El negocio con dos enemigos acérrimos
Nestlé quiere controlar el mercado de los helados de alta gama en Estados Unidos y fusionarse con Dreyer's, uno de los principales fabricantes.
Además, el grupo suizo, líder mundial de la alimentación, acaba de asociarse con la empresa cubana CORALAC.
Dreyer’s comercializa las marcas Godiva, Starbucks y Dreamery en Estados Unidos. La perla de Nestlé en el mercado estadounidense se llama Häagen-Dazs.
Si la fusión por valor de 2.800 millones de dólares llega a concretarse, tres empresas – Nestlé, Dreyer’s y el actual líder mundial del sector, Unilever (Ben & Jerrys) – controlarán el 98% del mercado de helados premium (con un mayor contenido en grasa) en los Estados Unidos.
Las empresas que dominan el mercado estadounidense, donde se consume un tercio de los helados que se producen en el mundo, son a la vez líderes mundiales del sector.
Con 13 litros por persona al año, los estadounidenses son los mayores consumidores de helados del mundo, mientras que en Europa occidental el consumo es de 5 litros por persona, en América Latina de 1,6 y en Asia 1,1 litros.
Una fusión cuestionada
La ambición de Nestlé por controlar el mercado de los helados premium en los Estados Unidos encuentra una fuerte resistencia. En marzo pasado, la Comisión Federal de Comercio (CFC) frenó la fusión de Nestlé con Dreyer’s. De llegar a concretarse, la multinacional suiza controlaría una gran parte del mercado (60%) en el sector de los helados premium.
El argumento de la CFC es que existe el peligro de que la fusión entre Nestlé y Dreyer’s elimine la competencia, conduzca a un incremento excesivo de los precios y disminuya la variedad en los helados premium.
Según la prensa especializada, Nestlé y Dreyer’s han encontrado una solución a los cuestionamientos del CFC. El grupo suizo está dispuesto a ceder varias marcas de helados premium a la empresa canadiense CoolBrands.
La fusión es una oportunidad para Nestlé para penetrar el mercado norteamericano altamente fragmentado, aprovechando la red de distribucion de Dreyer’s en todas las regiones.
Asimismo le permitirá consolidar las plantas de produccion y reforzar la cooperacion en las áreas de comercialización y gestión. El grupo suizo aportará sus conocimientos y larga experiencia en el campo de la investigación y el desarollo de nuevos productos alimentarios.
En busca de oportunidades en Cuba
Mientras se espera el anuncio de la fusión entre Nestlé y Dreyer’s, los analistas financieros observan con interés cómo Nestlé procede con sus operaciones de venta de helados en Cuba.
Desde hace más de cuarto décadas, Washington mantiene un embargo económico contra el gobierno comunista de Fidel Castro. El mes pasado, Nestlé se asoció con la empresa cubana Coralac S.A.
La firma mixta, con participacion mayoritaria de la multinacional suiza, producirá 12 millones de litros de helado por año en su planta moderna en La Habana. La inversión es de 7,8 millones de dólares.
Aunque persisten las barreras ideológicas, los tiempos cambian. No es el gobierno estadounidense el que se abre a Cuba, sino el sector privado.
Nestlé fundó plantas lácteas en la isla caribeña en los años 1930. Pero un año después de la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, las fábricas de Nestlé en Cuba fueron nacionalizadas.
La ofensiva de Nestlé en Cuba no carece de ironía. La multinacional suiza está a punto de controlar el mercado de los helados premium en los Estados Unidos y quizás también de convertirse en líder mundial del sector.
Pero ello no le impide entablar negocios con el principal enemigo de Washington ni endulzar la amarga vida a muchos cubanos.
swissinfo, Erwin Dettling, Zúrich
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