
Carola Rackete, de salvar a migrantes a la defensa de los bosques

Al timón de un navío humanitario que necesitaba ser socorrido, Carola Rackete se enfrentó al bloqueo italiano para desembarcar inmigrantes. Ahora, la alemana ha recuperado su combate por el planeta ocupando un bosque amenazado por un proyecto de autopista.
El antiguo ministro italiano del Interior Matteo Salvini (extrema derecha) la insultó tratándola de «pesada» y «criminal» y los habitantes de la pequeña isla de Lampedusa desearon que «la violaran esos negros».
El ‘error’ de Carola Rackete, entonces capitana del buque «Sea Watch 3», fue que en la noche del 29 de junio de 2019 atracó por la fuerza en el puerto de Lampedusa para desembarcar, tras dos semanas errando en el mar, a 43 migrantes que la ONG alemana y su navío rescataron en el Mediterráneo.
Su acto de desobediencia civil le costó tres días en la cárcel pero la convirtió en una heroína de la causa de los refugiados.
Un año y medio más tarde, la «Capitana Europa» como la llamó entonces la revista alemana Spiegel en portada, chapotea en el barro vestida con un impermeable amarillo, entre las hayas centenarias del bosque de Dannenrod, en el centro de Alemania.
Desde finales de septiembre, esta experta en protección del medioambiente, diplomada en una universidad británica, ocupa esta zona protegida con otros ecologistas para impedir que talen los árboles para construir una tramo de autopista.
Sus legendarias rastas siguen ahí, recogidas en un moño, así como su tranquilidad y su determinación.
Aquí, la «sociedad civil dice: ‘basta ya'»!, explica la joven de 32 años, mientras señala las cabañas instaladas en los árboles a más de diez metros de altura para impedir que la policía expulse a los manifestantes.
– Proyectos sin sentido –
En Alemania, «hay centenares de proyectos de construcción de carreteras (…) No tiene sentido, en un contexto de crisis del clima», sostiene esta joven que no ha alquilado un apartamento en más de nueve años y ha elegido vivir frugalmente, con unos centenares de euros al mes.
En Dannenrod, duerme en una carpa pese al frío invernal.
«Necesitamos una moratoria sobre todos los proyectos de infraestructuras» para determinar «si corresponden a los objetivos climáticos del Acuerdo de París», afirma Rackete, que sabe que su voz tiene peso.
En su libro, «Es Hora de Actuar», publicado en seis idiomas, Carola Rackete llama a cambiar de visión en materia medioambiental, de manera urgente.
Rackete tomó conciencia de la urgencia que rodea al cambio climático en una misión en 2011 a bordo del rompehielos «Polarstern», un navío que acaba de terminar una misión de exploración sin precedentes en el Polo Norte.
Fue «una experiencia decisiva porque uno puede ver la crisis climática con sus propios ojos», recuerda.
El invierno pasado, viajó por octava vez a la Antártida. «La estación meteorológica argentina registró 18 grados centígrados en febrero», algo nunca visto, dice Rackete, que también trabajó en la ONG Greenpeace.
Pese a estar desilusionada por la falta de políticas «eficaces» en la lucha por el clima sigue yendo a votar. No hacerlo favorece a la extrema derecha, afirma.
Carola Rackete habla con un tono tranquilo y se expresa con el rigor de la gente oriunda del norte de Alemania, pero se ofusca cuando la presentan como «la voz de los migrantes».
«¿Cómo puedo representar a la gente de un grupo al cual no pertenezco?», exclama.
Los refugiados «no necesitan una figura de heroína a la que pongamos frente a las cámaras», dice, categórica.
Desde su última misión hace 18 meses, Rackete no volvió a capitanear un barco humanitario. «Aunque quisiera no podría hacerlo», dice, lamentando que se impida a los barcos de las ONGs operar en el Mediterráneo por problemas o defectos técnicos.