Vinicultores suizos cerca de Ciudad del Cabo
El valle de Hemel-an-Aarde (‘Cielo y Tierra’ en holandés) es un región al este de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, donde dos suizos expatriados producen su propia selección de vinos. El último tramo que conduce a los viñedos de Jean-Claude Martin y Christoph Kaser es un camino sucio y marrón.
Una verja con la bandera de Sudáfrica -y con una pequeña de Suiza- indica la entrada a la finca ‘Creation Wines’, a poca distancia de la población costera de Hermanus.
Aquí es una parte más fresca, a 350 metros sobre el nivel del mar. Todavía hace calor en un día de invierno en Sudáfrica. Los sonidos de las ranas y grillos de la reserva de agua cercana dan la bienvenida a los visitantes. El aroma que escapa de la zona de degustación y del jardín junto a la bodega flota en el aire del atardecer.
Condiciones ideales para la producción de vino y un pequeño pedazo de cielo según el suizo de 37 años de edad JC, nombre con el que el personal llama a Martin.
“Fue amor a primera vista”, explica. Él y su socio suizo compraron la propiedad en 2002.
Las ovejas pastaban aquí antes de que los dos viticultores decidieran transformar esta tierra virgen en viñedos. Los terrenos se extienden entre dos sierras montañosas, que en ocasiones reciben copos de nieve en la estación fría.
“Las temperaturas también pueden llegar a bajo cero por la noche en la finca, lo que es bueno para los viñedos. Aunque las condiciones meteorológicas siguen estables con el paso de los años”, dice Martin.
Las 22 hectáreas producen unas 200 toneladas de uvas y dan un rendimiento de 120.000 botellas anuales. Es una producción limitada en Sudáfrica pero notable si se compara con Suiza.
En medio del accidentado territorio del valle, lejos del ajetreo de la ciudad, la tranquilidad sólo se ve interrumpida por el coche de un granjero que pasa por el camino en la distancia o por el zumbido del sistema de ventilación de la bodega.
Producción
Cultivan hasta diez diferentes variedades de vinos blancos y tintos, entre los que figuran sauvignon blanc, chardonnay, pinot noir, syrah y merlot, en un terreno con un tamaño que éstas no tienen por qué ser necesariamente las mejores desde un punto de vista comercial, admite JC admite.
Pero es la calidad lo que cuenta. “A estas alturas es mejor descubrir que variedades son mejores aquí que las otras”, cuenta. Los primeros vinos se vendimiaron hace cuatro años y en 2009-2010 la finca alcanzó niveles de producción plenos.
Martin y Kaser saben que se encuentran inmersos una carrera de fondo y que se requerirán hasta 10 años para que empiecen a amortizar la inversión.
Hasta ahora nunca ha habido un día en el que JC se arrepintiera de la decisión de dejar Suiza para instalarse en el país de su mujer sudafricana.
Empresario
JC es consciente de los riesgos que entraña ser un joven empresario pero está seguro de sí mismo. “No se sabe como saldrán las cosas al final. Aunque es importante para mí haber dado el paso y estar aquí es genial”.
Martin también se muestra bastante optimista sobre el futuro de Sudáfrica, a pesar de los problemas que asolan al país.
No puede negar las enormes distancias que hay entre el rico y el pobre y el potencial de tensiones entre negros y blancos.
Martin indica que con su iniciativa en Sudáfrica ha creado trabajos que permiten alimentar a 30 familias de la zona. Da empleo a trabajadores agrícolas y a personal local en la bodega y en las instalaciones de degustación de caldos.
Comenta que no hace diferencias entre personas de distinto color de piel. “Lo que cuenta es su trabajo”. También expone que quiere pagar salarios justos y mantener el mayor trabajo posible de forma manual en los viñedos y en la bodega antes que emplear maquinaria.
¿Suizos o sudafricanos?
Martin conoce a otros viticultores en la región pero no parece que tenga prisa en entablar contacto con ellos. “Todos tenemos nuestra propia vida y ocupada, además de los clientes”.
Martin a punta al mercado internacional y exporta sus vino a 10 países. Su bodega también atrae a un creciente número de entusiastas del vino sudafricanos que pasan por el valle de Hemel-an-Aarde.
Siente un mayor grado de independencia como vinicultor y empresario en la región de Ciudad del Cabo que en la cerrada sociedad suiza, donde los proyectos pueden verse bloqueados debido a procesos administrativos largos y quejas de vecinos celosos, expone.
JC está convencido de que podría vivir en otros lugares del mundo ya que encuentra fácil adaptarse a nuevos entornos.
Y cuando se habla del Mundial de Sudáfrica toma una visión pragmática.
“Mi familia no apoya ni a Sudáfrica ni a Suiza. Nosotros y mi hijo animaremos a España”.
Urs Geiser, swissinfo.ch en Ciudad del Cabo, con aportación de Stéphane Gabioud
(Traducción: Iván Turmo)
Jean-Claude Martin, 37, fue al colegio en la ciudad del noroeste de Suiza de Biel y se formó como viticultor en Francia y en partes de habla alemana de Suiza.
Está casado con una sudafricana y tiene dos hijos. Se trasladó a Sudáfrica en 2004.
A finales de los 90, Martin gano fama con un pinot noir de un viñedo del lago de Neuchâtel.
En 2002 Martin y su socio Christoph Kaser compraron tierra en la región del valle Hemel-an-Aarde, región situada a 120 kilómetros al este de Ciudad del Cabo para fundar ‘Creation Wines’. La primera cosecha fue en 2006.
Había más de 9.000 suizos residentes en Sudáfrica en 2009 según los datos del Ministerio suizo de Exteriores.
Más de dos tercios de ellos tienen la doble nacionalidad.
La comunidad suiza en Sudáfrica es la más numerosa del continente africano.
Los primeros suizos que llegaron a la región del Cabo eran soldados y empleados de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en la segunda mitad del siglo XVI.
Siguiendo varias oleadas de inmigración durante varios siglos, entre los que se incluyeron misionarios, científicos y hombres de negocios, la comunidad suiza expatriada alcanzó un pico en los años 70 antes de que las cifras volvieran a bajar en las última décadas.
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