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Oncología: Grandes farmacéuticas pisan fuerte en África

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The International Cancer Institute has initiated cancer screenings in communities in many parts of Kenya in hopes of catching cancer earlier. International Cancer Institute

Hogar de 1 400 millones de habitantes, África es el segundo continente más poblado del mundo y un floreciente mercado para los medicamentos contra el cáncer. Pero, como el gigante farmacéutico suizo Roche está aprendiendo en Kenia, los desafíos son inmensos. 

Considerada por mucho tiempo como un destino para fondos caritativos, medicamentos genéricos baratos y apoyos multilaterales destinados a atender enfermedades infecciosas como el VIH y la malaria, África no era vista como un mercado atractivo para los medicamentos oncológicos.

Hace solo dos décadas, los enfermos de cáncer de Kenia, por ejemplo, tenían dificultades para encontrar en los hospitales públicos los medicamentos más vendidos, como el Herceptin y el Mabthera de Roche; los pacientes debían viajar a la India para comprarlos, o requerían una licencia especial para importarlos. Y también se hacía patente el problema del costo: los fármacos estaban muy por encima de las posibilidades de la mayoría de los kenianos, que pagaban los medicamentos de su propio bolsillo.

Pero ahora, al ser el continente de más rápido crecimiento del mundo, con una población joven y un dinámico proceso de urbanización, África se ha convertido en el nuevo destino para los lucrativos tratamientos contra el cáncer. 

“Tenemos que cambiar el discurso sobre África, no solo en Roche, sino en todo el sector”, afirma Michael Oberreiter, responsable de acceso global de la división farmacéutica de la empresa basiliense. “Si observamos la población mundial, está claro que la mayoría de los nuevos casos de cáncer se darán en esos países”. 

Actualmente, el grueso de los nuevos casos de cáncerEnlace externo del mundo se produce efectivamente en África y otros países de renta baja y media (conocidos como PRMB). La proporción pasó del 15% en 1970 al 56% en 2008, y se prevé que alcance el 70% en el año 2030. Pero las tasas de supervivencia son mucho peores que en los países ricos.   

Roche quiere cambiar la situación presente llevando a la región los tratamientos más costosos y modernos contra el cáncer. “Deseamos transformar la idea de que el cáncer es una sentencia de muerte en África”, dijo Oberreiter a SWI, “y la única manera de lograrlo es llevarles nuestra innovación”.

La teoría de Oberreiter es que los países africanos pueden pasar de largo frente a los medicamentos más antiguos -y menos eficaces- para utilizar directamente los nuevos procedimientos y tratamientos como las inmunoterapias, de la misma forma que Kenia se saltó los bancos físicos, para utilizar de lleno la banca móvil.

La inversión de Roche en África durante los últimos cinco años ha crecido una media de 4% anual, y esto se ha traducido también en nuevas unidades de negocio en Etiopía, la República Democrática del Congo (RDC) y Kenia.

Y Roche no es la única empresa que ha puesto la mira en los mercados tradicionalmente desatendidos. En 2020, Novartis, con sede en Basilea, fue el primer gigante del sector en fijar  un objetivo de cobertura de pacientes en países de renta baja para sus medicamentos más recientes e innovadoresEnlace externo, incluidos los tratamientos contra el cáncer. En mayo, Roche anunció que su meta para el 2026 es duplicar el númeroEnlace externo de pacientes de 85 PIBM que serán atendidos con 16 de sus terapias más novedosas, nueve de ellas contra el cáncer.  Y este 2022, Sanofi, Pfizer y AstraZeneca se comprometieron a ampliar el alcance de sus medicamentos contra el cáncer.

Roche y Novartis también figuran entre los primeros socios industriales de la Coalición para el Acceso a los Medicamentos Oncológicos (ATOM en inglés), creada en mayo para ampliar el acceso a los medicamentos contra el cáncer en los países de ingresos medios y bajos.

Ensayo y error

Roche reconoce que su primer intento por llevar terapias especializadas contra el cáncer a Kenia fue un fracaso.

