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Una Napoleona en Suiza

Eufemia Stadler es de Costa Rica y vive desde hace 30 años en Suiza. swissinfo.ch

Eufemia Stadler es diferente. Y se nota. En Triemli, el barrio de Zúrich donde vive, la comparan con Bonaparte y algunos la señalan como la Madre Teresa del lugar. Donadora de un órgano, cuidadora de ancianos, doble record Guinness, mujer de negocios…

Urs Rauber, en dos ocasiones Premio de Periodismo de Zúrich, dedica una biografía a la costarricense.

“Cuando quieres emprender algo distinto escucharás mil veces que tu idea no tiene futuro, pero si estás convencido, funciona”, me dice Eufemia con la mirada bien puesta en mis pupilas.

Su piel morena contrasta con el turquesa de sus pendientes y de su colgante que me invita a dirigir la mirada a su pronunciado escote. Tiene 56 años. Los 30 más recientes los ha vivido en Suiza, ¡Y cómo!

A la edad de 26 llegó a Zúrich y entre familia y desarrollo personal no ha soslayado su mirada altruista, su “compasión” por el otro.

“Ayer en el supermercado, una chica que estaba bajo la influencia de alguna droga derramó su bebida al tiempo de pedirme un encendedor. Me retiré para no mancharme. ‘Te doy asco’, me dijo. Me acerque lentamente a ella. ‘No me das asco y no tengo encendedor: no fumo. ¿Y tú sabes que te haces daño?’, le dije. ‘Sí, lo sé, como sé lo que es tener sexo desde los dos años de edad’. ‘¿Quién te ha hecho eso?’, arremetí. ‘Mi familia’, respondió… Hay que comprender las razones de una toxicomanía”, suspira Eufemia.

Su destreza para conectar con la otra persona en segundos se ejemplifica en ese fugaz encuentro con un ser humano acostumbrado al rechazo.

Respeto por el anciano

En su hogar han pasado ya varias almas con algún tipo de sufrimiento que apaciguan con el ungüento de las drogas y allí han logrado hasta abandonar la dependencia con las “terapias“ de Eufemia, combinación de amor, rigor y respeto.

La madre de dos jóvenes adultos dirige junto con su marido suizo una vivienda comunitaria de corte singular: En ocho departamentos de la casa Uetliberg comparten vida ancianos y jóvenes con problemas de salud física o psíquica que son atendidos por enfermeras, personal de cuidado y la propia familia Stadler, que allí mismo vive.

“Los ancianos tienen un legado enorme para dejarnos y muchas veces reducimos esa experiencia. Aquí nos ayudamos los unos a los otros. Comemos y hacemos vacaciones juntos. La persona de mayor edad tiene 99 años y la más joven 17. Dos ancianos y una persona joven viven en cada departamento”.

Respuesta a la demanda de personal

“Hace algunos años trabajé al cuidado de personas de edad a domicilio, después participé en el primer proyecto de una comunidad de ancianos bajo cuidado especializado, con personas afectadas por multiesclerosis o demencia senil, y gracias a una herencia pude realizar mi sueño de llevar mi propio proyecto al comprar este edifico. Mi esposo dice que ha sido lo mejor que hemos hecho”.

Así ganan su vida los Stadler, y en especial con otro negocio más, creado hace 4 años: el servicio de  enfermeros y cuidadores de pacientes a hospitales, clínicas y asilos. Una empresa más de Eufemia, quien tiene 140 servidores a disposición en un país con falta de personal en el sector.

“Antes de mandar a trabajar a una persona de nuestra planilla la formó y ponemos en práctica lo aprendido, con el acento en la comunicación con los ancianos, con los enfermos”.

Eufemia gusta de los reflectores

Pidió al periodista Urs Rauber escribir su biografía. Su vecino aceptó pues bien sabía lo que hay detrás de dos récords Guinness de planchado ininterrumpido –228 camisas en 40 horas (1999) y 555 camisas en más de 58 horas (2009).

“Es una mujer que sin ser famosa ofrece una aportación extraordinaria a su entorno, sin excluir aspectos como sus participaciones en las carreras con 5 kilos a cuestas: Esa latina de piel oscura y metro y medio de estatura participa en una especialidad suiza típicamente masculina con atuendo militar, además de correr en otros maratones de hasta 100 km, donar uno de sus riñones, tener un gran compromiso social y ser empresaria”.

Tenacidad, garbo, ganas de dejar huella, unas gotas de necedad y, ante las diversas tareas que emprende, un poco de caos como condimiento, algunas de las características que se rescatan del libro de Rauber ‘Eufemia Indianisches Kraftwerk am Uetliberg’ (Eufemia: Central energética indígena en Uetliberg).

“A mí la vida me ha hecho fuerte”, comenta Eufemia al recordar el trabajo en una fábrica durante su infancia… La hoy dueña de un salón de higiene corporal y de belleza, y de un taller de costura, lavandería y planchado respira serena en el interior de su oficina justo al lado de su ordenador y de una figura de Napoleón en miniatura. 

Eufemia no sacia su sed por aprender, comprender y emprender. Estudia Teología a distancia, proyecta una casa de cuidados en Costa Rica y promueve la donación de órganos en vida. “Yo doné un riñón a una amiga. Muchas veces las personas tienen miedo de donar algo tan valioso como un órgano. Pero con dos riñones también puedo perder la vida y con uno puedo llegar a cien años. Muchas veces hay que actuar con el corazón”.

¿Y la recompensa de todo esto? “Mi paz espiritual”, responde la Napoleona desde la colina zuriqueza de Uetli, quien al momento de despedirme ya reflexiona sobre el pedido urgente de 17 auxiliares para un hospital.

Eufemia Stadler-González nació el 27 de julio de 1956 en una hacienda al pie del volcán Tenorio en Costa Rica.

Eufemia es la primera hija de la unión entre sus padres, si bien su madre ya había dado a luz a nueve pequeños en su primer matrimonio.

Pocos años después del nacimiento de Eufemia, su padre, de origen indígena y proveniente de Nicaragua, abandonó a la familia.

Con 14 años inició su vida laboral en una fábrica para sobrevivir y realizar sus estudios.

Acudió a la Facultad de Medicina de la Universidad de San José, sin graduarse.

Actualmente estudia Teología en la UNED costarricense.

A la edad de 20 años conoció al suizo Martin Stadler, quien realizaba un viaje continental en 1976.

En 1982 Stadler volvió a Costa Rica y reestableció su relación con Eufemia. Contrajeron matrimonio y se asentaron en Zúrich.

En Suiza, Eufemia se ha dedicado a su familia y se ha desarrollado a escala personal en varios rubros.

Trabajó como cuidadora en una vivienda comunitaria para ancianos y en de los servicios a domicilio para enfermos en Zúrich.

De esa experiencias surgió la idea de su propia casa de cuidados el el monte Uetli y su empresa Flexipers, de personal para el sector de salud.

Sus récords Guinness le han valido la mirada de los medios. La suiza-costarricense planifica presentarse para un nuevo récord de planchado este 2012.

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