
La ‘crisis del arroz’ pone a prueba al Gobierno de Ishiba entre crecientes costes de vida
María Roldán
Tokio, 17 jul (EFE).- La ‘crisis del arroz’ se ha convertido en una importante vara de medir la preocupación de la ciudadanía japonesa por los crecientes costes de vida y la satisfacción con la gestión del Gobierno del primer ministro Shigeru Ishiba, y será una de las claves en las elecciones a la Cámara Alta del próximo 20 de julio.
Los precios de este cereal se habían duplicado en Japón en apenas un año a principios de 2025 debido al cóctel de la inflación generalizada, compras de pánico por el temor a desastres naturales, una cosecha de otoño pobre por las altas temperaturas y cierto nivel de especulación con un producto culinario básico en la dieta local.
Tras meses de encarecimiento desbocado, las medidas adoptadas por el Gobierno, como la liberación sin precedentes de parte de las reservas nacionales o las ventas directas a minoristas saltándose a la todopoderosa JA -el grupo de cooperativas agrícolas que ha gestionado tradicionalmente la distribución- han comenzado a dar frutos, y el foco se amplía ahora a cómo garantizar un suministro estable.
Una gestión llena de gafes
La gestión de la ‘crisis del arroz’ por parte del Ejecutivo de Ishiba estuvo llena de gafes en sus inicios.
El fenómeno comenzó el verano pasado, cuando el Gobierno activó una alerta especial ante lo que valoró como una mayor probabilidad de que se produjese a corto plazo un «megaterremoto», lo que generó compras de pánico que dejaron las baldas de los comercios arrasadas durante semanas.
Confiando en que la cosecha de otoño contribuyera a estabilizar los precios, el Ejecutivo se mostró reticente a adoptar medidas y no sería hasta marzo de este año cuando comenzó a liberar las reservas nacionales, cuando los precios del cereal ya se habían duplicado.
La medida no terminaba de funcionar y en medio de la creciente frustración pública, el entonces ministro de Agricultura, Taku Eto, se vio obligado a dimitir tras bromear con que a él le salía gratis el arroz gracias a los regalos de sus simpatizantes, unos comentarios que enfurecieron a la opinión pública y arrojaron los índices de aprobación de Ishiba a mínimos.
La llegada del ‘ministro del arroz’
La gestión gubernamental de la ‘crisis del arroz’ experimentó un giro de 180 grados con la llegada al cargo el 21 de mayo del sucesor de Eto, el carismático exministro de Medioambiente Shinjiro Koizumi, al que el público ha apodado como ‘ministro del arroz’, quien decidió intervenir los precios.
Las subastas públicas de reservas a los grandes distribuidores no se estaban traduciendo en una normalización de precios, por lo que el Ejecutivo optó por cerrar contratos directamente con superficies comerciales y gigantes del comercio electrónico para abaratar el arroz.
Desde entonces, su precio ha bajado ligeramente, aunque su coste sigue siendo 1,7 veces superior. En la semana del 30 de junio al 6 de julio, el saco de 5 kilos, la referencia nacional, costaba 3.602 yenes (unos 20,90 euros), en su séptima semana seguida de abaratamiento, aunque la cifra sigue lejos de la meta de los 2.000 yenes (11,60 euros) a los que aspira el Gobierno.
Agricultores contrariados
La problemática ha generado confusión y enfado entre los productores de arroz, parte de la envejecida comunidad rural japonesa que tradicionalmente ha sido votante del Partido Liberal Democrático (PLD) de Ishiba, formación que ha dominado la política nacional de posguerra y que ahora ve amenazada su posición tras perder la mayoría en la Cámara Baja en las generales del pasado octubre.
Buena parte de los productores consideran que la marca de 2.000 yenes no es rentable a largo plazo y que podría plantear un problema para la estabilidad de los suministros. Ya sólo la medida de liberar las reservas ha provocado un exceso de oferta, lo que genera preocupación por una mayor caída de los precios en origen.
«La liberación de las reservas de arroz es una política para los consumidores, no para los productores» y «una respuesta improvisada» del Gobierno, explica a EFE Masayuki Ogawa, profesor adjunto en la Facultad de Economía Agrícola de la Universidad de Utsunomiya, experto en producción y distribución de arroz, que cree que el asunto pasará factura al PLD en las inminentes elecciones.
El PLD solía ser visto como un partido seguro para el voto rural y de los agricultores, pero la adopción de políticas más orientadas a los consumidores y la llegada del nuevo ministro, visto como inexperto en el sector, es probable que los haya hecho sentir «incómodos», señala Ogawa.
El académico vaticina que el voto rural castigará en cierta medida al PLD en estas elecciones a modo de crítica, y señala que su estrategia de intentar recuperar el voto urbano con esas medidas tras la derrota en las generales no ha dado los frutos esperados.
«El PLD se encuentra en una situación bastante difícil, con escaso apoyo tanto de los residentes urbanos como rurales», dice Ogawa. Si quiere cambiar las tornas, agrega, tendrá que proponer medidas que convenzan a ambos, pero si las presenta en este momento, los votantes podrían considerarlas «como meros parches». EFE
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