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Chelm, la conexión polaca con Kiev que da escape a miles de refugiados

Miguel Ángel Gayo Macías

Chelm (Polonia), 1 mar (EFE).- La localidad de Chelm, en el sureste polaco, es puerta de entrada para decenas de miles de ucranianos que huyen de Kiev y Leópolis y se convierten en refugiados en Polonia, que organiza su asistencia y posterior traslado.

Desde que comenzó la guerra en Ucrania, los ferrocarriles actúan como un verdadero cordón umbilical entre ese país y Polonia, con un tráfico constante de personas y suministros entre ciudades como Kiev y Leópolis y lugares como Chełm.

Al igual que en otros como Przemysl, en Chelm la estación de ferrocarril se ha convertido en un importante punto de recepción para los refugiados procedentes de Ucrania.

Pero en esta ciudad, situada a unos 30 kilómetros de la frontera ucraniana, la situación es diferente por encontrarse en la ruta Kiev-Varsovia y ser el mayor núcleo de población polaco cercano a la frontera.

El Gobierno polaco decidió el pasado lunes establecer en Chelm un punto fronterizo, lo que se traduce en controles militares de pasaportes, una gran presencia del Ejército y, debido a la guerra en Ucrania, la imposición del nivel de alerta máxima en todos los servicios de la ciudad.

Según la Guardia de Fronteras polaca, el 28 de febrero llegaron a Polonia más de 100.000 personas desde Ucrania, la cifra más alta desde que comenzó el conflicto que comenzó el 24 de febrero.

CASI CUATROCIENTOS MIL YA LLEGARON

El Gobierno polaco estima que son ya 377.400 personas las que han buscado refugio en Polonia y la ONU cree que la cifra total de desplazados forzosos alcanzará los cinco millones.

Cada día, 4 ó 5 convoyes llegan a Chelm desde Kiev y desembarcan cerca de 800 personas en cada trayecto, afirmó el alcalde de la ciudad, Jakub Benaszek.

Los horarios son imprevisibles, pues a pesar de la colaboración entre las autoridades ferroviarias ucranianas y polacas, en cada trayecto hay que cargar y descargar suministros, pasajeros y a veces desviarse de la ruta principal o detenerse en algún punto por razones de seguridad.

Los ferrocarriles estatales ucranianos informan en su página web de que cada día partirá un convoy de Kiev a las 19.30 horas (hora local), con destino a Varsovia y escala en Chelm.

Todo el recinto de la estación permanece vallado y el acceso está fuertemente custodiado por militares, a diferencia de otros puntos de acogida a refugiados cercanos a la frontera, donde son funcionarios civiles quienes tramitan la entrada de los refugiados.

En las inmediaciones del edificio, varios camiones del Ejército desembarcan soldados que forman en columnas y toman posiciones alrededor de la estación, el aparcamiento y una plaza cercana.

Al interior de la estación solo pueden acceder los militares, algunos traductores, miembros del cuerpo paramilitar de la Fuerza de Defensa Territorial polaca y algunos voluntarios y médicos autorizados.

En una conversación con Efe, Ilya, un joven de Leópolis, contó que cuando llegó a Chelm en uno de los trenes procedentes de Kiev, fue conducido, junto a los demás viajeros, a registrarse en la estación, donde le ofrecieron quedarse en uno de los albergues que la ciudad ha preparado, o bien viajar gratuitamente en autobús a Varsovia, Gdansk (norte) o Lublin (Este), la capital regional.

MAYORÍA DE MUJERES, NIÑOS O MAYORES DE 60 AÑOS

La inmensa mayoría de las personas que llegan de Ucrania son mujeres, niños o mayores de 60 años, pues hace unos días, el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, prohibió dejar el país a los varones de entre 18 y 60 años.

La comida enlatada, los paquetes de ropa y varias cajas con medicamentos se apilan junto a la puerta de la estación y varias furgonetas hacen cola para descargar más mercancía bajo la atenta mirada de los soldados.

Nina Petrovna, una jubilada que vivía en la ciudad ucraniana de Vinnytsia, expresaba a Efe su preocupación por no poder cobrar su pensión del Estado ucraniano.

«Si fuese más joven, volvería a dar clases de danza, que es lo que he hecho toda mi vida», dice, «pero ahora ¿qué? me siento vieja por primera vez en mi vida».

Las bolsas de plástico con logotipos de comercios ucranianos, en las que muchas familias tuvieron que recoger apresuradamente algunas de sus pertenencias, monedas de grivnas, la divisa ucraniana, y algunas tarjetas para el teléfono móvil de operadoras de aquel país yacen en el suelo, junto a la puerta de entrada a la estación.

Stepan, un informático de Kiev, asegura a Efe tener ilusión «por empezar una nueva vida en Polonia o en otro país europeo», algo que planeaba desde hacía años «pero no, por supuesto de esta manera».

El ayuntamiento de Chelm aprobó este martes donar más de 200.000 euros a un fondo de ayuda a los refugiados y en toda la ciudad, de unos 70.000 habitantes, se están habilitando albergues en residencias escolares, gimnasios y centros cívicos.

En un emotivo mensaje, el alcalde pedía ayuda y comprensión a todos sus conciudadanos en «la petición más importante» en la historia moderna de Chelm.

«Queridos vecinos, recibimos de nuestras ciudades hermanas de Lutsk y Kovel, en Ucrania, una llamada desesperada pidiendo suministros, ropa y ayuda médica; cualquier ayuda cuenta», publicó el alcalde en un comunicado municipal. EFE

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