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El arte de Darryl Pottorf: ver es creer

Darryl Pottorf, acuarela sobre polilaminado, objeto metálico, 2002.

En la galería de arte contemporáneo Jamileh Weber de Zúrich se exhiben las últimas creaciones del norteamericano Darryl Pottorf, uno de los artistas más audaces y complejos en el panorama de la plástica actual.

Cerca de 20 obras que datan de 2002 a la fecha se presentan al público suizo, incluyendo los trabajos que este creador realizó para la muestra que se le consagró en el Instituto Valencia de Arte Moderno (IVAM), España, en 2008.

La producción de Pottorf es una afortunada síntesis de experimentación fotográfica, pintura y palabras escritas, que conduce al espectador a un terreno donde prevalece una esplendorosa poesía visual. Un mundo en el que el autor se convierte en el poeta que manifiesta con imágenes lo que no puede decirse con palabras.

Los viajes de revelación

Nacido en Cincinnati, Ohio, en 1952, Darryl Pottorf se trasladó años después con sus padres a Florida donde actualmente vive y desarrolla su trabajo artístico.

A temprana edad el joven se relacionó con la arquitectura gracias a la influencia de su padre que era constructor de edificios y casas. Sin embargo, el ansia de conocer y confrontarse con otras formas de vida lo llevó a recorrer varias partes del mundo. Esto ha hecho que en sus composiciones la idea del viaje y del movimiento sea una de sus más destacadas características.

Desde el inicio el artista norteamericano sintió un auténtico interés por Europa y el arte europeo. Pensaba incluso que él no debía de haber nacido en Estados Unidos, por eso en la primera oportunidad se fue a probar suerte al Viejo Continente.

Con poco dinero en la bolsa y sin hablar otro idioma más que el suyo, Pottorf llegó primero a Suiza y más tarde a Florencia, la ciudad de sus sueños, en donde para ganarse la vida hacía retratos que vendía por 150 dólares. Luego, se trasladó a Grecia, visitó Ámsterdam, el sur de España, Barcelona y Madrid.

Una sólida formación clásica

En Florencia Darryl Pottorf confesaba sentirse como en su propia casa. Allí estudió dibujo, pintura e historia de la arquitectura y, más que nada, descubrió la obra de Miguel Ángel y Leonardo, una auténtica revelación para el pintor.

La sólida formación clásica que el joven adquirió en la ciudad italiana, le permitió trabajar en el departamento de restauración con el prestigioso historiador del arte, Dr. Fred Licht, para su libro: Goya. ‘The Origins of the Modern Temper’ (1970), que representó sin duda un momento decisivo en la carrera del norteamericano.

El estudio de Fred Licht fue fundamental pues contribuyó a que el arte contemporáneo reconociera al genio español como el iniciador de la pintura moderna. En él se habla de la libertad estilística de Goya y de su empeño por mantenerse libre de sus mecenas para que ninguno controlara su quehacer artístico.

La importancia de la fotografía

Darryl Pottorf es un creador incansable cuya fe radica en lo que él mismo ha visto y experimentado. Por eso a raíz de sus numerosos viajes y estancias en el extranjero ha logrado reunir un extenso archivo fotográfico, indispensable para la rica imaginería que aparece en sus creaciones.

La mayor parte de las imágenes que emplea viene de su propio banco de fotografías, como monumentos históricos, reconocibles o desconocidos, fragmentos de arquitecturas, objetos y signos que poco a poco ha ido incorporando a su vocabulario visual. De vez en cuando, incluso, se permite introducir la reproducción de alguna pintura de Leonardo da Vinci.

Las fotografías que el pintor estadounidense integra en sus trabajos son más bien tomas abiertas y vagas, vistas desde un ángulo abstracto. Lo mismo puede decirse de las frases fluidas y expresivas inscritas sobre dibujos al carboncillo, que mantienen cierta ambigüedad en la estructura de la composición.

A este respecto el propio Darryl Pottorf afirma: “De alguna manera, me gusta la ambigüedad. Me gusta que haya cierta confusión para despistar. Y cuando has terminado, la despliegas por todas partes, porque eso es lo que mantiene el interés”

El regreso a España

España ha sido un lugar que siempre ha atraído la atención y el interés de este autor. Desde la primera vez que visitó el país, descubrió la maestría de Goya y de él asimiló la brillantez de sus cuadros, la gran libertad y espontaneidad con las que el español sabía resolver sus ejecuciones.

En varias de las creaciones que aparecen en la exhibición a gran escala que se le consagró a Darryl Pottorf en el IVAM, llamada Experimento en consecuencias, se desarrolla la idea del movimiento perpetuo. Esto se ve a través de la figura del cuerpo humano en acción, o en el golpe del viento sobre un objeto que lo hace moverse o simplemente en el curso que sigue la naturaleza.

Otros trabajos están elaborados a partir de imágenes que el artista fotografió en sus visitas a Madrid y a Valencia.

En todos ellos hay una interpretación sorprendente y original de las escenas, gracias a los ángulos inesperados que sabe escoger con su cámara fotográfica. En algunas de esas pinturas se recogen ciertos elementos de la cultura española como los matadores, los parasoles o los muros llenos de graffiti.

El arte de Darryl Pottorf es un asombroso intento por atrapar el presente en perpetuo movimiento, por medio de la pintura, la fotografía y la palabra escrita. La exhibición de esta obra en la Galería Jemileh Weber de Zúrich, cerrará sus puertas el 28 de junio de 2008.

swissinfo, Araceli Rico,Zurich

Las creaciones más recientes del norteamericano Darryl Pottorf se exhiben en la galería Jamileh Weber de Zúrich. Una obra compleja y fascinante, cuyo autor a la edad de 40 años no se atrevía aún a reconocerse plenamente como artista.

Según él mismo confiesa se avergonzaba de su condición, pues creía que no era lo suficientemente bueno para dedicarse al arte. No obstante, desde muy joven fue un dibujante infatigable.

Darryl Pottorf fue reconocido como un creador hasta la década de los años 80, cuando en una de sus exhibiciones en Suiza logró vender casi la totalidad de sus composiciones. A partir de entonces él mismo se consideró como un verdadero profesional.

El caso de Pottorf es semejante al de De Kooning, cuya obra fue reconocida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York hasta que este gran pintor “americano”, de origen holandés, rondaba los 50 años.

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