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Cita en Penthes con ‘Los Suizos en el Mundo’

Sala Le Fort del Museo de los Suizos en el Mundo. château-de-penthes.ch

En el corazón de la Ginebra internacional, ante un horizonte que reúne el Lago Léman y los Alpes, el Castillo de Penthes guarda objetos del devenir helvético en el extranjero desde el siglo XV hasta nuestros días.

La historia del Museo comenzó con la Historia suiza de los regimientos en el exterior, pero con el correr de los años se amplió a los arquitectos, constructores, exploradores, al universo de…los Suizos en el Mundo.

“Al principio este museo fue hecho alrededor de la idea del servicio extranjero de los suizos en Francia. Estaba limitado. Solamente después se dijo que había que incluir a todos los suizos en el exterior porque también hay suizos en Venezuela o en Madrid… Esa es la idea”, explica el director de la institución, Anselm Zurfluh.

En efecto, el ahora Museo de los Suizos en el Mundo nace de un proceso que arranca hace más de medio siglo con la creación de la Sociedad Suiza de los Amigos de Versalles, cuyo objetivo era dedicar una entidad cultural a los regimientos suizos en el extranjero y más particularmente, en Francia.

Entre otros, se buscaba reivindicar la actuación de los soldados helvéticos fuera de sus fronteras.

No eran mercenarios

“(…) Durante demasiado tiempo, se ha imaginado que el Servicio extranjero, especialmente el servicio de Francia, era una página de nuestra historia que mejor valía arrancar. Durante mucho tiempo se confundió el servicio exterior y la actividad mercenaria”, reza un extracto de la Revista Suiza de los Amigos de Versalles de 1960.

De hecho, durante 500 años, lo esencial de los suizos en el extranjero era el ejército, “lo que se conoce como mercenarios, pero no eran mercenarios porque eran tropas que iban con un contrato de Estado. No era individualmente”, precisa el doctor Zurfluh.

La mayor parte del legado del museo está asociado con esa emigración hacia Francia y con aquella otra que supuso la protección del Papa (la Guardia Suiza).

Además de los soldados

“Pero después tenemos los exploradores, tenemos los ingenieros, los arquitectos…”, destaca nuestro interlocutor. Sectores cuyos testimonios la institución esta en proceso de reforzar.

Al respecto, el embajador Bénédict de Tscharner, presidente de la Fundación de los Suizos en el Mundo, precisa que con el tiempo los creadores del museo, Gonzague de Reynold y Jean-René Bory, éste último en particular, ampliaron la temática, primero a los suizos que sirvieron en otros lugares además de Francia, y finalmente a otros emigrantes:

Diplomáticos, arquitectos, misioneros, investigadores, exploradores o comerciantes. En suma, “al conjunto del fenómeno de los suizos en el extranjero o en el mundo, como preferimos decir ahora”.

Un legado poco conocido

Antes de ocupar su actual morada, el Museo de los Suizos en el Mundo tuvo sede en el Castillo de Coppet en el cantón de Vaud. Y antes de portar su nombre actual tuvo las designaciones de Museo de los Regimientos Suizos en el Servicio Exterior y de Museo de los Suizos en el Extranjero.

“Los señores Gonzague de Reynold y Jean-René Bory tuvieron la idea de fundar este museo hace justamente 50 años porque conocían la historia de Suiza y decían que no se tematiza suficientemente esta emigración que es ultra importante porque hay literalmente miles de suizos famosos en el exterior”, subraya Anselm Zurfluh.

Advierte que si bien es cierto que en todas partes del mundo hay museos de la inmigración, el Museo de los Suizos en el Mundo es único porque en ninguna parte hay museos de emigración.

Suiza, un país de migración

“Eso se explica por nuestra historia, porque Suiza siempre ha sido un país de emigración. Las gentes van y vienen, vienen y van. Y en el fondo, ese ir y venir contribuye a la riqueza de Suiza”, enfatiza el doctor Zurfluh.

A su vez, el embajador Tscharner se refiere también al fenómeno del exilio. Dice que algunos países como Italia, Hungría o Irlanda registraron emigraciones masivas. De hecho, precisa, “en el fondo, casi por cada pueblo, por cada país, podríamos escribir por una parte su historia interior y, por otra, su historia de la emigración, de la proyección hacia el exterior”.

Empero, añade, la de Suiza no ha sido nunca, o muy raramente, una emigración de masas.

