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“Tocar en este paisaje de ensueño no tiene precio”

De izqda a dcha: Los músicos Angelo Montanaro, Javier López Calvo, Pedro Franco López y Roberto González Monjas en Verbier. Rodrigo Carrizo Couto

La prestigiosa Orquesta del Festival de Verbier es dirigida por algunas de las mejores batutas del mundo. Entre sus excelentes músicos se cuentan cada año más españoles y latinoamericanos. swissinfo.ch ha pasado un día con ellos para conocer sus experiencias, vida y trabajo. Reportaje.

El pub Montfort de Verbier, localidad alpina en el cantón del Valais, bulle de actividad en esta noche de verano. Docenas de chicos y chicas toman una copa, bailan, coquetean y se divierten. Otros juegan a los dardos mientras unos cuantos pasan el rato comiendo hamburguesas o fumando. En suma: las actividades normales de la inmensa mayoría de jóvenes en muchas partes del globo.

Nada en estos chicos tan normales y divertidos hace pensar en que son algunos de los jóvenes músicos más brillantes del mundo. Artistas para quienes las sutilezas de Mozart o Brahms no tienen (casi) secretos.

Se trata de los miembros de la Verbier Festival Orchestra (VFO) llegados de Rusia, Israel, los Estados Unidos, Corea o Gran Bretaña. Y entre ellos este año destaca un número mayor de músicos nacidos en Madrid, Caracas, Río de Janeiro, Murcia o Buenos Aires.

De Valladolid a los Alpes suizos

Un par de horas antes de este encuentro entre risas y cervezas, un joven de apenas 23 años puso en pie al muy exigente público del Festival de Verbier: Roberto González Monjas, nacido hace 23 años en Valladolid, quien ocupa el muy codiciado puesto de concertino (primer violín) en esta orquesta de virtuosos.

El español acababa de resolver con maestría las complejas líneas de violín solista de la obra Ein Heldenleben (Una Vida de Héroe) de Richard Strauss, dirigido por el estonio Neeme Järvi, logrando el aplauso de sus compañeros y amigos.

“Lo cierto es que esta fue una noche muy especial, pues varios de los primeros atriles de la orquesta estaban ocupados por músicos españoles”, comenta con orgullo Javier López Calvo. Este intérprete de viola, nacido en Alcalá de Henares hace 25 años, es algo así como el portavoz oficioso del grupo de músicos españoles. Un grupo que hubiera sido impensable encontrar aquí hace 6 o 7 años.

Hace apenas seis o siete años, en la Orquesta de Verbier apenas había uno o dos músicos que hablaran la lengua de Cervantes. No hay hispanos porque, lamentablemente, no están a la altura de los niveles de exigencia de la VFO, comentaba en 2004 James Levine, director entonces de la orquesta y célebre músico responsable de la Opera Metropolitana de Nueva York, la legendaria MET.

Pero el tiempo parece haber jugado a favor de los españoles. “Algo que ha cambiado ahora es que la VFO realiza audiciones en Madrid o Barcelona, y es una de las razones por las que pudimos hacernos escuchar”, afirma López Calvo. “No siempre es fácil para un músico joven y con escasos recursos desplazarse a Berlín, Londres o Ginebra para pasar el concurso”. Un concurso que, explica, les cuesta a estos chicos 60 francos suizos, solo para tener el derecho a ser oídos por el tribunal de selección.

Una vida hecha de pasión y sacrificios

Mientras degusta una cerveza en el pub, López Calvo comenta con humor: “Sin nosotros, la vida social de esta orquesta sería mucho más aburrida. Nosotros trabajamos duro, pero también sabemos divertirnos… Mientras que muchos músicos de la VFO solo buscan competir entre sí para ser los mejores y llamar la atención de los directores y estrellas”. ¿Una competición que vale la pena?

Al parecer sí, según Angelo Montanaro, clarinetista nacido en Puglia (sur de Italia) pero residente en Valladolid: “La gente que sale de la VFO pasa sin escalas a la élite de las mejores orquestas. Dado que trabajamos con los mejores directores del mundo y cada dos o tres días estos cambian, aprendemos mucho”.

Viendo lo precios de las bebidas, los españoles se quejan de lo cara que es Suiza. “Y es que en la VFO solo nos dan 40 francos suizos por día”, confiesa uno de los músicos. Lo cierto es que la crisis es global y afecta de lleno a estos jóvenes artistas. “Imagine usted que en las buenas épocas ya es bastante difícil interesar a la gente en la música clásica. Pero en tiempos de crisis, es casi una misión imposible”, comenta, con risa algo amarga, el clarinetista murciano Pedro Franco López, de 23 años.

¿Y por qué es tan difícil interesar a la gente, especialmente los jóvenes, en Mozart y Bach? “Es un problema general”, responde Franco López, “aunque en países como Alemania hay más tradición. En el caso español creo que la obsesión nacional con la TV y lo caro de los conciertos han hecho el resto, sumado a una cultura clásica muy reciente”.

Estos músicos aman lo que hacen, pero saben que el suyo es un camino hecho de enormes sacrificios. “Mire usted, nos presentamos 160 músicos para una sola plaza, que a menudo ni siquiera existe. Debemos pagar por nuestros instrumentos y su mantenimiento, estudiar, viajar y estar a la altura técnicamente. Son muchos sacrificios… Y no siempre es fácil decirle a un niño que recién comienza que deberá asumir todo este esfuerzo ante una vida hecha, a menudo, de incertidumbre”.

Y ante este complejo panorama, ¿qué es lo que les hace venir con tanta ilusión a Verbier? “¿Que por qué venimos?”, pregunta incrédulo López Calvo. “La respuesta es muy simple: porque tocar en la VFO da un enorme prestigio. La gente se queda con la boca abierta. Además, poder tocar en Suiza, en este paisaje de ensueño rodeados de los mejores músicos del mundo no tiene precio”, concluye.

La Verbier Festival Orchestra (VFO) tiene como director titular al suizo Charles Dutoit.

Está integrada por jóvenes de entre 17 y 29 años. Llegados a esta edad, los músicos deben retirarse y comenzar su vida profesional.

Los artistas gozan de alojamiento, comidas y formación durante el tiempo de su estancia en Verbier.

Las audiciones de 2011 han atraído a más de 1.000 músicos. La orquesta tiene el privilegio de trabajar con los coaches de la Metropolitan Opera de Nueva York.

Desde su creación, más de 800 músicos de 40 países han pasado por sus filas y han tocado bajo la batuta de algunos de los mejores directores del mundo.

Fundado en 1994, el Festival de Verbier ha visto pasar por sus escenarios a la práctica totalidad de solistas y directores de primer nivel mundial.

Entre muchos otros, los pianistas Hélène Grimaud, Evgueny Kissin, Arcadi Volodos, Yuja Wang o Martha Argerich. A ellos se suman los directores Kurt Masur, James Levine o Valéri Gérgiev y los violinistas Gidon Kremer, Joshua Bell o Janine Jansen.
 
Cuenta con el apoyo financiero de Rolex, el banco Julius Bär y Nespresso. Hace unos años el festival atravesó una tormenta cuando el banco UBS retiró su patrocinio a la orquesta.

Hoy la formación cuenta con financiación de la ciudad de Verbier y del cantón del Valais.

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