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“Italia me pagó los estudios, pero es Suiza la que se beneficia”

“En Italia los investigadores se ven obligados a permanecer bajo el control de los profesores reconocidos y no basta haber publicado trabajos científicos para demostrar la propia valía”, señala Alessandro Fammartino, que dejó Turín para venir a vivir a Suiza. zVg

Alessandro Fammartino, turinés de 39 años, cuenta su experiencia como emigrante italiano en Zúrich, donde vive desde hace nueve años con su compañera suiza y trabaja en el sector de la biotecnología. Una decisión que no lamenta a pesar de la ausencia de su familia.

“Nací y crecí en Turín y en esa ciudad terminé mis estudios. Después del bachillerato científico me inscribí en Biotecnología.”

La carrera de Alessandro Fammartino comienza en el Piamonte, en el norte de Italia. Su historia es similar a la de tantos otros científicos italianos que decidieron ir a trabajar al extranjero, movidos un poco por la curiosidad y las ambiciones personales y otro poco por la desilusión del sistema universitario italiano.

“Los factores que me empujaron a viajar son varios, pero seguramente la escasez de fondos para la investigación y las escasas posibilidades de desarrollo en el interior del sistema italiano tuvieron gran importancia”. Primero fue al Reino Unido, donde trabajó seis meses como ayudante de investigación, después a Alemania, Francia y finalmente Suiza, donde reside en la actualidad.

“Llegué a Zúrich hace diez años, casi por azar, a través de uno de mis contactos”, comenta Alessandro. “Hoy, con 39 años, tengo una compañera suiza, un trabajo que me hace feliz y dos hijas nacidas aquí y que hablan ya 3 idiomas”.

“Suiza es como una Europa en miniatura. Aquí existen cuatro culturas que conviven pacíficamente en una federación, exactamente el modelo que necesitaría Europa”

La curiosidad de “mirar más allá del muro”

Alessandro es el primero de su familia en haber dejado Italia. “Digamos que he hecho un poco el papel de pionero. Siempre quise viajar para conocer nuevas culturas y ampliar mis horizontes personales. En mi familia no existía esta tradición y antes de llegar no tenía contactos con otros italianos en Suiza. Pero hoy soy el primero en aconsejar abrirse al mundo, mirar “qué hay al otro lado del muro”.

Una vez terminado un post-doctorado en Biotecnología, Alessandro decidió que había llegado el momento de aplicar su conocimiento a la industria. “Trabajo en una empresa bastante conocida a nivel mundial y desde hace seis años me ocupo de la secuenciación del ADN”, explica.

“Entre otras cosas mi equipo y yo analizamos el ADN de los pacientes afectados por tumores, con objeto de establecer  el tratamiento mejor adaptado a cada persona. Analizando la genética del paciente podemos efectuar diagnósticos más precisos y ofrecer tratamientos menos invasivos”. Una profesión que tiene un efecto inmediato sobre la vida de las personas, incluyendo los ciudadanos suizos, los cuales, a menudo sin saberlo, se ponen en manos de las tecnologías que esta empresa desarrolla.

El Estado italiano invierte, Suiza se beneficia

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“Fueron fundamentales los estudios que realicé en Italia y tengo que reconocer que la calidad de las escuelas y universidades italianas es muy alta”, afirma Alessandro. “No es una casualidad que los investigadores italianos tengan una fama extraordinaria en el extranjero”.

Pero al igual que muchos licenciados italianos que han dejado su país, Alessandro se pregunta sobre las anomalías del sistema académico italiano. “El Estado italiano invirtió mucho en mí, me pagó los estudios y el doctorado, pero ahora es una empresa suiza la que se beneficia de los resultados”.

En el sistema académico suizo parece haber más meritocracia que en Italia. “En mi país los investigadores se ven obligados a permanecer bajo el control de los profesores reconocidos y no basta haber publicado trabajos científicos para demostrar la propia valía. En Suiza esto no sucede porque la competencia es más abierta: si uno tiene publicaciones científicas puede convertirse en profesor, mientras en Italia esto no es suficiente. Necesitas la recomendación un profesor del nivel más alto”.

La ausencia de la familia

Jacopo OttavianiEnlace externo, especializado en estadística aplicada al periodismo, escribe para medios de comunicación como ‘The Guardian’, ‘Al Jazeera International’, ‘El País’, y en Italia, para una revista semanal de análisis internacional. En 2015 recibió diversos premios como por el proyecto E-wasteRepublicEnlace externo, un reportaje sobre el mercado de los residuos electrónicos en Ghana y otros lugares del mundo.  Dos años después participó en el proyecto Themigrant filesEnlace externo, un proyecto internacional de periodismo de datos sobre la inmigración en Europa. También en 2014 Jacopo Ottaviani coordinó Generation E, el primer proyecto de colaboración abierta sobre historias de inmigración juvenil en Europa. Este artículo fue realizado gracias a los datos recogidos por Generation E.

Como a la mayoría de los inmigrantes del Sur europeo que viven en Suiza, Alessandro echa en falta muchas cosas de su país. “De Italia echo de menos a mis amigos, pero también la ayuda de mi familia”, comenta Alessandro recordando todo aquello que ha dejado en Turín. “Habría sido fantástico tener el apoyo de los abuelos, tanto por ellos como por nosotros. Afortunadamente no estamos tan lejos de Turín y podemos ir de vez en cuando. Cada vez que regresamos traemos con nosotros ingredientes para cocinar nuestros platos italianos favoritos”.

Al igual que otros extranjeros que viven en Zúrich, Alessandro tiende a visitar a otros expatriados. “En mi ámbito de estudio y trabajo hay un continuo ir y venir  de investigadores y trabajadores de todo el mundo y es difícil hacer amistad con personas fuera de ese círculo”. Tampoco ayuda el idioma: a pesar de casi diez años vividos en Zúrich, Alessandro todavía no habla el alemán con fluidez.

Suiza, una Europa en miniatura

Finalmente, hablando de Europa y de pasaportes, Alessandro afirma que se encuentra muy cómodo con su ciudadanía italiana.

“Podría solicitarlo o casarme con mi compañera, que es suiza francófona, pero honradamente no he pensado jamás en pedir la ciudadanía suiza porque me gusta sentirme italiano. Además, no he sufrido actos discriminatorios”.

Según Alessandro, aunque Suiza esté técnicamente fuera de Europa resulta bien integrada y ofrece un ‘input’ positivo al resto del continente. “Suiza es como una Europa en miniatura. Aquí existen cuatro culturas que conviven pacíficamente en una federación”, reflexiona Alessandro, exactamente el modelo que necesitaría Europa”.

Contacte con el autor a través de twitter: @JacopoOttavianiEnlace externo

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Traducción del italiano: José M. Wolff

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