
China celebra su Fiesta del Medio Otoño con un dulce tradicional que intenta reinventarse
Álvaro Alfaro
Pekín, 6 oct (EFE).- China celebra este lunes la Fiesta del Medio Otoño, una de las festividades más emblemáticas del calendario lunar, con sus tradicionales pasteles de luna, unos postres que este año destacan por su sencillez, su carácter más saludable y su distanciamiento respecto a los excesos de otros tiempos.
El también conocido como ‘yuebing’, una pasta de textura similar al mazapán con rellenos tanto dulces como salados, se regala tradicionalmente en dicha fiesta, que se celebra hoy en China, Taiwán y otros países asiáticos y que coincide con el comienzo de la cosecha a mediados de otoño.
Sabores innovadores
La variedad de estilos ofrece opciones diversas: los pasteles cantoneses son conocidos por su masa fina y relleno dulce; los de Suzhou, por su textura hojaldrada y los de Pekín, por su consistencia más densa.
Estos pasteles se han elaborado históricamente con rellenos como pasta de loto, judía roja, frutos secos o yema de huevo salada, que representan la vertiente más tradicional de este dulce.
Recientemente, la oferta se ha ampliado con sabores innovadores, desde café, rosas, chocolate o té matcha hasta versiones heladas o de inspiración occidental rellenas de queso, reflejo de la adaptación de esta costumbre milenaria a las nuevas tendencias en China.
«Bomba calórica»
Tan tradicionales como los propios pasteles de luna son las advertencias que, en estas fechas, difunden los medios locales y las redes sociales acerca de su elevado contenido en calorías, calificándolos de «bomba calórica».
En promedio, una pieza de unos 120 gramos puede aportar unas 480 kilocalorías, lo que equivale a una cuarta parte de la ingesta diaria recomendada para un adulto, según expertos locales, que recuerdan que, pese a su importancia cultural, se debe moderar su consumo, dado que la preparación de estos dulces requiere abundante azúcar y grasa.
Los recordatorios han cuajado entre unos consumidores chinos cada vez más preocupados por su salud. Según una encuesta citada por el Diario del Pueblo, «el 73 % de los consumidores prioriza claramente los ingredientes saludables», lo que ha impulsado «significativamente» la oferta de «productos bajos en azúcar y sin aditivos».
Críticas a los envases excesivos
Durante años, los pasteles de luna se asociaron en China a un tipo de consumo ostentoso en el que el envoltorio podía llegar a ser más costoso que el propio dulce: cajas lacadas, bandejas metálicas o cofres de madera con varios niveles, concebidos para regalar a clientes o superiores más que para el consumo familiar.
Ante la coyuntura, las autoridades de varias provincias como Shandong y Guangxi emitieron recientemente recordatorios para que se limiten el uso de empaques excesivos y se cumplan las normas de envasado.
Las directrices prohíben el uso de materiales caros como metales o maderas nobles, restringen el número de capas a un máximo de tres y recomiendan envases reciclables y sencillos.
Una cuestión de etiqueta
Tan extendido como el intercambio de pasteles de luna es la presión que muchos consumidores sienten cuando las cajas se acumulan en casa.
Un estudio de 2019 señalaba que más de un tercio de los compradores adquiere estos dulces para regalárselos a otras personas y que, entre quienes no los compran, cerca de la mitad acaba recibiéndolos por parte de empresas o amistades.
Testimonios en redes sociales describen hogares con pilas de estuches sin abrir, en ocasiones personalizados con logotipos de las empresas que los regalan a clientes, proveedores o empleados, lo que dificulta regalárselos a otros y agrava la sensación de compromiso social.
El Diario del Pueblo lamentó hace unos años que cada año se repita el mismo ciclo: antes de la festividad, la proliferación de nuevos productos y envases llamativos; después, la pregunta de qué hacer con los excedentes y las noticias sobre toneladas de pasteles desechados.
El periódico señalaba que el consumo real de este producto lleva tiempo estancado, con muchos ciudadanos que apenas comen medio pastel el día de la celebración. Sin embargo, la función social de regalarlo hace que la producción se mantenga elevada, provocando un exceso estructural.
«Son bonitos, pero todos sabemos que tienen muchas calorías y hoy casi nadie quiere comer más de la cuenta», aseguraba una usuaria en la red social Weibo -similar a X, bloqueado en China-, quien agregaba que estos obsequios «acaban a menudo en la mesa solo como decoración festiva, pues consumirlos en exceso no resulta deseable, tirarlos parece un desperdicio y, en ocasiones, terminan por estropearse». EFE
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