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El fundado optimismo del ‘Señor Prión’

El profesor Adriano Aguzzi, conocido como 'el Señor Prión'. swissinfo.ch

El profesor Adriano Aguzzi (44 años) es uno de los expertos mundiales de la enfermedad de las vacas locas. Para él, el balance del rubro es positivo.

Las investigaciones sobre los priones permitieron definir el origen de la enfermedad y limitarla.

Hace unos doce años, la aparición de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), conocida comúnmente como la ‘enfermedad de las vacas locas’, puso en alerta a las autoridades sanitarias y veterinarias de diferentes países europeos.

Millones de bovinos debieron ser abatidos a fin de detener la difusión de ese padecimiento mortal que destruye progresivamente el cerebro y el sistema nervioso.

Hay que decir que la epidemia perdió terreno, de una manera considerable, en los últimos años. Pero la aparición en el ser humano de una nueva forma de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, causada por el consumo de carne de res contaminada, hizo resurgir algunos temores.

Director del Instituto de Neuropatía de la Universidad de Zúrich y galardonado en forma reciente con el premio Marcel Benoist 2004, el profesor Adriano Aguzzi se encuentra entre los investigadores que han permitido comprender mejor el papel de los priones, los agentes infecciosos que transmiten enfermedades tales como la EEB.

swissinfo: Desde hace algunos años se habla menos de la enfermedad de las vacas locas y del riesgo de transmisión de ese virus en el hombre. ¿Es un error de los medios de prensa o realmente terminó el riesgo?

Adriano Aguzzi: Con frecuencia, en el mundo de la salud –pero también en otros sectores- la atención de los medios informativos se concentra de una manera exacerbada, a veces casi histérica, en un tema que de inmediato pasa de moda. Cae entonces en el olvido y es reemplazado por otro tema.

Es el caso de la EEB, que ya no ocupa las primeras planas de los periódicos pero, que, lamentablemente, se encuentra bien presente. Sin embargo, podemos sentirnos optimistas frente a un problema que dejó de ser agudo.

Las medidas adoptadas durante esta última década, comenzando por la prohibición de utilizar harinas animales, permitieron reducir de manera considerable la difusión de la enfermedad entre los bovinos y, de esa manera, los riesgos de transmisión al ser humano.

No hace mucho tiempo se dudaba todavía de que la EEB fuera provocada por las harinas animales. ¿Se tiene ahora la certeza?

A.A..- Absolutamente. Ya no hay ninguna duda. La Encefalopatía Espongiforme Bovina fue difundida por las harinas animales. Aun cuando todavía hoy algunos incorregibles, incluidos investigadores, sostienen otras teorías, hablan de bacterias o de substancias tóxicas.

Personalmente, estoy dispuesto a apostar mi reputación de investigador por el hecho de que la enfermedad de las vacas locas se origina en las harinas animales.

¿Cómo surgió la idea de alimentar a los bovinos con harinas que contenían justamente carne de bovino? ¿Se puede hablar de una lógica demencial del beneficio?

A.A..- Es verdad que esta práctica es contra-natura. Transformó a animales herbívoros en verdaderos caníbales. En el origen de este método, no había solamente intereses financieros sino también argumentos que casi se podrían calificar de ecológicos.

No olvidemos que en países como Suiza se eliminan muchas partes de la res que en otros lugares son utilizados normalmente en la alimentación del hombre. Hace unos 20 años, parecía absurdo incinerar todas esas preciosas proteínas con un alto valor energético.

Entonces, en lugar de destruirlas, se pensó que era mejor reciclarlas y transformarlas en harinas animales.

Este error costó muy caro a un buen número de personas que contrajeron la nueva forma del mal de Creutzfeldt-Jakob. Sin embargo, parece que el mal se propaga de una manera menos acelerada a la prevista…

A.A..- En efecto. Hace algunos meses estaba aterrorizado con la idea de una gigantesca epidemia que habría podido causar millares de víctimas. Afortunadamente, no fue así y cada año se aleja más ese riesgo.

