Tribunal filipino suspende por precaución producción de arroz genéticamente modificado
Una corte filipina suspendió la difusión comercial de un arroz dorado genéticamente modificado por considerar que las opiniones contradictoras de la comunidad científica sobre el producto plantean «serias» preocupaciones para la salud y el medio ambiente.
La corte de apelaciones de Manila revocó el permiso de bioseguridad necesario para la producción comercial de este arroz, otorgado en 2021 por el regulador gubernamental.
La decisión del tribunal se aplica también a una variedad de berenjena genéticamente modificada (berenjena Bt), desarrollada para resistir a los parásitos.
«Debido a los puntos de vista científicos contradictorios y a la incertidumbre sobre los riesgos y efectos del arroz dorado y la berenjena Bt, pesan amenazas potencialmente graves sobre el bienestar de la población y el medio ambiente», indicó el tribunal.
Filipinas fue el primer país del mundo en autorizar la producción del arroz dorado, enriquecido con betacaroteno -un precursor de la vitamina A- y de un color amarillo brillante, con el fin de combatir la ceguera infantil.
La difusión comercial de ambos productos estará prohibido «hasta que las agencias gubernamentales indicadas presenten pruebas de su seguridad y su cumplimiento con los requisitos legales», agregó.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que la deficiencia de vitamina A causa hasta 500.000 casos anuales de ceguera infantil, en su mayoría en países en desarrollo, y la mitad de los afectados mueren en los 12 meses después de perder la vista.
El arroz dorado fue desarrollado a lo largo de dos décadas por el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), de Filipinas, mientras la berenjena Bt fue desarrollada por la Universidad de Filipinas.
Los científicos involucrados en su desarrollo insisten en que ambos productos son seguros para consumo humano.
El IRRI aseguró además que el arroz dorado recibió «evaluaciones positivas de seguridad alimentaria» de reguladores de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos.
Pero el producto encontró fuerte resistencia entre grupos ambientalistas opuestas a los alimentos genéticamente modificados, como Greenpeace, que celebró el fallo como un «triunfo para Filipinas».
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