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Un blanqueo deportivo de la Copa del Mundo desde Ginebra

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Qatar eligió Ginebra para darle un impulso a su política exterior. Illustration Helen James / swissinfo.ch

Qatar eligió Ginebra para lanzar una campaña de relaciones públicas en un intento de asegurarse la Copa del Mundo. Desde allí, el emirato tenía acceso a la FIFA, a las instituciones de Naciones Unidas, a jefes de Estado y a diplomáticos. SWI swissinfo.ch investigó los vínculos entre el emirato y la ciudad suiza.

Situada a pocos metros del exclusivo yacht club de la Sociedad Náutica de Ginebra, en el elegante barrio de Cologny, la amplia residencia del embajador de Qatar ante Naciones Unidas mantiene una vista casi al mismo nivel que el famoso lago de la sede europea de la ONU.

La adquisición de esta casa de 550 metros cuadrados, ubicada en un terreno de más de dos hectáreas, se produjo un año antes de que el entonces jefe de la FIFA, Sepp Blatter, anunciara, para sorpresa de muchos, que Qatar había ganado la candidatura para la Copa Mundial de Fútbol de 2022. La FIFA (Fédération Internationale de Football Association), con sede en Zúrich, es el organismo deportivo mundial que controla el fútbol internacional y organiza la Copa del Mundo.

La repetida escena de júbilo de los qataríes y las sorprendentes reacciones de los miembros de las delegaciones competidoras ante dicho anuncio en diciembre de 2010 en Zúrich, despertaron ciertas sospechas entre los veteranos observadores de la FIFA.

Qatar, que no tiene tradición futbolística, se enfrentaba a una limitación como nación anfitriona, ya que las temperaturas medias del verano superan los 40° C. El Estado, rico en combustibles fósiles, podría haber argumentado lo contrario, pero celebrar el evento deportivo en junio y julio, cuando normalmente se lleva a cabo, era una perspectiva arriesgada para los jugadores. 


A medida que Qatar se embarcaba en la candidatura para la Copa del Mundo de 2022, los informes sobre abusos y muertes de los trabajadores inmigrantes que construían las infraestructuras se convirtieron en un creciente lastre para la optimista narrativa que el país productor de gas estaba deseando proyectar. A esos trabajadoresEnlace externo procedentes de comunidades empobrecidas del sur y el este de Asia se les negaba a menudo su salario, se les prohibía cambiar de trabajo y no podían salir libremente del país. Algunos trabajadores extranjeros también se enfrentaban a duros castigos por criticar el sistema.

Una investigación del periódico The GuardianEnlace externo descubrió que al menos 6 700 trabajadores inmigrantes murieron en Qatar entre 2010 y 2020, mientras el país se preparaba para el evento deportivo. Sin embargo, no está claro cuántos de esos trabajadores estaban empleados en los proyectos de construcción de la Copa del Mundo. Las autoridades qataríes afirman que 37 trabajadores murieron mientras trabajaban en las obras del evento, y que solo tres de estas muertes fueron consecuencia de un accidente laboral.

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra, realizó lo que denomina un “análisis en profundidad” de las muertes relacionadas con el trabajo en Qatar y concluyó que 50 trabajadores murieron en 2020, más de 500 resultaron gravemente heridos y 37 600 sufrieron lesiones leves, todo ello principalmente en el sector de la construcción.

Bajo la presión de la Confederación Sindical Internacional (CSI), con sede en Ginebra, y de la Organización Internacional del Trabajo, Qatar anunció compromisos de reforma laboral siete años después de ganar la candidatura, entre los que se incluyen la prohibición del trabajo al aire libre al mediodía durante los meses de verano, la autorización para que los trabajadores salgan de Qatar sin el permiso del empleador y el establecimiento de un salario mínimo.

Pero el grupo de defensa de derechos humanos Human Rights WatchEnlace externo aseguraba que esas medidas habían sido “lamentablemente inadecuadas y mal aplicadas”.

También se pusieron en marcha investigaciones sobre la corrupción en el proceso de licitación. A finales de 2021, el Departamento de Justicia de Estados Unidos declaróEnlace externo que varios funcionarios de la FIFA habían recibido sobornos para votar por Qatar en 2010.

En Francia se está investigando también una reunión entre el expresidente Nicolas Sarkozy, el expresidente de la federación europea de fútbol UEFA, Michel Platini, y el emir qatarí días antes de la candidatura ganadora. Se alega que se obtuvieron beneficios económicos a cambio del voto francés. No se han presentado cargos.

A menos de un mes del inicio del Mundial, Tamim Bin Hamad Al-Thani, el emir de Qatar, describió el evento como una “gran ocasión humanitaria” en un discurso ante el consejo de la Shura, el órgano legislativo de dicho país y afirmó que las críticas a Qatar eran “invenciones”.

Los “estudios de factibilidad” internos del organismo mundial de fútbol determinaron que el torneo no sería viable durante la franja regular del verano. Sin embargo, el inicio se confirmó para finales de noviembre o principios de diciembre de 2022, para desesperación de los organizadores de torneos europeos y fanáticos por igual.

Durante mucho tiempo se rumoreó que Estados Unidos y el Reino Unido, que se habían postulado para las Copas del Mundo de 2018 y 2022 junto con Corea, Japón y Australia, estaban entre los favoritos. Pero el intenso cabildeo de Qatar, la discutible inclinación de la FIFA por apoyar a un gobierno autoritario por encima de la democracia para hacer el trabajo, y el hecho de ser sede en una región donde el deporte podría seguir creciendo, jugaron a favor del emirato. Jérôme Valcke, exsecretario general de la FIFA, admitió en 2013 que “menos democracia es a veces mejor para organizar un Mundial”. Desde entonces ha sido condenado en Suiza por aceptar sobornos.

Posteriormente, las investigaciones en Estados Unidos y Suiza culminaron en 2015 con la revelación de un enorme escándalo de corrupción masiva en la FIFA, seguido de arrestos de altos funcionarios y el fin del mandato de Blatter.

A pesar de haber ganado la candidatura, la reputación de Qatar como anfitrión deportivo creíble y transparente quedó gravemente dañada. Su reputación solo empeoró a medida que el país se embarcaba en la búsqueda de hacer realidad la candidatura a la Copa del Mundo.  Los informes de grupos de derechos humanos y de equipos nacionales de fútbol sobre los abusos y las muertes de los trabajadores migrantes que construían la infraestructura para el Mundial se convirtieron en un obstáculo creciente para la imagen optimista que el país ansiaba proyectar.

Incluso antes de la candidatura, Qatar, consciente de su mala imagen internacional, trató de aumentar el apoyo entre organizaciones deportivas, jefes de Estado y diplomáticos. Eligió Ginebra como lugar para dirigir una enorme campaña de relaciones públicas. 

Esta investigación en tres partes muestra hasta dónde llegó el emirato para blanquear su reputación y el papel que desempeñó Ginebra en esta maniobra de marketing. 

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El centro suizo de la política exterior de Qatar

Este contenido fue publicado en Qatar eligió Ginebra como centro para llevar a cabo su política exterior, una elección que le dio acceso a las ONG, a la ONU y a la FIFA.

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*Este artículo se modificó el 17 de noviembre para proporcionar información adicional sobre el número de trabajadores migrantes que se cree que han muerto en Qatar.

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