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Indonesia se pone a prueba como mediador y «no alineado» en el G20 de bloques

Paloma Almoguera

Bali (Indonesia), 14 nov (EFE).- La cumbre del G20 en Bali (15 y 16 de noviembre) examinará a Indonesia en su papel como anfitrión de un encuentro marcado por las divisiones por la guerra de Ucrania y la tensión entre China y EE. UU., con el país asiático izando de nuevo, más de medio siglo después, la bandera de la no alineación.

El líder indonesio, Joko Widodo, conocido como Jokowi, ha puesto un empeño casi personal en que la presidencia del G20 (los países mas desarrollados y los mas emergentes) por parte de Indonesia, que es de carácter rotatorio entre los miembros del grupo y este año recayó en el archipiélago asiático, sea recordada por algo más que la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Jokowi, quien llegó al poder en 2014 y fue reelegido en 2019, ha ido más allá de su papel como mero anfitrión de los eventos que cada año celebra el grupo, formado por las mayores economías ricas y en desarrollo del mundo, y se propuso mediar en el conflicto ucraniano y ofrecer un espacio de diálogo desde la neutralidad.

Así, más de medio siglo después de que Indonesia acogiera la Conferencia de Bandung en 1955, origen del Movimiento de Países No Alineados en plena guerra fría, el país recupera ese mismo espíritu antibandos de cara a una cumbre que evidenciará las divisiones en dos bloques del G20, uno liderado por EE. UU. y otro por China y Rusia.

ASISTENCIA Y DIÁLOGO, CRUCIALES

Para el dirigente indonesio, que cumple su segundo y último mandato, la cumbre será un éxito si el diálogo fluye sin grandes sobresaltos entre los líderes del grupo (formado por Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE. UU., Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, el Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea).

España tiene el estatus de invitado permanente en el G20 y en la cumbre de Bali también participará el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

Se prevé que las conversaciones sean más fructíferas pues, pese a su denodado esfuerzo por lograr un pleno en asistencia, el presidente ruso, Vladímir Putin, con quien Jokowi se reunió en junio en Moscú, no acudirá a Bali, enviando al canciller Serguéi Lavrov en representación.

Tampoco se espera al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que acaba de perder las elecciones frente a Luiz Inácio Lula da Silva, ni al dirigente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

Aunque países como EE. UU. urgieron a Indonesia -que no ha secundado sanciones contra Rusia pero sí ha condenado la invasión y la anexión de territorios- a que retirara la invitación a Putin, Jokowi la mantuvo hasta el final, extendiéndola también al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con la esperanza inicial de que ambos se reunieran en Bali.

Una reunión ya descartada que ilustra cómo Widodo ha querido elevar el perfil diplomático de Indonesia, a veces criticado por pelear en la arena geopolítica por debajo de su peso, con la nación llamada a convertirse en la cuarta economía mundial en 2045.

ESTABILIDAD REGIONAL

Al margen de la guerra en Ucrania, Bali es el escenario en el que los dirigentes de las dos mayores economías mundiales, el estadounidense Joe Biden y el chino Xi Jinping, se reúnen por primera vez este lunes desde que el primero llegó a la Casa Blanca.

Un encuentro marcado por la escalada de las tensiones entre ambos países por asuntos como Taiwán, que Pekín no descarta invadir y Washington en principio defendería, y los escollos comerciales, mientras países como Indonesia aspiran a que la reunión ayude a recobrar la estabilidad regional.

«El objetivo de Indonesia es conseguir una cumbre libre de dramas, y quizás tratar de miniminar los efectos disruptivos de la guerra de Ucrania. El peor escenario sería que la cumbre acabara en caos, algo que creo que todos tratarán de evitar por respeto a Indonesia», dice a EFE el analista político indonesio Yohanes Sulaiman.

El mismo Jokowi ha manifestado su preocupación por la creciente tensión entre Pekín y Washington, una postura compartida por una región, la del Sudeste Asiático, que aboga por mantener un statu quo regional caracterizado por el apoyo en seguridad de Estados Unidos y los cada vez más fuertes lazos económicos con China.

Ya que esa fórmula ha funcionado para Indonesia, cuyo producto interior bruto (PIB) crecerá en torno al 5 % este año, Jokowi no quiere perderla, sobre todo ante el auge del precio de los alimentos y la energía a causa de la guerra, que también se han dejado sentir en un país que importa trigo de Ucrania y fertilizadores de Rusia.

ACUERDOS EN CLAVE DOMÉSTICA

Además de organizar una cumbre en la que, sin Putin presente, abunde el diálogo -tras abandonos de la sala en previas reuniones ministeriales por parte de miembros de ambos «bandos»-, a Widodo le importa también conseguir algunos acuerdos que beneficien al país en el ámbito doméstico.

Entre ellos, Indonesia quiere firmar un pacto con las naciones ricas del grupo para fundar programas dedicados a eliminar gradualmente la dependencia del carbón, cuando el país tiene como objetivo recurrir únicamente a fuentes de energía renovables en 2055, y lanzar una hoja de ruta sobre gravámenes a las emisiones de carbón. EFE

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(foto) (vídeo)

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