El relator Bennet denuncia los crímenes talibanes y la resignación de algunos países
(Actualiza con declaraciones de la presidenta de Women for Afghanistan)
Madrid, 12 dic (EFE).- El relator especial sobre los Derechos Humanos en Afganistán, Richard Bennet, denunció este viernes un «deterioro drástico» de los derechos humanos en el país, llegó a la conclusión de que las violaciones de los mismos son «crímenes de lesa humanidad» en el caso de las mujeres, y reprochó la resignación de algunas potencias sobre la situación.
«La crisis en Afganistán debe despertar nuestra conciencia, y es vital que mantengamos a Afganistán firmemente en la agenda internacional y nos comprometamos a una acción sostenida y basada en principios», instó en la inauguración de la conferencia HearUs 2025 titulada ‘Promoviendo la rendición de cuentas para las mujeres de Afganistán’.
Desde 2021, cuando regresaron al poder, los talibanes han emitido numerosas órdenes que privan a las mujeres y niñas de sus derechos más básicos y fundamentales, describió, como la libertad de movimiento, la educación, el trabajo, la atención médica, la autonomía física, la expresión y la reunión, y la participación en la vida pública, además de restringirse severamente su acceso a la justicia.
Son violaciones de los derechos «tan graves, generalizadas y sistemáticas» que Bennet considera que «constituyen crímenes de lesa humanidad» como persecución o ‘apartheid’ de género, conclusión a la que han llegado otros organismos internacionales, apuntó.
Los talibanes, tras la salida de las fuerzas occidentales, también han desmantelado los marcos jurídicos e institucionales y abolido mecanismos cruciales de protección, mientras que las redes de apoyo han colapsado o se han visto obligadas a pasar a la clandestinidad.
El sistema talibán de «opresión de género» se da con otras «graves y generalizadas» violaciones de derechos humanos, como «ataques contra minorías étnicas y religiosas, asesinatos y represalias contra exfuncionarios, medios de comunicación independientes y organizaciones de la sociedad civil, así como un «alarmante grado de castigo corporal».
Los defensores y activistas de derechos humanos, tanto dentro como fuera de Afganistán, siguen desempeñando un papel vital, pero su labor se ve socavada por la presión talibán, según Bennet, y «por los recortes a la financiación internacional».
Además, la situación empeora por la crisis económica en curso y drásticas reducciones de la ayuda y la asistencia humanitaria. El plan de respuesta humanitaria de este año, para apoyar a unos 23 millones de afganos, solo cuenta con un 38 % de financiación.
Es más, un número creciente de países, tanto vecinos como lejanos, están devolviendo afganos a Afganistán, a pesar de los claros riesgos para ellos, apuntó.
«Afganistán no es una causa perdida»
Pero lo que alarma al relator tanto como los «crímenes» de los talibanes es el sentimiento creciente entre algunos actores internacionales, aunque no España, de que Afganistán «es demasiado complejo para solucionarlo, que el control de los talibanes es una realidad objetiva y, en otras palabras, que, por el momento, Afganistán es una causa perdida».
«Lo que he dicho en otras ocasiones: Afganistán no es una causa perdida, y no debemos mirar hacia otro lado», recalcó.
Cualquier normalización del sistema ideológico, deliberado e institucionalizado de opresión de género de los talibanes no es moralmente defendible y es peligrosa, pues «lo que ocurre en Afganistán no se quedará en Afganistán», argumentó.
Para evitar que Afganistán sea una causa perdida, se necesita una serie de intervenciones combinadas para enviar un mensaje contundente a las autoridades locales de que habrá consecuencias por sus acciones.
Citó la Corte Penal Internacional (CPI) y la emisión de órdenes de arresto de dos altos líderes talibanes; y la iniciativa de un grupo de Estados para exigir responsabilidades a Afganistán por las violaciones de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
«Lamentablemente, 15 meses después del lanzamiento de esta iniciativa, el progreso ha sido muy lento», reprochó. Pidió, sin embargo, a los países de mayoría musulmana que la apoyen.
Celebró la reciente creación por parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de un mecanismo de investigación independiente para Afganistán: «Espero que los Estados miembros de la ONU, incluidos España y otros miembros de la UE, contribuyan a un Fondo Fiduciario voluntario para garantizar que pueda comenzar a trabajar lo antes posible».
También se necesita más apoyo para los refugiados afganos por parte de los otros Estados.
La presidenta de la organización Women for Afghanistan, Fawzia Koofi, reclamó que el mundo de mayoría musulmana «despierte» ante esto y que los mecanismos internacionales de rendición de cuentas funcionen efectivamente, y valoró los esfuerzos «inquebrantables» del Gobierno español.
Los talibanes se oponen a «cualquier cosa que dé dignidad a los seres humanos» con el argumento de la religión o la cultura afgana, pero «no tiene nada que ver con ellas», replicó. EFE
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