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Suiza exporta su modelo de reciclaje electrónico

El 97% de los ordenadores en Chile termina arrumbados en vertederos, según un estudio. Bernhard Steubing

Líder en el manejo de los residuos electrónicos, el país alpino comparte sus conocimientos con China, India, Sudáfrica y ahora con países de América Latina.

El instituto EMPA financió una investigación sobre el destino de los ordenadores dados de baja en Chile y se integra como socio experto a una plataforma regional sobre desechos electrónicos.

‘Quien contamina, paga’: es la fórmula que mejores resultados ha aportado a Suiza y que el país alpino se ocupa de promover en otras naciones del orbe.

Con ese propósito, dos organismos helvéticos -uno del ámbito público y el otro privado- presentaron la semana pasada en Chile los beneficios y alcances de este sistema, también conocido como Responsabilidad Extendida del Productor.

“En Suiza cada vez que una persona compra un ordenador asume el costo de reciclarlo a través de una tasa transparente. De esta forma, cuando el aparato queda obsoleto se puede devolver a la tienda y de allí se deriva al importador, cerrando el ciclo”, explica Heinz Boni, director del Instituto suizo de Investigación en Ciencias de los Materiales y Tecnología (EMPA), cuyos proyectos respalda la Secretaría de Estado de Economía (Seco).

Aunque corresponde al comprador pagar un precio ‘extra’ por este concepto (unos 5 dólares), es finalmente el productor quien tiene que recibir el aparato y gestionar su derivación a empresas recicladoras.

A pesar del éxito del sistema, “la única manera de afrontar el tema de los desechos electrónicos en forma integral y adecuada es a través de un compromiso que incluya tanto a productores, como distribuidores y consumidores, con supervisión del gobierno”, recalca el experto suizo.

Programa suizo de desechos electrónicos

La cooperación internacional en materia de reciclaje electrónico no es un tema nuevo para Heinz Boni. Lleva más de 5 años trabajando en el ‘Swiss e-Waste Programme’, de EMPA, proyecto que partió colaborando con India, China y Sudáfrica.

“Alertados por las noticias presentadas por organismos como Greenpace, que mostraron casos horribles de manejo inadecuado de ‘e-Waste’ en el mundo, Seco (Secretaría de Estado de Economía) decidió hacer un proyecto global y así nació este programa”, precisa.

Dados los buenos resultados, éste se extendió a Latinoamérica.
El programa de EMPA en esta región contempla la compilación de la información pertinente de cada país y la implementación de un proyecto en colaboración con los actores locales.

“Los conocimientos que se generen en estos países ingresarán a la Plataforma Regional sobre Basura Electrónica de Computadoras en Latinoamérica y El Caribe, lo que permitirá compartir y producir información relevante, que es lo que más hace falta en la región. Ya estamos trabajando en Perú, Colombia y esperamos seguir con Chile”, indica Heinz Boni.

Contradicciones de un país en desarrollo

Según el director de EMPA, Chile debería ser el país de Latinoamérica más adelantado en este ámbito, porque tiene una generación avanzada de equipos y un desarrollo tecnológico sobresaliente en comparación con sus vecinos.

Aunque no dispone de producción propia, hay importación y ensamblaje local de productos que se venden en el mercado. Sin embargo, el escenario no se condice con sus adelantos en materia tecnológica o productiva.


No existen leyes reguladoras en la materia ni un sistema integral que se ocupe de los residuos electrónicos a escala nacional (existen iniciativas destacables, pero de menor alcance). Además, un 25% de los ordenadores son clonados, por lo que resulta muy difícil seguirles la pista una vez que son dados de baja.

Y lo más grave: solamente se recicla entre un 1,5 y un 3% de los ordenadores. La gran incógnita es saber qué pasa con el 97% restante.

“Lo peor es que no hay ningún control de cómo se producen estos equipos informales y qué se hace con ellos una vez desechados por sus últimos usuarios, ya que suelen tener varios dueños antes de concluir su vida útil”, señala Boni.

El experto suizo se basa en los resultados de una reciente investigación sobre desechos electrónicos en Chile, efectuada por un estudiante de Maestría de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y financiada por EMPA.

Suiza, campeona en reciclaje

Peter Bornand, presidente de SWICO -asociación privada encargada de la gestión de residuos electrónicos provenientes de las tecnologías de la información- coincide en la importancia de una cooperación internacional en este campo.

“Se trata de un problema que trasciende a Suiza. Actualmente, en el mundo se producen unos 40 millones de toneladas por año y en poco tiempo más esta cifra ascenderá al doble, con todo el daño que eso significa para el planeta”, subraya.

“Dada la gran experiencia que hemos acumulado para nuestro país es muy interesante ayudar. Además, en instancias como ésta también obtenemos información valiosa”, señala a swissinfo Bornand.

A su juicio, “en Suiza, desde hace siglos la gente ha estado muy interesada en estas temáticas, somos un país densamente poblado y no tenemos mucho espacio ni materias primas, así que siempre hemos tenido que reciclar, no sólo residuos electrónicos, sino también otros materiales, como baterías o botellas”.

Los años de experiencia han valido la pena. Mientras la Unión Europa aspira a tener una tasa de reciclaje de 4 kilos per cápita en 2008, Suiza ostenta actualmente una tasa de 10,3 kilos per cápita.

Otro aspecto que Bornand destaca de la fórmula suiza es la alianza de empresas del área de las tecnologías y la información, como SWICO, organismo que agrupa a más de 400 compañías del sector.

“En Chile, ya hay un organismo que está haciendo algo muy parecido, lo que indica que es posible imitar el sistema suizo. No es que pensemos que la realidad de la Confederación pueda copiarse en Chile, pero sí hay ideas que se pueden adaptar”, concluye.

swissinfo, Mariel Jara, Santiago de Chile

El reciclaje de desechos electrónicos permite separar ciertos componentes que pueden reutilizarse -como plata, oro y cobre- si se someten a un proceso correcto, evitando además el daño al medio ambiente que provocan otros de sus componentes, como el plomo, el mercurio y el cadmio.

En 1998, Suiza aprobó una ley que prohíbe a los consumidores eliminar aparatos eléctricos y electrónicos con los residuos domésticos e introdujo un sistema de impuestos incluidos en el precio de los aparatos nuevos.

Los consumidores pueden devolver los dispositivos en desuso a los negocios donde los han comprado. Algunos son reciclados, el resto es liquidado de manera segura.

Suiza produce anualmente 19,5 millones de toneladas de basura, lo que equivale a 2,6 toneladas per cápita. Un 48% corresponde a papel, 30% a compost, 11% a botellas y vidrios, y un 4% a desechos electrónicos (100.000 toneladas).

La vida útil de un ordenador en Suiza es de 3 a 4 años. En Chile, de 8 a 10 años, y por lo general pasa por manos de diferentes dueños.

Se calcula que en 2007 más de 300.000 ordenadores se convertirán en residuos electrónicos en Chile, cifra que ascenderá a 1,7 millones en el año 2020, equivalentes a 215.000 toneladas de basura.

Esa cantidad contendrá 2 toneladas de arsénico -suficiente para contaminar 225 millones de litros de agua potable-, 3 toneladas de mercurio y casi 10.000 toneladas de plomo.

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