen italiano, comenta a su vez: “hace 15 años que vengo a esta caminata. Creo que es un ejercicio bueno para el cuerpo. Pero también para el espíritu, pues nos ayuda a recordar nuestra historia y tradiciones”.

De hecho, entre estos cientos de personas se encuentran desde clubes de montaña hasta partidos políticos. Pero también espontáneos…e incluso turistas! Dos jóvenes estadounidenses comentan entusiastas al cronista: “tenemos amigos que nos han hablado de esta marcha y hemos decidido hacerla. Nos divertimos mucho y hacemos amigos!”.

Pero también hay lugar para los españoles, portugueses e italianos que hacen la diversidad actual de Suiza. Incluso el cronista se cruza con un tunecino quien espera que: “esta marcha democrática sirva de ejemplo en los tiempos que corren para los pueblos árabes”.

Patrimonio inmaterial de la UNESCO

Finalmente, swissinfo.ch pudo hablar con Catherine Huther, presidente de la asociación que organiza esta Marcha del 1 de Marzo. La joven ingeniera diplomada por la EPFL comentó: “nos sorprende la evolución del público y la cantidad de visitantes espontáneos. Cada año crece el número de participantes en esta marcha, en la que los padres terminan trayendo a los hijos”. Entre estos nuevos adeptos, Huther destaca a los jóvenes. “Cada año vienen más, atraídos en parte gracias a nuestra página web”, afirma entusiasta.

¿Pero la gente viene para recordar la historia, o solo por el deporte? Sonriendo, Huther admite: “el componente deportivo es importante, así como el elemento lúdico y social. Pero esta convivencia y esta comida que reúne a cientos de personas en el campo forma parte del espíritu republicano, que está presente en todos los participantes”. Según Huther, el éxito de la propuesta está hecho por una ecuación compuesta de “participación ciudadana, convivencia, amor por la historia, tradición y diversión”.

Antes de despedirse, la presidente explica que esta marcha aspira a un alto destino. “Así es, pues la Confederación ha invitado a los cantones a que presenten sus propuestas de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO”. Y esta marcha republicana forma parte de la lista presentada por el Cantón de Neuchâtel, lo que pondría a esta caminata como una tradición viva y protegida para la posteridad.

Al llegar al Castillo de Neuchâtel los caminantes son recibidos por el atronador estruendo de la artillería de época. De hecho, un grupo de veteranos del Ejército suizo disparan pesados cañones del siglo XIX antes del vino de honor y los discursos de la clase política en el patio del castillo.

Sin duda, la “Marcha Revolucionaria” es una eficaz forma de unir el placer del deporte y el ejercicio de la memoria histórica.

En el siglo XIX, el Cantón de Neuchâtel tiene un estatus “híbrido” siendo a la vez miembro de la Confederación y principado del Rey de Prusia.

Es en ese contexto de tumultos europeos que enfrentan a liberales y monárquicos que los republicanos suizos deciden oponerse a la conservadora corona prusiana.

Tras un par de intentos revolucionarios abortados en 1831, los republicanos logran sus objetivos el 1 de marzo de 1848, aunque las crisis continuarían aún durante largos años.

El nuevo Gobierno fue reconocido el 2 de marzo. Por su parte, el emperador de Prusia se contentó con algunas protestas diplomáticas, pero no entró en guerra con la nueva república.

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