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Domingo en el supermercado

El domingo sigue siendo un momento importante de la vida social. Keystone

El día feriado tradicional de las sociedades cristianas está en tela de juicio y va a referendo el 27 de noviembre.

Las iglesias hablan de una erosión del tiempo libre, allí donde el antropólogo Fabrizio Sabelli ve un simple desplazamiento hacia los “nuevos templos que son los supermercados”.

“Que Dios bendiga el séptimo día y lo santifique. En ese día Dios descansa de la obra de creación cumplida”. El reposo divino tras la creación del mundo, descrito en el libro Génesis, es el origen de la tradición monoteísta del día de descanso. En ese día el hombre se consagra a Dios y deja el ritmo cuotidiano del trabajo.

El cristianismo se distanció desde el principio del uso hebreo del “Sabat”. Para celebrar sus cultos eligió el domingo, considerado como el primer día de la semana y el de la resurrección, símbolo de un mundo nuevo. En cualquier caso se tuvo que esperar 321 años después de Cristo, fecha de la conversión del emperador Constantino, para ver la promoción del domingo a día feriado oficial.

Desde entonces el cristianismo ha tenido una influencia dominante y duradera en la organizaión del trabajo en las sociedades cristianas. Aún cuando a principios de la revolución industrial solía ser muy discutida la prohibición del trabajo dominical, la legislación social impuesta en el siglo 19 ha instaurado definitivamente el domingo como día festivo.

Una tradición que se resquebraja

El rol del domingo vuelve a cuestionarse en la actualidad. La Iglesia ha perdido algo de su influencia en las sociedades cada vez más laicas y pluralistas. De pronto el domingo deja de tener el mismo significado para numerosas personas.

Por otra parte, la economía contemporánea ha fragmentado e individualizado en gran medida los horarios de trabajo y de descanso. La industria del entretenimiento y del consumo ofrece ahora una multitud de posibilidades para ocupar el tiempo libre.

Aún cuando estén así las cosas, no todos ven de buen grado la “normalización” del domingo. Y ello no sólo por razones religiosas. Un sondeo hecho hace algunos años en la Suiza de habla alemana reveló que 83% de las personas interrogadas apreciaba mucho el domingo, aunque sólo el 11% de ellos iba regularmente a la iglesia.

Las iglesias cristianas son evidentemente hostiles al trabajo en domingo. Los católicos y los protestantes hacen campaña, junto con las minorías ortodoxa y anglicana, para oponerse a la ley laboral que será votada el 27 de noviembre.

Como se sabe, esa legislación prevé la apertura dominical de tiendas y comercios en las grandes estaciones de ferrocarriles y en los aeropuertos, sin que para hacerlo deban contar con una autorización especial, como es el caso hoy en día.

Domingo para todos

El llamado de las iglesias contra esa modificación -en la cual los opositores ven una prueba que podría dar lugar a la liberalización generalizada del trabajo dominical-, no se dirige únicamente a los creyentes.

“Las iglesias desempeñan un papel importante en la sociedad; tienen el deber de expresarse sobre temas que atañen a la vida en común y la cohesión social”, señala Thomas Wipf, presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas Suizas (FIES).

“El domingo feriado es una conquista social que debe beneficiar a todos los trabajadores. Estamos convencidos de que es un valor importante, más allá de su connotación religiosa. Los hombres y las mujeres tienen la necesidad de tiempo libre para reunirse y consagrarlo a la comunidad”, precisa Thomas Wipf.

Pero, ¿no hay riesgo de amordazar la evolución social con barreras jurídicas? Thomas Wipf considera que no: “Un Estado democrático tiene el deber de preservar espacios de libertad para todos y cada uno. También para aquellos que no pueden decidir libremente si deben o no deben trabajar en domingo. El Estado no puede tomar en cuenta sólo las necesidades del consumo”.

De la Iglesia al supermercado

Pero el asunto puede ser visto desde otro ángulo. A juicio del antropólogo Fabrizio Sabelli, el punto central no es tanto el de aflojar la prohibición del trabajo dominical, sino el hecho de sustituir los antiguos motivos religiosos de los mitos por los ritos de la sociedad de consumo.

“A decir verdad, la sociedad no está yendo hacia el laicismo, afirma el antropólogo. Está, simplemente, abandonando la práctica religiosa para beneficiar a otra: a la del consumo. Un rito en remplazo de otro. En lugar de ir a la Iglesia, la familia va al supermercado”.

Fabrizio Sabelli constata que la reacción de las iglesias puede ser interpretada como la respuesta a una competencia amenazadora: “No se trata simplemente de quitar al individuo el tiempo consagrado a las prácticas religiosas y sociales. Es la economía la que propone más mitos y ritos para llenar el vacío dejado por las religiones…”.

swissinfo, Andrea Tognina
Traducción: Juan Espinoza

– El Parlamento federal propone modificar así la Ley federal sobre el trabajo:

– “El trabajo dominical es autorizado en los puntos de venta y en los centros de servicios de las estaciones ferroviarias muy concurridas así como en los centros de transporte público y en los aeropuertos”.

– Respaldado por las organizaciones eclesiásticas y numerosos comerciantes minoristas, los sindicatos han lanzado un referendo contra lo que denominan una nueva tentativa de desmantelamiento social.

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