El hombre controlaba el fuego hace más de 400.000 años
Redacción Ciencia, 10 dic (EFE).- La capacidad de hacer fuego fue un punto de no retorno para la evolución humana. Esta habilidad nos dio libertad para elegir dónde acampar, nos protegió de los depredadores y del frío, mejoró nuestra alimentación y contribuyó a crear vínculos y estructuras sociales.
Ahora, un equipo internacional de científicos liderado por Nick Ashton y Rob Davis del Museo Británico ha descubierto en Suffolk (Reino Unido) pruebas de que hace más de 400.000 años los humanos podían hacer fuego deliberadamente.
Enterrados entre la arcilla de una cantera en desuso en Barnham, Suffolk, los científicos han encontrado sedimentos cocidos, hachas de sílex destrozadas por el calor y dos trozos de pirita -una piedra utilizada para hacer chispas y prender la yesca- que fueron fundamentales para hacer el fuego.
Hasta ahora, la evidencia más antigua de creación de fuego era de hace 50.00 años y se halló en el norte de Francia, pero las pruebas descubiertas en Suffolk revelan que el hombre hacía fuego 350.000 años antes.
Además, el estudio apunta que esta capacidad humana, que pone de manifiesto un comportamiento complejo en los humanos, coincide con el aumento del tamaño del cerebro y las capacidades cognitivas hace unos 400.000 años.
El fuego y sus innumerables beneficios
Se han encontrado pruebas de hace un millón de años que demuestran que los seres humanos en África cogían fuego de los incendios forestales naturales para aprovecharlo momentáneamente pero determinar en qué momento aprendieron a hacerlo por sí solos es muy difícil.
El nuevo estudio presenta las pruebas que revelan que hace 415.000 años, los humanos -probablemente neandertales antiguos- sabían hacer fuego.
Una de ellas es un trozo de arcilla cocida que, tras casi cuatro años de pruebas geoquímicas, el equipo pudo comprobar que había sido sometida repetidas veces al fuego, a temperaturas superiores a los 750 ºC, y en el mismo lugar del yacimiento, es decir, eran los restos de una hoguera que se usó muchas veces.
Pero el hallazgo «decisivo» fue el de la pirita de hierro, que se puede usar para golpear el sílex y crear chispas, pero este mineral no es de la zona, lo que sugiere que los primeros pobladores conocían su valor, sabían dónde encontrarla y la llevaban consigo para hacer fuego, ha detallado Nick Ashton en una rueda de prensa online.
La capacidad de hacer fuego hizo que los humanos ya no dependiesen de los impredecibles rayos y los incendios forestales, que eran ocasionales y difíciles de mantener. Hacer fuego permitió a los humanos la libertad de elegir sus campamentos y encenderlo cuando y donde fuera necesario.
Además, el fuego proporcionó también numerosos beneficios, como la capacidad de cocinar una mayor variedad de alimentos, lo que mejoró la alimentación, facilitó la digestión y eliminaba toxinas, unas ventajas que, además, «pudieron ser importantes para el desarrollo del cerebro humano en ese momento», ha subrayado Rob Davis en la rueda de prensa.
Pero el fuego también proporcionó calor y seguridad, lo que permitió a los humanos extenderse y prosperar «en entornos más fríos y hostiles», ayudó a mejorar las tecnologías como la fabricación de pegamento para herramientas con mango y, sobre todo, se convirtió en un «centro social» alrededor del cual los miembros del grupo se reunían para «contar historias, desarrollar el lenguaje, crear creencias y, en resumidas cuentas, socializar», ha añadido Davis.
En cuanto a quiénes eran las personas que hicieron fuego en Barnham hace 400.000 años, los autores avanzan que probablemente fueron los primeros neandertales que en esa misma época habitaban en Swanscombe o Kent, en el Reino Unido, y en Atapuerca (España), donde se han encontrado fósiles que «incluso conservan el ADN de aquellos primeros neandertales», ha apuntado Chris Stringer, del Museo de Historia Natural y coautor del estudio.
En esos momentos, el Homo sapiens se estaba desarrollando en África pero no se sabe «si tenía la capacidad de sus parientes de hacer fuego, porque aunque es posible, no se ha podido probar», ha aclarado.
Conclusiones contundentes
En una News & Views firmada por Ségolène Vandevelde, de la Universidad de Quebec en Chicoutimi (Canadá), y publicada en Nature, la experta subraya que la investigación es una combinación rigurosa y efectiva de métodos que permiten llegar a conclusiones robustas.
En la misma línea, en declaraciones a la plataforma de recursos científicos SMC, el investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes-Cerca) y codirector del proyecto Atapuerca, Andreu Ollé, explica que el estudio encaja los hallazgos de yacimientos de cronologías similares como Menez-Dregan o Terra Amata, en Francia, la cueva de Aroeira, en Portugal o la Cansaladeta, en Tarragona, donde se han encontrado evidencias de uso de fuego hace 400.000 años.
Pero, a su juicio, la principal aportación del estudio es la relación entre la pirita y el uso del fuego intencionado porque refuerza la idea de que alrededor de esta fecha hay ya «un uso estructural del fuego».
De igual modo, Juan Manuel Jiménez Arenas, profesor en el departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, subraya que el hallazgo de la pirita es una evidencia «contundente» que «indica que los humanos de hace 400.000 años tenían el conocimiento necesario para generar fuego ex novo». EFE
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