En 2015, la compañía y el gobierno de Kenia firmaron un acuerdo de costos compartidos para suministrar trastuzumab, fármaco destinado a atender una forma agresiva de cáncer de mama llamada HER2 positivo. Pero Roche, que lo comercializa bajo la marca Herceptin, puso fin al programa en 2018, pues solo unos 150 pacientesEnlace externo habían recibido el tratamiento y el gobierno keniano tenía problemas para cubrir la parte del costo que le correspondía.

“A pesar de que el medicamento era gratuito para los enfermos, los pacientes no llegaban”, dijo a SWI Jackie Wambua, jefa de asuntos gubernamentales de la oficina de Roche en África Oriental.

Motivación

En el tratamiento del cáncer y otras enfermedades genéticas se han producido increíbles innovaciones que están mejorando la supervivencia y la calidad de vida de muchas personas. Sin embargo, no llegan a la mayor parte del mundo. Queríamos saber por qué y qué se está haciendo para garantizar que todo el mundo tenga acceso a tratamientos que pueden salvar vidas.

Fuentes

Nos aseguramos de que nuestros reportajes sean equilibrados. Esto significa que, a la hora de seleccionar las fuentes para analizar un tema, tenemos en cuenta todos los hechos y posturas relevantes. En este caso, nos pusimos en contacto con organizaciones sanitarias mundiales con proyectos en Kenia para que nos sugirieran expertos, hablamos con las mayores empresas farmacéuticas en Basilea y en Kenia, y trabajamos con un periodista local para identificar a funcionarios del gobierno, hospitales y organizaciones de pacientes que influyen en el debate y crean un espacio para que los pacientes compartan sus experiencias. Viajamos a Kenia para conocer de primera mano el tema y hacer nuestras propias observaciones al respecto.

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Entonces no existían directrices nacionales sobre el cáncer, ni presupuesto para la atención oncológica, y casi no se realizaban pruebas para detectar el gen HER2, que es esencial para determinar si se debe recetar Herceptin. “Nadie sabía qué era Herceptin ni para qué servía”, explicó Mary Nyangasi, responsable de la lucha contra el cáncer en el Ministerio de Sanidad de Kenia. 

Lo que Roche aprendió con este proceso, según Oberreiter, fue que “hay que pensar en todo el ecosistema sanitario”.

Así que Roche ha adoptado ahora un enfoque diferente. Actualmente, tiene el apoyo de un oncólogo keniano, Fredrick Chite Asirwa, quien tras haberse formado varios años en Estados Unidos como médico, regresó a Kenia para fundar en 2019 el Instituto Internacional del Cáncer (ICI), una organización no lucrativa que tiene su sede en Eldoret.

Su instituto, escondido en un camino de tierra en una región de Kenia conocida por ser la cuna de los mejores corredores olímpicos de maratón, está muy lejos de los grandes complejos hospitalarios típicamente asociados con la atención oncológica en los países desarrollados.

Sobrevive gracias a una mezcla de ahorros personales de Chite, donaciones y subvenciones otorgadas por patrocinadores de ensayos clínicos como Roche, la japonesa Takeda y la farmacéutica estadounidense Pfizer. 

Michael Oberreiter y Chite Asirwa
Michael Oberreiter, responsable de ‘Roche Global Access’, con el profesor Chite Asirwa, director del Instituto Internacional contra el Cáncer, durante una visita a Kenia. Roche

ICI intenta llenar parte del déficit que hay en la atención del cáncer en Kenia y en el resto de África, continente que padece una profunda escasez de oncólogos, equipos y servicios. Kenia está mejor posicionada que muchos otros países africanos, pese a lo cual cuenta con un solo oncólogo por cada 6 000 pacientes, frente a uno para cada 140 pacientes en Suiza.

En Kenia, hay solo tres hospitales públicosEnlace externo con equipos de radioterapia y pocos laboratorios realizan pruebas moleculares para obtener biomarcadores genéticos, un procedimiento que se ha vuelto esencial para muchos tratamientos avanzados contra el cáncer porque son cada vez más personalizados.

