Muchos mercadillos y poca competencia
Es una tradición secular: una o dos veces por semana, los campesinos suizos van a vender directamente sus productos a las ciudades vecinas.
La imagen idílica engaña, sin embargo. En lugar de practicar el libre mercado, en el fondo, todos adoptan los mismos precios.
Zúrich, Basilea, Ginebra o Berna: todas las ciudades suizas tienen sus propios mercadillos de frutas y verduras. En estos pintorescos mercados se puede incluso comprar carnes, embutidos, quesos y panes.
Los mercadillos semanales forman ahora parte de la imagen de los centros urbanos y a menudo sirven para reforzar la propaganda turística.
En todas partes los mismos precios
Por lo demás, las poblaciones urbanas tienen la costumbre de ir al mercado los sábados. La posibilidad de revolotear entre los diversos puestos del mercadillo acentúa la impresión de que se ‘tiene tiempo’ y, sobre todo, sugiere que hay una proximidad con los productores. Quien busca alimentos sanos, compra directamente al campesino.
Hay quienes aprovechan el recorrido para comparar productos y para comprar allí donde las mercancías cuestan menos o son más atractivas.
Ahora bien, una de las primeras sorpresas de estos mercadillos suizos es que, en todas partes, los precios son los mismos, como si fueran determinados por reglamento. ¿Qué sucede?
Un huevo por 60 céntimos de franco
Estamos en el mercadillo de Solothurn. Es muy bonito, muy frecuentado y apreciado por la población.
En las callejuelas del centro histórico de aquella que se define como “la más bella ciudad barroca de Suiza”, todos los miércoles y sábados del año hay mercado. A.B, ( nos pide que evitemos publicar su nombre) comenta que, en realidad, deseaba vender sus huevos a 50 centavos de franco suizo, la unidad.
“Vinieron sin embargo a decirme que era mejor si yo, como todos los demás, los vendía a 60 céntimos”, explica.
A.B ha cedido de este modo a las presiones y subió los precios de los huevos. Ahora, como se puede observar al recorrer el mercadillo, los huevos cuestan en todas partes por lo menos 60 céntimos la pieza.
El agricultor no ha querido revelar quién le ha presionado. Seguramente no se trata de las autoridades que cobran una tasa por los tenderetes del mercado. En todas las ciudades donde hemos preguntado: San Galo, Basilea, Berna, Ginebra e incluso Solothurn, las autoridades nos han respondido al unísono: “no nos inmiscuimos en la política de los precios”.
Precios indicativos
Ernst Germann, jefe de la inspección de comercio de Zúrich confirma indirectamente que son los mismos productores los que quieren mantener los precios uniformes. “Es claro que litigan entre sí cuando alguien quiere reducir los precios”, señala.
Aparentemente en los mercadillos reina una especie de presión de grupo. La esposa de A.B reconoce que se presta mucha atención a los precios que practican los otros.
Existe, de otra parte, la llamada bolsa de verduras y frutas que fija precios indicativos. Representantes de los productores agrícolas y de los comerciantes suizos se reúnen periódicamente “para tomar el pulso”, como indica Hanspeter Kocher, del Centro para la producción de verduras y frutas de Ins, en el cantón de Berna.
El mismo Kocher participa en estas reuniones durante las cuales se examina la situación a la luz de la oferta y la demanda. Después de haber “tomado el pulso”, la bolsa establece los precios indicativos para los productores.
Publicados en los órganos oficiales, estos precios pueden cambiar según la región. Basilea, por ejemplo, es más cara que Berna. Kocher aclara sin embargo: “Se trata de precios indicativos no vinculantes. Los vendedores en los mercadillos pueden practicar los precios que quieran. Nosotros no hacemos presión alguna”.
Hay competencia, dice la Comco
Patrick Ducrey, vicedirector de la Comisión de la Competencia (COMCO) sabe también que la bolsa fija precios indicativos y que casi todos los aplican.
Según la COMCO estos acuerdos no tienen repercusión entre los consumidores. Hay muchos otros puntos de venta, como los grandes distribuidores, que ofrecen los mismos productos. De modo que la competitividad está garantizada.
¿Autoridades involucradas?
La realidad de los mercados no parece siempre estar privada de problemas como quisieran demostrar los directos interesados. Aunque declaran que no desean ejercer presiones, admite Hanspeter Kocher, “algunas veces los inspectores locales intervienen para evitar que se produzcan fluctuaciones extremas”.
Así pues, aparentemente no sólo los vendedores, sino también las mismas autoridades hacen lo posible para que el mercado permanezca sin competencia.
Esta es una eventualidad que preocupa al garante de la competitividad. Patrick Ducrey, advierte: “si esto se confirma, tendremos que intervenir para recordar a estas personas que su responsabilidad es ocuparse del orden y la limpieza y no de los precios”.
Swissinfo, Urs Maurer
(Traducción Jaime Ortega)
Los vendedores pueden practicar los precios que quieran.
Las autoridades cobran una tasa por los puestos de venta, pero no pueden intervenir en los precios.
Los vendedores pueden practicar los precios que quieran, pero deben respetar las reglas cantonales y locales.
Las autoridades cobran una tasa por los puestos de venta, pero no pueden intervenir en la política de precios.
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