“Hubo casos en los que poblaciones enteras pusieron ‘la llave bajo el tapete’, por razones de pobreza esencialmente. Empero, globalmente, podemos decir que es una emigración más bien individual que obedece a razones profesionales, de aventura u otras causas individuales”.

Y dentro de esas emigraciones, continúa el presidente de la Fundación, hay especialidades.

“Por ejemplo el régimen suizo, la especialidad militar, que si usted quiere, es muy característica de Suiza, solamente que esas personas no se quedaron de manera permanente. En segundo lugar hay especialidades como los arquitectos o los albañiles del cantón del Tesino, todos los que tenían que ver con la construcción, o los pasteleros de los Grisones, y así sucesivamente.

Encontramos particularidades: Están los productores de leche, los granjeros en la región oriental o en otras partes, entonces, hay categorías muy interesantes”.

‘A Libro Abierto’

Entre otras, en el Castillo de Penthes se expone actualmente la muestra ‘Encuentros con los Suizos en el Mundo – A Libro Abierto’, que incluye un centenar de obras escritas acerca de la presencia helvética en los diferentes rincones del planeta.

Uno de los libros es ‘Los Suizos en Uruguay’, que recoge testimonios de los descendientes suizos en ese país sudamericano.

“Fue un esfuerzo que hicimos en Montevideo sobre una idea de un fotógrafo argentino establecido allí, el señor Ignacio Naón -quien pensó en hacer un reportaje fotográfico sobre la idea de la emigración suiza a Uruguay- y la embajada buscó a una persona que conociera bien la historia de la emigración y encontró a la señora Sonia Ziegler, quien ya escribió varios libros sobre Nueva Helvecia”, narra el embajador de Suiza ante Uruguay, Michel Coquoz.

“De esa cooperación salió este maravilloso libro de fotografías y de textos muy bien hechos y realmente creo que es un documento que va a quedar por mucho tiempo como recuerdo de la emigración suiza y de los lazos que se forjaron en el año 1862 cuando los primeros suizos inmigraron en Nueva Helvecia”, acota.

Para suizos, sobre suizos

En el conocimiento de las piezas del museo se distinguen dos vertientes, la de los suizos interesados en sus compatriotas que se fueron al extranjero, por ejemplo Louis Chevrolet (que da nombre al famoso vehículo estadounidense). La segunda corresponde a los visitantes extranjeros, interesados particularmene en la historia de Suiza.

Para facilitar el recorrido, los responsables del Museo introdujeron un circuito que se denomina ‘Todo sobre Suiza en 15 minutos’, que explica el país desde el servicio militar hasta los bancos.

Modernidad obliga: “Las personas ya no vienen a un museo para ver las cosas durante tres horas, vienen por media hora. Todavía menos porque nosotros no tenemos Picassos, y las gentes no vienen para ver “la pieza”, entonces tenemos que proponerles otra cosa”.

swissinfo, Marcela Águila Rubín, Ginebra

Ginebra acordó en usufructo el ‘Domaine’ de Penthes al Museo de los Suizos en el Mundo.

El Museo recibe un promedio anual de 5.000 visitantes.

En 2008, el Museo de los Suizos en el Mundo presentará la muestra ‘Small Number – Big Impact’, sobre la emigración suiza a Estados Unidos y que se expone actualmente en el Museo Nacional de Zúrich.

En 2009 presentará una muestra de la escultora suiza Adèle d’Affry (Marcello).

“Si acaso alguien tiene una pieza relacionada con un hecho y se dice ‘¡es una historia genial de un suizo en el exterior!: mi tío, mi abuelo, mi padre, yo mismo… estamos totalmente abiertos para ver si podemos hacer una historia de eso, pero se requieren piezas. Es una invitación para que nos comuniquen las piezas o los archivos o también las ideas”.

A guisa de ejemplo:

Conquista del Everest

En fecha reciente, el Museo estableció una muestra sobre la expedición que en 1952 organizó un grupo de alpinistas ginebrinos al Himalaya. Los suizos debieron regresar a sólo algunos cientos de metros de la cima.

Al año siguiente, un grupo encabezado por Sir Edmund Hillary alcanzó la cumbre del Everest. Algunos miembros de su equipo recuperaron las banderitas con las que los ginebrinos habían marcado el camino.

A partir de una de esas banderitas que llegó a Penthes, el Museo estableció una pequeña exposición con la ayuda de un piolet, una bota, algunas ilustraciones…

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