Al interior de los edificios de una sola planta del ICI y de unas casetas de hierro corrugado de color azul cobalto flanqueadas por inmensos árboles, se encuentran algunos de los equipos de diagnóstico más avanzados del mundo, incluida la llamada Ventana 200, que es un novedoso dispositivo de patología digital de Roche, capaz de escanear muestras de tejido en cuestión de segundos. 

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El ICI forma a médicos de todo el país, realiza diagnósticos avanzados, crea registros digitales del cáncer y apoya los esfuerzos del gobierno por descentralizar la asistencia para que los pacientes no tengan que recorrer largas distancias para recibir tratamiento.

El centro participa en al menos 20 ensayos clínicos patrocinados por la industria en áreas especializadas en nuevos fármacos, o en medicamentos ya aprobados en los mercados occidentales, pero que jamás se han usado en África oriental. En el proceso, el equipo de Chite está acumulando un tesoro de datos sobre cómo responden los pacientes de la región a los tratamientos.  

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Roche es una de las muchas empresas que apoyan el trabajo de ICI, donando equipos y mobiliario a al menos 15 clínicas oncológicas locales y patrocinando grupos de formación y apoyo psicosocial para los supervivientes. 

“Si pensamos en los próximos 125 años de Roche, necesitamos que los sistemas sanitarios de estos países alcancen un cierto nivel”, dijo Oberreiter.

Construcción de un mercado

La inversión de los gigantes farmacéuticos en el ecosistema de atención del cáncer es bien recibida por los médicos y por el Ministerio de Salud de Kenia. Pero ellos, junto con algunos defensores de la salud pública, consideran que el apoyo no resuelve uno de los problemas clave: la falta de disponibilidad y asequibilidad de los medicamentos.

Una encuestaEnlace externo realizada en 2021 a 165 oncólogos de países de ingreso bajo y medio reveló que de los 20 medicamentos contra el cáncer más importantes, solo uno, que ha estado 70 años en el mercado, era fácilmente accesible a un precio que no impone una carga financiera significativa para los pacientes. Dos tercios de los encuestados dijeron que recetar Herceptin ponía a sus pacientes en riesgo de gastos catastróficos, lo que la OMS defineEnlace externo como un gasto médico que es el 40% o más del ingreso disponible de un hogar.

 “A veces no podemos seguir la norma mundial de atención simplemente porque un medicamento cuesta demasiado para nuestros pacientes”, declaró a SWI Mohammed Ezzi, oncólogo de Nairobi.

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Las compañías tienen la responsabilidad de hacer que sus medicamentos estén disponibles y sean asequibles para quienes los necesitan, expresó Pat García-González, fundador y director ejecutivo de la Fundación Max, que proporciona medicamentos gratuitos contra el cáncer a pacientes de países pobres, como Kenia. Los países “no van a ofrecer diagnósticos y crear infraestructura si no hay tratamientos. No tiene sentido capacitar a los médicos si no tienen disponibles los medicamentos”, dijo a SWI. 

La fundación ha puesto en marcha un programa de Novartis, con el Glivec (imatinib), un tratamiento contra la leucemia mieloide crónica, cuyo  precio de listaEnlace externo era de 26 000 dólares anuales cuando se lanzó en Estados Unidos.

En 2002, cuando inició el programa, Novartis identificó entre 70 y 80 países en los que no tenía planes de vender el medicamento porque no eran comercialmente atractivos.

La Fundación Max cambió las cosas, creó una red de distribución e identificó médicos que podrían distribuir el fármaco de manera segura en esos países, ayudando a tratar a más de 80 000 pacientes, muchos de los cuales habrían muerto si no hubiera recibido este tratamiento.

Las donaciones son importantes para ayudar a los más vulnerables, aunque tampoco son la respuesta definitiva, dijo García-González. Oberreiter suscribe esta visión: “Las donaciones son vitales, pero no son sostenibles. En el momento en que los esfuerzos de la compañía se detienen, ya no sucede nada”.

