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El plan Trump: un ultimátum para una rendición

José Luis Paniagua

Madrid, 1 oct (EFE).- El plan de paz que el presidente estadounidense, Donald Trump, presentó el lunes junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para Gaza supone más un ultimátum al grupo islamista Hamás para detener el genocidio en la Franja de Gaza a cambio de la rendición de las aspiraciones soberanas palestinas que un camino hacia una solución final al conflicto árabe israelí.

Evocando tiempos coloniales cuando franceses y británicos se repartían los restos del Imperio Otomano, el plan que Trump ha elaborado tras sus contactos con Israel traza el futuro en la franja sin la opinión ni participación de palestinos y presenta un gobierno de transición indefinido del que solo se sabe que estará encabezado por el propio presidente estadounidense y tendrá la presencia del exprimer ministro británico Tony Blair.

«Más que un plan, parece un ultimátum a Hamás para que se rinda, y en el caso de no hacerlo, pues la amenaza es continuar con la destrucción de la Franja de Gaza y con el genocidio de su población», comentó a EFE el catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, Ignacio Álvarez Ossorio.

Con la ausencia de los palestinos en la elaboración de esta propuesta de 20 puntos, las reivindicaciones históricas desaparecen y «la posibilidad de la autodeterminación y la creación del Estado palestino», avalada por Naciones Unidas, queda en el limbo de la condicionalidad de unas «reformas en la Autoridad Palestina» tuteladas por Israel.

Netanyahu dijo que «sería un milagro que la Autoridad Palestina hiciera todas las reformas que Israel exige», recordó a EFE Max Rodenbeck, director de proyecto Israel-Palestina del International Crisis Group

Pero ni siquiera con la tutela israelí Netanyahu está dispuesto a reconocer un estado palestino y así lo subrayó horas después de su rueda de prensa con Trump. «Rotundamente, no», dijo en un vídeo publicado en redes sociales.

Una puerta al final de la masacre

La mayor parte de los miembros de la comunidad internacional han recibido positivamente la propuesta, incidiendo en el alivio que supondría para una población que desde hace dos años vive en un desplazamiento interno constante, es bombardeada a diario y ha visto como iban desapareciendo medicinas y alimentos por el sitio israelí

La aceptación del plan supondría teóricamente el final de la masacre cotidiana en Gaza y reabriría las puertas a la asistencia humanitaria bloqueada por Israel desde hace meses mientras los muertos por la hambruna se cuentan por cientos, muchos de ellos niños.

Para Álvarez Ossorio el plan tiene «elementos positivos» como que se permita la entrada masiva de ayuda humanitaria, la rehabilitación de las infraestructuras que han sido destruidas, la reconstrucción a cargo de los países del Golfo y que no haya una expulsión de la población, con lo que «la situación humanitaria de la población va a mejorar notablemente».

Aunque subraya el alto costo para los palestinos. «Otra vez volvemos a recuperar el escenario, de negar los derechos nacionales del pueblo palestino. Otra vez estamos un poco en la dinámica de los acuerdos Sykes Picot del plan de partición, es decir, que otros, sobre todo en Occidente, adoptan decisiones en nombre del pueblo palestino, y esto yo creo que es una receta para el fracaso», afirma.

Varios ganadores y un perdedor

Rodenbeck cree que «el acuerdo está estructurado de tal manera que les da a muchos de los actores principales las piezas que realmente necesitan».

Así, destaca que los egipcios y los jordanos, que estaban preocupados por los refugiados palestinos entrando a su país, «han recibido garantías de que los palestinos se quedarán en Gaza», y los interesados en la reconstrucción y en oportunidades de negocio «obtienen algo», de modo que todos «han sido silenciados».

«Francamente, muchos de los vecinos en la región tampoco son amigos de Hamás, así que si esto significa el fin de Hamás, no les preocupa demasiado», agregó.

Para Álvarez Ossorio «los cambios de última hora claramente tienen un perdedor, que son los palestinos y un beneficiado que es Israel».

Destaca que Israel ha logrado eliminar «los aspectos más lesivos para los intereses israelíes», como la retirada de tropas, que ya no dice que va a ser completa y tampoco se hace ningún tipo de mención a la solución de los dos Estados.

Muchas interrogantes

El plan presentado carece de definiciones y de plazos. No se sabe quienes serán los miembros que conformarán el gobierno de transición, cuánto durará esa autoridad interina, cuándo se retirarán las tropas israelíes, cómo se articulará la entrada de ayuda y ni tan siquiera cuál será el rol de cada cual.

Álvarez Ossorio subraya que el plan contempla la conformación de una Fuerza Internacional de Estabilización con participación de países árabes e islámicos, sin embargo «no queda claro es como van a estar representados los intereses de esos países árabes musulmanes en el gobierno de transición».

Tampoco cuánto tiempo durará ese gobierno.

Rodenbeck va más lejos: «No sabemos exactamente a qué se está llegando a un acuerdo. Preguntas cuánto se debe ceder para aceptar esto, pero ni siquiera está claro qué estás aceptando, porque ni siquiera sabes quién va a estar a cargo, excepto el presidente Trump». EFE

jlp/lar

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