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Karim Khan, heredero de la “patata caliente” de Afganistán y Palestina en CPI

Imane Rachidi

La Haya, 15 feb (EFE).- El abogado británico Karim Khan, que ha consagrado su carrera a la defensa de los derechos humanos, se hará cargo en junio de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI), heredando varios casos delicados, como los de Afganistán y Palestina, y tras años investigando los delitos del yihadista Estado Islámico (EI).

Sus colegas han recurrido a todo tipo de elogios para definir a Khan (1970) en su currículo oficial: un abogado “excelente” y “terriblemente inteligente”, con una “vasta” experiencia en el manejo de casos complejos, y una “capacidad para abordar y resumir lo análisis legales más complicados en palabras concisas” que le ha convertido en un letrado “legendario”.

Fue elegido el pasado viernes entre cuatro candidatos, por 72 de 122 votos, y asumirá el 16 de junio una de las funciones más importantes en el derecho penal internacional, que ejerce ahora la gambiana Fatou Bensoud, la fiscal que sobrevive desde 2012 a varias polémicas y que fue sancionada por el expresidente Donald Trump por querer investigar la implicación de soldados estadounidenses en presuntos crímenes de guerra en Afganistán.

Especialista en derecho penal internacional, tiene el rango de subsecretario general de la ONU y, como tercer fiscal de sus veinte años de historia, no es ajeno a la CPI: trabajó en múltiples casos desde finales de los noventa, cuando ejerció en fiscalías de los tribunales penales internacionales para la antigua Yugoslavia y para Ruanda.

ABOGADO DEL DIABLO Y DE LAS VICTIMAS

Lleva la mitad de sus 50 años apostando por garantizar un juicio justo a sus clientes sin importar si son víctimas o acusados.

Durante su carrera, Khan ha tenido que representar a clientes de lo más polémico, con defensas de éxito, como la absolución en segunda instancia del exvicepresidente congoleño Jean-Pierre Bemba, condenado primero a 18 años por crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos por sus tropas en la República Centroafricana en 2002.

También representó a Saif al-Islam, el hijo más controvertido del fallecido dictador libio Muamar al Gadafi y aún en busca y captura por la CPI por crímenes de lesa humanidad.

En el Tribunal Especial para Sierra Leona asumió en 2006 la defensa de Charles Taylor, expresidente de Liberia y de los hombres más temidos de África Occidental, Taylor acabó despidiendo a Khan para defenderse personalmente.

A pesar de que la jueza presidenta de la sala, Julia Sebutinde, le exigió quedarse en la sala con un “¡No te puedes marchar ahora!”, el abogado británico se fue igualmente durante la audiencia, en un gesto interpretado casi de “desacato” a la Corte por Sebutinde.

También protagonizó una polémica defensa del expresidente keniano William Ruto, a quien logró que, en 2016, se le retiraran los cargos. En 2014, un testigo de la defensa desapareció y fue encontrado sin vida tras ser torturado. Varias ONG acusan aún a Khan de no haber investigado el asesinato, pero él defiende haber hecho todo lo posible por la seguridad del testigo.

UN JUICIO AL TERRORISMO YIHADISTA

Carismático, diplomático, con un don para la comunicación, convencido del poder de los tribunales y decidido a hacer justicia para las víctimas, Khan hizo las maletas en 2018 para mudarse a Bagdad y reunir pruebas de los crímenes cometidos por los yihadistas en Irak, con el objetivo de tener y conservar pruebas suficientes para un posible juicio internacional contra el grupo terrorista EI.

En una entrevista exclusiva con Efe cuando asumió la dirección del Equipo de Investigación para la Promoción de la Justicia por los Crímenes Cometidos por el EI (UNITAD), designado por el Consejo de Seguridad de la ONU, prometió respetar la soberanía iraquí sobre delitos cometidos en el país, pero subrayó la necesidad investigar las masacres cometidas en el derrotado “califato”.

Consideró que un juicio a los yihadistas “justo e imparcial, adaptado a los estándares internacionales” está “en el interés de todos los países” pero exigió “determinación y no complacencia” y recordó que su investigación “no es un favor” de la ONU a las víctimas, sino “su derecho a ver justicia”.

Además, entiende que es necesario “retar (en los tribunales) a una ideología” como la yihadista, pues eso tendrá y tiene “su impacto en la estabilidad de un país, una región y en el mundo entero”. No obstante, sobre la posibilidad de llevar a los extremistas al banquillo de los acusados, Khan solo tuvo una conclusión: “Soy optimista pero no ingenuo”.

Tendrá nueve años para hacer justicia por un lista de presuntos crímenes internacionales: con Joe Biden al frente de Estados Unidos puede tener posibilidades para investigar el papel de los militares en los crímenes en Afganistán, pero tiene varias “patatas calientes” en su plato: investigar crímenes de guerra en territorios palestinos en contra de la voluntad de Israel, y gestionar los llamamientos de las víctimas a abrir casos penales a Siria, Yemen o Myanmar.

La CPI también tendrá que hacer las paces con el escepticismo de los países africanos, ante su boicot a la justicia internacional por convertir el continente en el principal foco de sus investigaciones. La acusan de ignorar los crímenes cometidos por otros países. Pero Khan juega con ventaja: no estaba en la lista de candidatos a fiscal de la CPI, pero fue Kenia, país africano, quien insistió en incluirlo. EFE

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(Recursos de archivo en www.lafototeca.com cód: 11459594)

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