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Israel y Sudáfrica, boicots con similitudes en contextos diferentes

Lucía Blanco Gracia

Nairobi, 5 dic (EFE).- El intento de aislamiento internacional de Israel, con recientes llamados a sanciones y boicots culturales y deportivos, encuentra similitudes en el movimiento contra el apartheid de Sudáfrica, aunque los expertos alertan de profundas diferencias entre ambos escenarios.

Frente a la ofensiva israelí en Gaza, calificada como «genocidio» por expertos independientes nombrados por la ONU, es necesario «hacer lo mismo que hicimos con Sudáfrica cuando quisimos combatir el apartheid: decretar el bloqueo total», afirmó el pasado septiembre el exjefe de la diplomacia europea Josep Borrell.

Sus declaraciones traen a la memoria los vínculos históricos entre la iniciativa palestina BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) de presión a Israel, lanzada en 2005, con el Movimiento Anti-Apartheid (AAM, en inglés), en el que se inspira y que usó esos métodos para acabar con el régimen racista vigente en Sudáfrica de 1948 a 1994.

Cultura, deporte, diplomacia

Desde el deporte hasta la cultura, pasando por la diplomacia, se han multiplicado los gestos condenando las acciones de Israel, que ha matado ya a más de 70.000 palestinos en Gaza, tras el ataque del grupo islamista Hamás del 7 de octubre de 2023, en el que 250 israelíes fueron secuestrados y unos 1.200 israelíes asesinados.

En una carta abierta de trabajadores del cine por Palestina, que reúne ya miles de firmas, estrellas como Javier Bardem, Olivia Colman o Gael García Bernal se dicen inspirados por el boicot de cineastas contra el apartheid sudafricano y rechazan colaborar con instituciones y festivales israelíes.

España, Irlanda, Países Bajos y Eslovenia no participarán en el próximo festival de Eurovisión después de que la 95ª Asamblea General de la UER decidiera ayer en Ginebra, que Israel participe en la próxima edición.

En los deportes, las imágenes de manifestantes pro palestinos asaltando la Vuelta Ciclista en España este septiembre dieron la vuelta al mundo, mientras expertos de la ONU han pedido a la UEFA y a la FIFA que suspendan a la selección israelí, como se ha hecho con Rusia, algo que estos organismos descartan, por ahora.

Francia, Canadá, Australia y Reino Unido se sumaron recientemente al reconocimiento del Estado de Palestina.

Condiciones diferentes

«Las similitudes que se establecen entre Sudáfrica e Israel son morales (…), así que la gente piensa que si se copian las medidas tendrán el mismo efecto», señala a EFE el politólogo Lee Jones, que ha estudiado las sanciones contra el país africano.

«Pero la situación actual en Israel es radicalmente diferente. Incluso si se aplicará el BDS con el mismo nivel de severidad, no tendría los mismos efectos políticos», argumenta el académico británico.

El AAM empezó en 1959, tres décadas antes de caer el apartheid, y tomó fuerza a partir de 1976, después del levantamiento de Soweto, en el que la Policía sudafricana abrió fuego contra más de 15.000 estudiantes negros y mató a más de 540 personas, incluidos niños.

Sudáfrica fue excluida de competiciones deportivas internacionales y cantantes de todo el mundo se negaron a tocar en su territorio, unos boicots simbólicos a los que les siguieron más tarde sanciones materiales y el fin de la Guerra Fría, con el que Sudáfrica dejó de ser una aliada anticomunista clave para Occidente en África austral.

La retirada de préstamos concedidos por bancos extranjeros, un embargo de armas obligatorio y leyes de boicot comercial en muchos países acabaron asfixiando la economía sudafricana.

El país, además, dependía enormemente de la mano de obra de la mayoría negra, lo que dio mucha capacidad de presión al movimiento de resistencia interno, a diferencia del movimiento palestino.

«Israel ha optado deliberadamente por contratar a trabajadores extranjeros y ha expulsado a muchos palestinos, de modo que su economía no depende de la mano de obra palestina», explica Jones.

El impacto del BDS

Para Ilan Baruch, exembajador de Israel en Sudáfrica (2005-2008), aunque el Estado hebreo está lejos de su «momento sudafricano», las sanciones simbólicas pueden tener un «impacto inimaginable».

Uno de los desafíos que ha enfrentado el BDS, a diferencia del movimiento anti-apartheid, han sido las acusaciones de antisemitismo, tras la histórica marginación de los judíos en Europa, subraya a EFE el periodista Chris McGreal, excorresponsal en Johannesburgo, Jerusalén y Washington.

«El problema del BDS es que no ha dicho explícitamente cuál es su objetivo, lo que deja margen para que otros lo interpreten a su manera» y les acusen de querer eliminar a Israel, alerta.EFE

lbg/pa/jlp

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