
Un agencia europea se ocupará de la compra colectiva de materias primas críticas
Madrid, 2 oct (EFE).- La Comisión Europea (CE) trabaja en una «agencia de compra colectiva» de materias primas críticas para la economía de la UE (como el litio), 17 con altísima dependencia en producción o transformación, lo que evitaría «chantajes» de otras potencias, abarataría el precio y haría ganar uno o dos puntos de competitividad.
El vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial de la CE, Stéphane Séjourné, ilustró este jueves el modelo con el ejemplo de la compra europea de vacunas durante la pandemia de covid.
En una conferencia coloquio del Forum Europa, constató que la dependencia europea es general de China, que está dando autorización de exportación y de importación para los europeos de esas materias primas, «pero de manera casi chantajista», pues pide documentos tecnológicos importantes y confidenciales a las empresas, entre otros requisitos.
«Entonces -dedujo-, tenemos que actuar rápidamente para evitar eso. Nuestra idea es preguntar a todos los Estados miembros una vez por año qué tipo de materia prima van a necesitar», prosiguió, y que la Comisión Europea «tome el riesgo económico» sobre la compra colectiva y garantice el aprovisionamiento.
Reindustrialización y competitividad
Apostó con urgencia por una estrategia industrial común europea (ahora hay 27), adicional a las nacionales, con el compromiso de los sectores público y privado y la vista puesta en la inteligencia artificial, si la UE quiere competir en un contexto geopolítico cambiante. Admitió, sin embargo, que la UE tiene una capacidad de decisión «un poco lenta».
Vio posible que el 15 o el 20 % de la economía europea sea industrial, cuando hoy es del 12 %: «Podemos hacer más», animó.
Apuntó la fusión de los actuales 14 fondos europeos de competitividad para empresas en uno solo con criterios de igualdad, transparencia y eficiencia económica.
También simplificar las reglamentaciones con una armonización europea, aplicar criterios de flexibilidad y conseguir una energía más barata para hacer «gigantes europeos» capaces de competir también en otros mercados.
Incidió en impulsar el mercado único europeo por sectores, especialmente algunos clave como las telecomunicaciones y los capitales, para que una reglamentación europea reemplace a las 27 nacionales, que son «aranceles interiores». Y tener «grandes empresas» capaces de operar en varios países.
Preguntado por la cuestión de las baterías, respondió: «Claramente necesitamos inversiones chinas», pero con un marco europeo de protección.
«La batería es un sector estratégico para nosotros. No habrá probablemente usos más importante que la batería en los próximos tiempos. Lo utilizaremos en casi todo y, encima, en sectores estratégicos como la defensa; para los Estados miembros es imposible ser dependiente cien por ciento de las baterías importadas de afuera», avisó.
Mencionó, como condiciones de esa inversión, las alianzas con empresas europeas y «exigir la transferencia de tecnología» porqueEuropa no está al mismo nivel que los chinos sobre las baterías.
Inversiones productivas antes que guerras comerciales
Sobre la guerra comercial, reconoció que el acuerdo con EE.UU. no es perfecto, pero «protege» a las empresas europeas y favorece más a la UE que otras potencias, además de cumplir el «mandato» de los Estados miembros de «no ir a una escalada diplomática».
En estas circunstancias, se mostró partidario de abrir otros mercados para compensar y diversificar los acuerdos comerciales con otros actores internacionales, como la India, Indonesia o Mercosur.
Rechazó las guerras arancelarias y optó por atraer inversiones productivas de manera negociada frente a las importaciones masivas, como el caso de las baterías o coches eléctricos chinos, mediante alianzas con empresas europeas.
Sobre los acuerdos comerciales defendió poner «condiciones» comunes para las inversiones internacionales: que aporten a la cadena de valor europea, generen empleo de calidad en Europa y respeten las normas medioambientales sociales en igualdad de condiciones.
Reconoció que el acero europeo no es competitivo comparado con el chino, pero debe salvarse ese sector por motivos de «soberanía» industrial, y planteó, por ejemplo, su consumo preferente en la demanda pública. EFE
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