¿Y si la Guardia Suiza fuera abolida?
La existencia de un ejército vaticano compuesto solamente por suizos no se justifica. En todo caso, esa es la opinión de Santiago Neirynck.
En entrevista con swissinfo, el antiguo diputado demócrata cristiano (PDC/centro derecha) explica cómo la seguridad del papa podría ser garantizada de otro modo y de manera más eficaz.
La Guardia Suiza pontifical celebra este año su 500 aniversario. Este minúsculo ejército se encarga de garantizar la seguridad del jefe de la Iglesia Católica en el Vaticano.
Este aniversario histórico está marcado por toda una serie de celebraciones en las que participan creyentes (o curiosos dispuestos a dejarse fascinar por el uniforme rutilante de estilo Renacimiento de los soldados del papa), pero también por numerosas autoridades políticas y religiosas.
En los discursos del 6 de mayo, punto culminante de las celebraciones, probablemente se elogiará al cuerpo militar más pequeño y más antiguo del mundo. En efecto, son raras las críticas contra la Guardia Suiza, considerada por muchos como un símbolo atemporal del Estado del Vaticano.
Pero entre algunas voces que van a contracorriente encontramos la del antiguo diputado Santiago Neirynck.
swissinfo: Usted es uno de las pocas personas en haberse expresado repetidas veces por una abolición de la Guardia Suiza. ¿Cuáles son sus razones?
Santiago Neirynck: Mis críticas no conciernen tanto a la Guardia Suiza como a la existencia misma del Vaticano. Parto del principio de que la Iglesia Católica, como todas las demás religiones, no debería disponer de un Estado independiente y todavía menos de un ejército.
No necesita allí un cuerpo militar para garantizar la seguridad del papa. Los guardias civiles o la gendarmería vaticana podrían muy bien asumir la misma tarea, de manera más segura y más profesional.
swissinfo: ¿Quiere decir que la Guardia Suiza no cumple su misión de manera eficaz?
J.N.: En cuanto a la vigilancia de las entradas al Vaticano, no tengo nada qué decir además de que no se necesitan soldados para ocuparse de ella. Sería suficiente con los simples porteros.
En cambio, en cuanto a la seguridad del papa, los guardias suizos han mostrado que no siempre están a la altura. La tentativa de asesinato de Juan Pablo II por el turco Ali Agca, en 1981, es el mejor ejemplo.
Los guardias, obligados a respetar una antigua regla medieval que les prohibía dar la espalda al papa, evidentemente no pudieron percibir a tiempo al criminal en medio de la muchedumbre. Y el arma con la que están equipados, una antigua alabarda, ciertamente no es lo más eficaz…
Afortunadamente desde este acontecimiento el Vaticano corrigió en parte esa situación. Los guardias reciben ahora una mejor formación en materia de seguridad y espero que sepan ponerla en práctica.
No debemos olvidar que su verdadera misión es proteger al papa y no pavonearse en sus bellos uniformes, como es muy a menudo el caso.
swissinfo: Sin embargo, este uniforme tiene también un significado simbólico porque recuerda el pasado de la Guardia y su capacidad de resistir al tiempo. Suiza está muy ligada a esta tradición histórica y no parece dispuesta a renunciar…
J.N.: No niego que la Guardia Suiza y su manera de presentarse forman parte de una tradición. Pero poner por delante esta tradición todavía hoy, es simplemente folklore.
Esto se justificaba posiblemente en otro tiempo, cuando los Confederados fueron obligados a servir como mercenarios un poco en todos los ejércitos del mundo para ganar con qué vivir. Pero hoy ya no es así.
El hecho de que la conservación de este uso prácticamente no genera objeciones en Suiza no me sorprende. Nos dejamos conmover por las tradiciones.
En el extranjero tampoco, nadie piensa en criticar a los soldados del papa. No tanto por respeto como porque está considerado como un simple elemento del folklore.
Entonces es justamente esta imagen folclórica que lleva la Guardia lo que me molesta. ¡Soy católico y considero la religión cosa seria, ciertamente no como un asunto de vestimentas!
swissinfo: ¿Y los jóvenes que quieren entrar en la Guardia, también son únicamente atraídos por los trajes?
J.N.: No. Creo que la mayoría de ellos son personas con un ideal elevado, que deciden enrolarse en la guardia pontifical porque son creyentes y piensan desempeñar una misión importante.
Pero una vez llegados a Roma se encuentran confrontados con una realidad muy diferente. Entre los desfiles les cuesta comprender cuál es su utilidad efectiva. Tal situación sólo puede revelarse nociva y crear tensiones.
Basta con acordarse del drama sobrevenido hace algunos años en el Vaticano. Antes de suicidarse, el guardia Cédric Tornay había matado al comandante Ley Estermann y a su esposa Gladys Meza Romero. Es un hecho que debería hacer reflexionar, porque es sintomático del malestar que reina dentro del cuerpo.
swissinfo: Los miembros de la Guardia son desde hace siempre suizos. ¿Es una regla inmutable?
J.N.: ¡Espero que no! No veo por qué no se les daría a los jóvenes (y por qué no a las jóvenes) de otras naciones la posibilidad de formar parte. La religión católica es internacional. Por consiguiente, los soldados de la guardia pontifical deberían provenir de todos los continentes, un poco como es el caso en las Naciones Unidas.
Muchos suizos consideran este «monopolio» un honor, un signo de reconocimiento por parte de la Santa Sede hacia sus soldados que siempre demostraron una gran fidelidad en el curso de los siglos.
Por mi parte, tengo más bien una duda. La Guardia Suiza existe desde hace cinco siglos, pero jamás hubo un papa suizo en la historia. ¿Estamos quizás confinados a asumir un papel más humilde, y considerados como indignos de cumplir la «función suprema»…?
swissinfo, Anna Passera
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
Suizo de adopción, Santiago Neirynck nació el 17 de agosto de 1931 en Bruselas.
Es ingeniero, escritor, periodista y profesor de universidad.
Ocupó un escaño en la cámara baja del Parlamento suizo de 1999 al 2003, en las filas del Partido Demócrata Cristiano.
Su último libro: «Un papa suizo», ediciones Press Pocket.
La Guardia Suiza pontifical fue creada por el papa Julio II en 1506.
Consta de 110 hombres, es el ejército más viejo y más pequeño del mundo.
El 500 aniversario está marcado por varios eventos en el curso de este año 2006. El acto mayor se efectuará en mayo.
El 6 de mayo los nuevos guardias prestan juramento.
En ese día, en 1527, 147 guardias suizos se sacrificaron para proteger al papa de las tropas del emperador Carlos V.
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