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La industria armamentística de Estados Unidos, gran ganadora del rearme global

Jesús Centeno

Nueva York, 1 nov (EFE).- Las empresas armamentísticas estadounidenses se están beneficiando del rearme europeo, las tensiones geopolíticas y el aumento del gasto militar global, en un contexto marcado por la guerra en Ucrania, la incertidumbre en Oriente Medio y las constantes fricciones con China.

La reciente reunión en Washington entre el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y los principales fabricantes de armamento del país volvió a poner el foco en el músculo militar-industrial estadounidense. Y aunque el mandatario no recibió luz verde para usar los misiles Tomahawk, sí logró avances para reforzar sus defensas aéreas con un acuerdo con RTX para adquirir 25 sistemas Patriot.

Según la consultora PwC, los presupuestos de Defensa crecieron cerca de un 9 % en 2024 a nivel mundial, mientras que el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) sitúa el gasto militar estadounidense en torno a los 916.000 millones de dólares, cerca del 39 % del total global.

Y este auge se refleja en los mercados financieros: el índice S&P Aerospace & Defense Select Industry acumula una subida del 43 % en los últimos doce meses, impulsado por la expectativa de nuevos contratos y programas de modernización militar.

Mientras, los fondos cotizados especializados mantienen también un fuerte crecimiento, y algunos como el ETF iShares U.S. Aerospace & Defense (ITA) ya ganan cerca de un 29 % en lo que va de 2025.

«La seguridad se ha convertido en un activo refugio para los inversores», apunta S&P Global en un informe.

Un sector en expansión, en detrimento de tecnológicas, manufacturas y transición energética

El mercado sigue apostando por los grandes contratistas del Pentágono, como Lockheed Martin, Raytheon, Boeing o Northrop Grumman. Esta última subió un 13 % en el último año al mejorar su calificación crediticia, dado que se beneficiará, según los analistas, del incremento del gasto de la OTAN y de su apuesta por la seguridad en el espacio.

Mientras, Lockheed, una de las empresas estrella del sector y principal contratista del caza F-35, el avión más caro del mundo, acumula este año pérdidas bursátiles del 17 % pese a haber logrado el pasado abril un contrato récord de 9.800 millones de dólares para fabricar misiles PAC-3 MSE.

Jerry McGinn, director del área de Base Industrial del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), señala a EFE que «cuando el Gobierno invierte en áreas específicas de Defensa, las empresas de esos sectores obtienen más contratos y más ingresos», lo que suele impulsar el precio de sus acciones.

Sin embargo, cuando hay un cierre de Gobierno o cambian las prioridades, «las empresas más expuestas a contratos federales se resienten», indica.

Por su parte, RTX sube alrededor de un 24 % este año, mientras que General Dynamics gana cerca de un 7 %, en línea con la tendencia general del sector, al que, subraya McGinn, ha vuelto el capital privado con fuerza.

«Antes, el dinero iba a software, o a manufacturas. Ahora ven oportunidades en seguridad y por eso se invierte más», apostilla.

Escalada de conflictos

La coyuntura actual es proclive a la expansión del sector, según el experto, dado el rearme europeo, los programas estadounidenses para modernizar su arsenal y el aumento de la demanda global de drones, misiles hipersónicos y sistemas antiaéreos, en un contexto marcado por conflictos como los de Gaza o Ucrania y por otros latentes en regiones como el Sahel, Sudán o Yemen.

También pesan las tensiones entre Estados Unidos y China, según los analistas, cuya rivalidad -agravada por la cuestión de Taiwán y sus compras de armas- ha contribuido a que muchas de estas empresas reciban más inversión y aumenten su valoración en bolsa.

«Además, los presupuestos de Defensa de los países europeos seguirán aumentando de forma sustancial. Esos presupuestos se destinarán a drones, municiones o artillería, y el dinero irá a las empresas que producen esos productos, sobre todo a aquellas que llevan tiempo en el negocio», apunta McGinn.

Según el experto, habrá también «oportunidades para firmas tecnológicas como Palantir, que tendrán algo que decir en el sector de la defensa aérea, en el mercado estadounidense y en otros como el de Australia, el de Japón o el de Corea».

El analista reconoce que esta ola inversora puede implicar que el capital se destine en menor medida a «otros sectores necesarios, como el de las energías limpias».

En ese sentido, el Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) ha advertido que parte de la financiación institucional ha virado hacia defensa en detrimento de los flujos hacia tecnologías verdes y proyectos de transición energética.

«Pero los inversores no se dejan llevar por sentimentalismos, ponen el dinero donde ven una oportunidad», zanja McGinn. EFE

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