A medida que las grandes farmacéuticas toman África más en serio comercialmente, empiezan también a negociar acuerdos con los gobiernos para ofrecer medicamentos con descuento a condición de que las autoridades sanitarias se aseguren de que lleguen a los pacientes.

En junio, Roche firmó un acuerdo con el Ministerio de Salud de Kenia para que Herceptin esté disponible nuevamente, esta vez su costo está totalmente cubierto por el Fondo Nacional de Seguro de Salud (NHIF). Roche mejoró este acuerdo comprometiéndose también a continuar su trabajo con el ICI y otras organizaciones en el desarrollo de temas de gestión de datos, fijación de precios y reembolsos.

Unas semanas más tarde, el grupo farmacéutico estadounidense Johnson & Johnson hizo lo propio con el ministerio keniano para suministrar un medicamento contra el cáncer de próstata.

Otros países africanos también se están beneficiando de esta nueva dinámica. En 2021, Roche firmó un acuerdo de cinco años con la RDC para ampliar el acceso a diagnósticos y tratamientos contra el cáncer, y se incluyeron inversiones en nuevos laboratorios de oncología.

Novartis ha llegado a convenios con países como Etiopía para suministrar Tasigna (nilotinib), un medicamento contra la leucemia, con la única condición de que el gobierno garantice el acceso a los enfermos vía un plan médico.

La esperanza es que los gobiernos “den más de sí y proporcionen los medicamentos a precios subsidiados o gratuitamente a los pacientes”, dijo Racey Muchilwa, quien dirige el negocio de Novartis en la África subsahariana.

Impulso a la agenda

Hasta ahora, la mayoría de los acuerdos han incluido medicamentos contra el cáncer cuyas patentes han expirado o están a punto de hacerlo, y se materializan en sitios que no afectarán las finanzas de las farmacéuticas. Además, se trata de medicamentos que no generan controversia sobre sus beneficios o eficacia.

Pero la verdadera prueba vendrá cuando se trate de medicamentos novedosos cuyas patentes aún tienen 10 o 15 años de vida, esos que hacen a las compañías farmacéuticas proteger celosamente sus precios y cuotas de mercado.

Se trata de tratamientos que se comercializan a precios elevados, aunque no ofrecen gran evidencia sobre sus beneficios y la forma en la que mejoran la tasa de supervivencia y la calidad de vida, especialmente en las poblaciones africanas.

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logo con imagen de un mundo un frasco y una cápsulas
Un niño mira al médico que lo ausculta.

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Y aunque algunos expertos afirman que los pacientes africanos no deben esperar décadas para tener acceso a estos fármacos, la realidad es que estos acuerdos también son objeto de cuestionamientos.

“No puedo estar en contra de los compromisos para bajar los precios, pero creo que siguen siendo más un escaparate que un intento real de cambiar el sistema”, expresó A Wilbert Bannenberg, médico que dirige la Pharmaceutical Accountability Foundation, con sede en los Países Bajos, le preocupa que las empresas utilicen los acuerdos para acaparar el mercado africano antes de que los competidores genéricos tengan la oportunidad de establecerse y que usen estos compromisos para impulsar sus productos sin tener en cuenta las necesidades de los países.

Christopher Booth, oncólogo del Queens College de Canadá quien lleva casi dos décadas investigando el acceso a la sanidad, suscribió esta visión. “Demasiadas decisiones las toma la industria farmacéutica, cuando en realidad deberían tomarlas los pacientes”, afirmó. 

Dados los limitados presupuestos y las numerosas prioridades sanitarias en competencia, Nyangasi, del Ministerio de Sanidad keniano, dijo a SWI que ya han tenido que rechazar a algunas empresas que ofrecían sus medicamentos innovadores. Ahora han dado prioridad a los 23 medicamentos contra el cáncer más utilizados. “Esto es lo que usamos y lo que necesitamos”, dijo Nyangasi.

Información adicional de Mercy Murugi, editado por Nerys Avery y adaptado del inglés por Andrea Ornelas

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