Es verdad que alrededor de 160 personas han muerto hasta ahora a causa de la nueva forma de Creutzfeldt-Jakob. Es una tragedia que habríamos podido evitar a cada una de las víctimas y a sus allegados. Pero también es cierto que otras enfermedades causan daños aún mayores.

Existe todavía, sin embargo, una serie de dudas con respecto al período de incubación, desde la transmisión de los priones hasta la aparición de la enfermedad

A.A..- Hay que ser prudente puesto que el tiempo de incubación puede ir de 20 a 40 años. Conocemos el número de las víctimas pero no sabemos cuántas personas fueron infectadas y cuántas otras son portadoras del virus.

Esta enfermedad, afortunadamente, no puede ser transmitida sexualmente, como es el caso del SIDA. Hay todavía un fuerte temor de que se pueda propagar por transfusión sanguínea. De hecho, los priones patógenos fueron encontrados en la sangre de personas que no estaban todavía enfermas en el momento de la donación.

Por esa razón nuestro instituto analiza millares de muestras de tejidos linfáticos, como de las amígdalas o el vaso, para intentar identificar los priones y controlar la frecuencia de la infección entre la población.

Si se diera el caso de que la infección estuviera ampliamente extendida, ¿habría una posibilidad de impedir su desarrollo, por ejemplo, con el bloqueo de la acción de los priones en el cerebro?

A.A..- Actualmente existen numerosas preguntas a las que nuestro instituto pretende responder. Por ejemplo, ¿pará qué sirven los priones?, ¿qué moléculas están implicadas en su reproducción y ¿qué mecanismos permiten a los priones patógenos dañar al cerebro?

En cambio, comprendemos bien la forma en que el prión se desplaza a lo largo del aparato digestivo hasta el cerebro. Logramos también crear un verdadero arsenal de substancias farmacéuticas capaces de bloquear su trayecto.

En ese terreno, sin embargo, el problema es de saber quién y cuándo ha sido infectado. Estamos pues en la búsqueda de instrumentos de diagnóstico que puedan advertir rápidamente la transmisión del prión al ser humano.

Usted estudió y trabajó en buen número de países y ha obtenido diversos premios en Suiza y en el extranjero. ¿Cómo evalúa el nivel de la investigación en Suiza con respecto a otros países?.



A.A..- Suiza tiene una posición de líder en las áreas de biología molecular, inmunología y ciencias neurológicas. Basta pensar en los sabios que han recibido el Premio Nóbel, como Rolf Zinkernagel o Kurt Wütrich.

Sin embargo, algunas nubes se perfilan en el horizonte. Desde hace algunos años, la Confederación y los cantones adoptan medidas de ahorro, medidas que afectan también a la ciencia, la cual no puede contar con un verdadero aparato de presión.

Una elección semejante comporta enormes riesgos. Los progresos en los campos de la propiedad intelectual, la producción de patentes, la investigación científica y tecnológica constituyen, sin ninguna duda, una ocasión única para que Suiza mantenga su bienestar ahora, pero también en el futuro.

Los recortes presupuestarios en el sector de la investigación tendrán ciertamente graves consecuencias de aquí a treinta años.

swissinfo, Armando Mombelli
Traducción, Marcela Águila Rubín

La enfermedad de las vacas locas, la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) es originada por las harinas animales.

Desde 1990, 200.000 casos de EEB han sido detectados en el mundo, de los cuales 190.00 sólo en Gran Bretaña.

Suiza es uno de los países más afectados con 450 casos registrados. En los últimos diez años, se adoptaron severas medidas para frenar la propagación de la enfermedad.

De nacionalidad italiana, Adriano Aguzzi nació en 1960. Estudió Medicina en Friburgo-en-Brisgau (Alemania), Basilea, NuevaYork y Zúrich.

Trabaja desde 1993 en la Universidad de Zúrich donde dirige el Instituto de Neuropatía. Encabeza también el Centro nacional suizo de referencia para las enfermedades vinculadas con los priones.

El investigador ha obtenido diversos reconocimientos por su trabajo. Entre ellos, los premios Robert Koch y Marcel Benoist.

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