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La junta empuja a la prensa independiente de Birmania a la desaparición

Bangkok, 19 mar (EFE).- El miedo al arresto y las torturas de los militares han empujado a una veintena de periodistas birmanos a abandonar el país, sumergido en un apagón informativo que en pocas semanas ha aniquilado los últimos periódicos independientes impresos y empujado a los reporteros a una vida casi clandestina.

“Mi miedo no es ser arrestado o que me maten de un disparo. Lo que más me asusta es ser interrogado y torturas. A algunos detenidos los matan brutalmente bajo custodia”, cuenta a Efe un reportero de 30 años que hace una semana decidió abandonar Rangún, la ciudad más poblada, y buscar la manera de irse del país.

Las noticias de muertes por la represión de las fuerzas del orden son diarias, con las ocho últimas víctimas fallecidas este viernes en Aungban, en el sur del estado Shan (noreste) durante una protesta.

El periodista entrevistado por Efe, que prefiere mantener el anonimato por temor, ya estaba en el punto de mira de la junta militar que perpetró un golpe de Estado el pasado 1 de febrero y, al ver cómo la represión sobre los periodistas se iba endureciendo con el paso de las semanas, decidió ponerse a salvo.

“Es probable que esté en una lista de los militares porque ya tuve problemas con ellos por una entrevista que hice en 2020. Decidí irme porque he oído que las medidas se van a endurecer”, cuenta.

Durante las semanas que trabajó se encontró con las dificultades de trabajar en una ciudad donde las calles se cortaban a diario por miles de manifestantes y por las barricadas colocadas por los militares y policías, y con el miedo permanente a ser detenido o incluso alcanzado por un disparo.

Desde que se produjo el golpe se fue de su domicilio habitual y se ha movido de una “casa segura” a otra, ayudado por su red de contactos y tratando de anticiparse a las redadas que las fuerzas del orden han realizado en las últimas semanas.

ESCALADA DE LA REPRESIÓN

Si bien en los primeros días después del golpe los medios de comunicación seguían funcionando con normalidad, los militares fueron aumentando la presión paulatinamente.

Tras un aviso sobre el lenguaje que debían usar los medios al referirse a los militares, el primer gran golpe fue la aprobación el 14 de febrero de una norma que considera delito “causar miedo, difundir noticias falsas, e incitar directa o indirectamente a una ofensa criminal contra un empleado público”.

Muchos analistas veían en esa ley un pretexto para poder arrestar periodistas a discreción, algo que comenzó a ocurrir el 27 de febrero, con la detención de los cinco primeros reporteros por infringirla.

Desde entonces, el goteo ha sido constante, con al menos 37 periodistas detenidos -19 de ellos todavía bajo arresto- según datos de Naciones Unidas.

Esa estadística no incluía aún a los dos periodistas (del portal Mizzima News y del servicio birmano de la BBC) arrestados hoy en Naipyidó, la capital, mientras cubrían la declaración judicial de Win Htein, político arrestado de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi.

A los arrestos se ha sumado el cierre de medios: el 8 de marzo la junta militar anunció que revocaba las licencias informativas de cinco de los medios con más seguidores: Myanmar Now, 7DayNews, Mizzima, DVB y Khit Thit Media.

Aunque varios han seguido publicándose en internet, las versiones impresas fueron desapareciendo hasta que su último baluarte, el Standard Time, claudicó el pasado miércoles y dejó a Birmania sin prensa independiente en papel por primera vez en casi una década, con los periódicos oficialistas partidarios de la junta como única opción.

Los periódicos proliferaron en Birmania tras la independencia de Reino Unido en 1948, pero la llegada al poder del general Ne Win en 1962 significó el fin de la prensa libre, que no volvió hasta 2012, en plena transición hacia la democracia abruptamente liquidada por el golpe de estado.

“Como nación sin periódicos, hemos caído en tiempos oscuros”, escribió en una reciente columna en The Frontier el analista político Sithu Aung Myint.

BLOQUEO DE INTERNET

El apagón todavía no es total: pese la revocación de licencias, un puñado de medios digitales siguen informando a la población, pero las dificultades aumentan.

“Mis compañeros que se quedaron siguen trabajando, pero mantienen un perfil bajo. No se quedan en sus casas y no salen tanto, solo a veces. Se mueven en moto y cuando sienten que la situación es peligrosa cambian de casa. La situación es caótica”, dice el reportero entrevistado por Efe.

El joven no cree que los arrestos vayan a significar el fin del flujo de información porque tanto él como sus compañeros se apoyan en el periodismo ciudadano que permite cubrir las limitaciones de los medios.

“Todo el mundo tiene un dispositivo móvil para filmar. Es imposible para los medios de información llegar a todos los sitios. No creo que las noticias se retrasen mientras contemos con la ayuda de los ciudadanos. Gracias a ellos podemos informar aunque no estemos en Birmania”, afirma.

Su mayor preocupación en ese aspecto es el bloqueo definitivo de internet: la junta lleva 33 noches consecutivas cortando la conexión de wifi, pero un cierre total sí sumiría al país en la oscuridad.

El régimen militar ha ahogado notablemente el flujo informativo al cortar desde hace cinco días la conexión de datos móviles, lo que imposibilita la retransmisión en directo de las manifestaciones en contra del régimen militar.

“La situación de la prensa solo puede ir a peor con el corte de internet. El país ya no tiene democracia o libertad”, sentenció el analista Aung Myint. EFE

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