Jara, la exministra que quiere superar el lastre del anticomunismo y de un Boric impopular
Meritxell Freixas
Santiago de Chile, 11 dic (EFE).- Al frente de la coalición progresista más amplia de la historia, la izquierdista Jeannette Jara llega a la segunda vuelta con el desafío de revertir todos los pronósticos, que la sitúan como perdedora, y de superar tanto el recelo que despierta su militancia comunista como la impopularidad del Gobierno saliente, del cual fue ministra de Trabajo.
Jara ganó la primera vuelta con el 26,9 % de los votos, pero tiene pocas posibilidades de ganar el balotaje, según todas las encuestas, que apuntan a una cómoda victoria del ultraderechista José Antonio Kast, respaldado por la derecha tradicional y la extrema derecha más radical.
Abogada, de 51 años, Jara ha intentado, durante toda la campaña, desmarcarse de la Administración de Gabriel Boric, cuya aprobación no supera el 30 %.
Ha dicho que tiene un «estilo» distinto, que no es «la candidata de la continuidad» y, ante varios cruces entre Kast y el presidente, ha insistido en que el Gobierno «tiene que limitarse a gobernar».
La exdirigente estudiantil, quien era casi una desconocida antes de ingresar al Gobierno, lidera hoy una coalición que abarca desde los democristianos hasta el Partido Comunista (PC), donde milita desde su adolescencia.
Nuevas propuestas de otros candidatos
Jara lideró desde 2022 el Ministerio de Trabajo del Gobierno de Boric, una cartera que no estaba en manos del PC desde 1973. Como ministra destacó por su habilidad negociadora en leyes clave como la reforma de las pensiones, la reducción de la jornada laboral a 40 horas o el aumento del salario mínimo.
Su carrera en el sector público, sin embargo, comenzó en la segunda Administración de Michelle Bachelet (2014-2018), como subsecretaria de Previsión Social. Desde entonces, ambas mantienen una relación de afinidad política y personal y, a menudo, se las compara por su estilo empático y cercano.
Tras ganar la primera vuelta, la exmandataria socialista se reunió con Jara, que se juntó también con Luisa Durán, esposa del expresidente también socialista Ricardo Lagos (2000-2006), quien en enero de 2024 se retiró de la vida pública.
Entre sus propuestas estrella destacan un «ingreso vital» de 750.000 pesos (cerca de 800 dólares), levantar el secreto bancario para combatir el crimen organizado y varias medidas en seguridad y control de la migración irregular, las dos principales preocupaciones ciudadanas que han marcado toda la campaña.
Apenas pasó a la segunda vuelta, incorporó propuestas de otras candidaturas como la inclusión de un Plan Oncológico para el cáncer de mama de la exalcaldesa conservadora Evelyn Matthei; o la devolución del IVA de los medicamentos, que formaba parte del programa del populista de derecha Franco Parisi (Partido de la Gente – PDG), quien salió tercero en noviembre, con un 19 % de los votos.
Sus electores son ahora fundamentales para Jara, pero los militantes del PDG resolvieron en una polémica consulta interna votar nulo o en blanco en el balotaje.
En la recta final de la contienda, Jara ha adoptado un tono más confrontacional al habitual contra Kast, a quien ha reprochado que tras 16 años como diputado «no sacó ninguna ley relevante».
Pulso al anticomunismo
Con el 60 % de los votos contra la socialdemócrata Carolina Tohá, también exministra de Boric, Jara ganó las primarias abiertas de su sector en junio, en un triunfo que representó una de las mayores victorias electorales en la historia del PC.
Su militancia, sin embargo, ha sido uno de los frentes más atacados durante la campaña por el anticomunismo que existe en parte de la sociedad chilena y que tanto la ultraderecha como la derecha tradicional han buscado fomentar en la contienda, según expertos.
Considerada una figura menos dogmática que otros líderes comunistas, no era la primera opción de la dirección del partido, con la que ha mantenido diferencias públicamente, como cuando admitió que en Cuba hay presos políticos y el presidente de la formación, Lautaro Carmona, la contradijo en público.
Antes de la primera vuelta anunció que, de llegar a la Presidencia, «suspenderá o renunciará» al partido como señal de que representa a «una coalición mucho más amplia».
Desde 2006 ningún mandatario chileno ha entregado la banda presidencial a un sucesor del mismo signo político, por lo que, de llegar a La Moneda, por primera vez en una década lograría revertir el movimiento del llamado «péndulo chileno». EFE
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