El Estadio Nacional de Chile, primer lugar de memoria en recibir unos juegos
Elvira Osorio Seco/Javier Martín
Santiago de Chile, 19 oct (EFE).- El Estadio Nacional de Chile, que a partir de este viernes alberga la XIX de los Juegos Panamericanos, la cita deportiva más importante del continente, es un recinto singular, tanto que será el primer «lugar de memoria» en ser sede y testigo de las hazañas de miles de deportivos.
En el recuerdo de sus paredes se amontonan aplausos, exclamaciones de alegría, lágrimas de felicidad memorable, pero también gritos de dolor, lágrimas de miedo y los susurros de la memoria colectiva más triste y trágica de un país, Chile, y de una cruenta dictadura que lo utilizó como centro de reclusión y tortura.
Escenario de la final del Mundial de fútbol de 1962, en el que Chile consiguió su mejor clasificación histórica -un tercer puesto-, es parte del corazón de la capital: por sus galerías han pasado estrellas del deporte de la talla de Pelé -quien sobre su pasto alzó su segunda corona mundial-, y de la música como Bono (U2), Iron Maiden y Daddy Yankee, además de miles de ciudadanos chilenos presos de la represión que siguió al golpe de Estado del general Augusto Pinochet contra el gobierno democrático del socialista Salvador Allende.
Exactamente cincuenta años después, miles de aficionados al deporte tomarán los lugares que ocuparon aquellos hombres y mujeres presos para disfrutar en su recinto y en los aledaños de los casi siete mil deportistas de 41 nacionalidades que participarán en unos juegos que se espera conciten a un millón de asistentes en los recintos y más de doscientos millones lo presenciarán televisado.
«Es un orgullo nacional», dijo hace apenas diez días el presidente de la República, Gabriel Bóric, al inaugurar la renovación del recinto, con una sensación de alivio tras meses de trabajo a contrarreloj.
“Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”
Construido en 1937 en la popular barriada de Macul, ya desde el principio cargó con las críticas y la desconfianza: se le bautizó “elefante blanco”, pues se pensó que nunca podría llenarse.
La primera prueba de fuego que afrontó fue el propio mundial de fútbol. Lo consiguió en 1956, tras muchas vicisitudes y críticas, Raúl Colombi quien pronunció ante la FIFA una frase ya famosa en la historia, con la que convenció a los indecisos que se inclinaban por una sede europea ante la lejanía y subdesarrollo de Chile: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”.
Pero en 1960, el terremoto más fuerte de la historia contemporánea -marcó más de 9 puntos en la escala abierta de Ritcher- sacudió al país. La ruptura tectónica ocasionó más de 1.500 muertos y más de dos millones de afectados, sembrando la duda de si el evento podría realizarse en el territorio andino.
Argentina y varios países europeos se ofrecieron a realizarlo, pero el presidente de aquel entonces, Jorge Alessandri Rodríguez, fue tajante: “El Mundial, señores, se hace en Chile, sí o sí”, sentenció.
En ese año, el país consiguió el tercer puesto en el mundial, recordado en la memoria de los chilenos como un hito del siglo XX.
El partido fantasma
Aunque el espacio se asocie a eventos deportivos, también es un símbolo de la sombría represión política al convertirse en el mayor centro de detención y tortura durante la dictadura de Pinochet (1973-1990).
Por ello es en la actualidad uno de los sitios de memoria más emblemáticos del país. La galería de la escotilla 8 conserva los bancos de madera donde sentaban a los presos políticos, y en ese muro se puede leer: “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.
Cerca de 50.000 prisioneros pasaron por el Estadio Nacional entre septiembre y noviembre de 1973. El espacio se cerró como centro de detención para jugar las eliminatorias del Mundial de 1974 contra la URSS. Chile y la extinta Unión Soviética disputaron el primer partido en septiembre, en plena represión, en Moscú, pero de aquel encuentro no quedaron registros, ya que así lo ordenaron en el Kremlin.
La vuelta se debía jugar en noviembre en Santiago, y por ello Pinochet ordenó que se desalojara de prisioneros a toda prisa para poder pasar la inspección de la FIFA.
El partido, sin embargo, no se suspendió. Los chilenos saltaron al campo, sin rival, y el árbitro dio el pitido inicial: y la Roja anotó un gol sin oposición que le dio la victoria.
“Fue el show futbolístico más burdo que me tocó vivir. El teatro de lo absurdo”, recordó en entrevista a medios Carlos Caszely, el delantero de la selección sudamericana de aquel tiempo.
Centro electoral
En 2003 el icónico Estadio Nacional fue declarado Monumento Histórico. En la historia reciente sigue siendo escenario de procesos clave para Chile como el de septiembre de 2022 cuando se convirtió uno de los principales centros de votación para el plebiscito constitucional que pretendía terminar con la Carta Magna impuesta en dictadura.
A partir del viernes será en uno de los epicentros de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, que tendrán lugar del 20 de octubre al 5 de noviembre y del 17 al 26 de noviembre, respectivamente.
Con un nuevo lavado de cara, el Estadio Nacional, acogerá en el marco de los 50 años del golpe de estado, el evento multideportivo más importante celebrado en Chile. EFE
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