
Dividido, el separatismo catalán protesta antes del veredicto contra sus líderes

Como cada 11 de septiembre desde 2012, el independentismo catalán prepara una gran manifestación que pondrá a prueba a un movimiento dividido, a pocas semanas de la sentencia contra sus dirigentes por el intento de secesión de 2017.
Dos años después de organizar un referéndum ilegal de autodeterminación y proclamar una efímera república catalana, el independentismo mantiene el poder regional pero se encuentra sin rumbo.
Sus principales líderes están encarcelados o en el extranjero y las discrepancias se multiplican en su seno sobre la estrategia a seguir.
«De las ocho manifestaciones que hemos organizado, esta es la más difícil», reconoce a la AFP Elisenda Paluzie, presidenta de la influyente asociación Asamblea Nacional de Cataluña, organizadora de estas protestas.
«Se ha cerrado una etapa [tras el fracaso de 2017] y empieza otra que todavía no sabemos cómo será. Por ello es difícil encontrar un motivo concreto para manifestarse», concede.
La protesta está programada el miércoles por la tarde en la plaza España de Barcelona y su lema es un recordatorio a los dirigentes regionales: «Objetivo independencia».
En las últimas semanas saltaron las alarmas por un descenso de la participación en esta protesta organizada en ocasión de la Diada del 11 de septiembre, la fiesta regional de Cataluña, que en años anteriores había rebasado el millón de personas.
Decepcionados con sus dirigentes por no continuar con la ruptura iniciada en 2017, algunos han decidido ausentarse este año.
Una de ellas es Silvia Senz, que no había fallado ningún año: «La concentración, ahora mismo, ha perdido todo el sentido».
«No hay un objetivo claro detrás, ni ningún proyecto, ni ninguna estrategia común», lamenta esta lingüista de 53 años.
Dirigentes políticos y sociales llaman a la movilización, especialmente ante la sentencia contra los doce líderes separatistas juzgados en el Tribunal Supremo, esperada para octubre.
Algunos llevan casi dos años en prisión preventiva. Nueve están procesados por rebelión y se arriesgan a duras penas, de hasta 25 años para el exvicepresidente regional Oriol Junqueras.
– Etapa de «confrontación» –
«Por más dura que sea la represión, por más dura que sea la sentencia, no conseguirán que nos dobleguemos. Que vean que hemos tomado la iniciativa», señaló en un vídeo el expresidente Carles Puigdemont, huido a Bélgica después del intento de secesión.
Su lugar lo ocupa ahora un aliado fiel, Quim Torra, quien advirtió el jueves en Madrid que una sentencia condenatoria llevaría a «una nueva etapa (…) hasta culminar la independencia».
Ambos, desde su formación Juntos por Cataluña, abogan por reiniciar la «confrontación» con el Estado.
Pero sus aliados de Izquierda Republicana (ERC), liderados desde la cárcel por Junqueras, promueven diálogo con el gobierno español y una estrategia de moderación mientras no consigan recabar una sólida mayoría para la secesión (en los últimos comicios regionales obtuvieron el 47% de los votos).
Las discrepancias han ido en aumento, con reproches constantes entre ambas formaciones y la cúpula de ERC pidiendo elecciones regionales para imponerse como primera fuerza.
Por ello, el historiador Joan Esculies no prevé una respuesta unitaria y contundente a la sentencia, con protestas constantes como las que reclaman los sectores más radicales.
«Las clases medias que respaldan al independentismo quieren una mejora pero solo si la transición es fácil», dice este profesor de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC).
«Lo que no harán es arriesgar su día a día, su posición social a hacer según qué cosas. Una parte muy frustrada puede hacer acciones duras, pero el grueso del movimiento no las hará», añadió.
Nuevas tensiones en Cataluña podrían desestabilizar la política española, instalada en el bloqueo desde las elecciones de abril ganadas por el actual jefe de gobierno en funciones, el socialista Pedro Sánchez.
Sin mayoría absoluta, Sánchez no ha conseguido todavía los apoyos necesarios para ser reinvestido y, si no lo consigue antes del 23 de septiembre, el país celebrará el 10 de noviembre sus cuartas elecciones en cuatro años.