
El bailaor cordobés Rubén Molina se convierte en gladiador en la Arena de Nîmes (Francia)
París, 12 ago (EFE).- El bailaor y coreógrafo cordobés Rubén Molina protagoniza ‘Le Rêve Du Gladiateur’ (‘El sueño del gladiador’), un megaespectáculo con más de 200 artistas en el que se convierte en guerrero de la Arena de Nîmes (sureste de Francia), uno de los anfiteatros romanos mejor conservados del mundo.
«Es una fantasía. Este trabajo y este personaje son una fantasía», afirma a EFE el bailarín español, que en esta producción se ha puesto a las órdenes del artista y director de escena Arthur Cadre -conocido por haber sido el «viajero dorado» de la clausura de los Juegos de París- y de la compañía Dragone, responsable de creaciones del Circo del Sol y del ‘A New Day’ de Céline Dion en Las Vegas.
En el centro de la obra, que se estrenó el pasado 8 de agosto y con representaciones tan solo hasta el próximo día 15, hay un gladiador que navega entre lo contemporáneo y el último siglo antes de Cristo, sumergiendo al espectador en el sueño de un imperio romano que no se acaba nunca.
«Trabajo el piano, con el combate, la lucha… y trabajo también la danza, evidentemente, que es una de mis materias principales», comenta Molina, que en esta obra se enfrenta al reto más «multidisciplinar» de su ya carrera, empezando por manejarse con la espada y con el escudo.
«Yo nunca me había peleado en mi vida», comenta entre risas el creador de espectáculos como ‘La salida’ o ‘Mátame’.
Fueron los propios responsables de la obra quienes se acercaron al bailaor español, sin necesidad de hacer ningún ‘casting’, para proponerle liderar la producción.
A Molina la idea le sorprendió inicialmente, admite, pero en seguida vio la conexión del personaje con su forma de entender el arte y su forma de comunicar.
También le resulta un privilegio poder trabajar con Cadre y con la compañía Dragone, y hacerlo además en un lugar tan simbólico y espectacular como la Arena de Nîmes, hogar natural de gladiadores.
Y para afrontar el reto fue clave prepararse muchísimo, dice, ya que en aspectos como los pasajes de lucha ha tenido que hacer un «trabajo de deconstrucción» de su cuerpo de bailarín.
El papel también requirió aprender mucho sobre los gladiadores, sobre los que existe poca documentación real y muchas leyendas, algo que a este artista cordobés de 40 años le resultó muy estimulante.
«Eran como los futbolistas de ahora. Se hacían jarras y utensilios con sus caras, se vendía la sangre de ellos para temas de fertilidad», cita el artista español.
Por el momento, no hay planes concretos para llevar el espectáculo a más escenarios aunque a Molina le encantaría poder representarlo tanto en otros lugares como volver a la Arena de Nîmes en el futuro, una vez que el actual sueño de su gladiador se acabe -al menos por el momento- el próximo viernes. EFE
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