
La justicia francesa deja a Sarkozy al borde de la cárcel por sus vínculos con Gadafi
Luis Miguel Pascual
París, 25 sep (EFE).- El expresidente francés Nicolas Sarkozy está al borde de la prisión tras ser condenado a cinco años de cárcel por los vínculos con el régimen del fallecido dictador libio Muamar Gadafi (1969-2011) que, según la sentencia, financió la campaña que le condujo al Elíseo en 2007.
Se trata de la sentencia más severa pronunciada contra el que fuera presidente de Francia hasta 2012, y que ya fue condenado a penas de prisión en otros dos casos anteriores, por corrupción y tráfico de influencias, y por la financiación ilegal de su campaña de 2012.
Esta vez, el tribunal ha dado un paso más y ha afirmado que el delito es más grave porque «perseguía obtener una corrupción al más alto nivel» y conseguir «beneficios de un dignatario libio condenado por terrorismo».
La sentencia coloca a Sarkozy en el centro de una trama delictiva puesta en pie en 2005 junto a sus dos colaboradores más próximos, Claude Guéant y Brice Hortefeux. Aunque le absuelve de los otros tres delitos por los que estaba encausado, malversación de fondos, corrupción activa y delito electoral.
«Si quieren que duerma en prisión lo haré con la cabeza bien alta porque soy inocente», dijo el expresidente francés a la salida del tribunal, acompañado de su esposa, Carla Bruni, que asistió a la lectura del veredicto igual que sus tres hijos.
Primer expresidente francés en prisión
Sarkozy recurrirá la condena, aunque eso no suspenderá la aplicación de la pena. En un mes será convocado por la Fiscalía que establecerá su entrada en prisión los cuatro meses siguientes, lo que puede convertirle en el primer expresidente francés encarcelado.
Una demanda de liberación provisional asentada en su edad, 70 años, le podría permitir salir de la cárcel a Sarkozy, que como sucedió en sus anteriores condenas fustigó a la Justicia por una decisión que, dijo, «es de una gravedad extrema para el estado de derecho» y humilla «la imagen de Francia».
Sarkozy consideró contradictorio que se le absuelva del delito de corrupción pero se le condene por asociación de malhechores, y destacó que no se ha podido probar que ni él ni su campaña se enriquecieran de forma ilícita.
Los jueces no han encontrado evidencias de que el entonces candidato actuara de forma activa para obtener dinero del régimen libio, ni de que actuara para violar las leyes electorales, aunque sí de que conocía las acciones de sus dos colaboradores para conseguirlo.
A cambio de ese dinero, Guéant y Hortefeux prometieron al dictador libio Muamar Gadafi una intervención en su favor de Sarkozy una vez que estuviera en el Elíseo.
Se trataba de lavar la imagen del régimen libio, permitir accederle a la energía nuclear y lavar el expediente judicial del cuñado de Gadafi, Abdalláh Senussi, condenado a cadena perpetua en Francia por el atentado contra un avión en 1989 en el que murieron 170 personas, 54 de ellas franceses.
La sentencia considera probado que Guéant trató de devolver esos favores, pero exculpa a Sarkozy, cubierto por la inmunidad presidencial.
Guéant es quien recibe la pena más fuerte, seis años de cárcel, al ser considerado el engranaje de todo el pacto de corrupción. Era el jefe de gabinete de Sarkozy, que una vez en el poder le convirtió en su mano derecha en el Elíseo. Posteriormente incluso le nombró ministro del Interior.
A sus 80 años, ya condenado por otros casos anteriores también relacionados con Sarkozy, Guéant no ingresará debido a su avanzada edad.
Hortefeux, el mejor amigo del expresidente, también tuvo una intervención decisiva, aunque el tribunal le otorga un papel secundario, por lo que la pena que le impone es menor, dos años de cárcel que puede ser cumplida en arresto domiciliario con un brazalete electrónico.
La sentencia, que Sarkozy escuchó de pie ante la presidenta del tribunal, le condena por haber «buscado un beneficio en la campaña para acceder a la función presidencial», un delito «particularmente grave» porque «merma la confianza de los ciudadanos en las instituciones» de cuya probidad el presidente es garante, según las leyes francesas.
Los jueces recuerdan también que Sarkzoy ya había sido condenado con anterioridad, lo que agrava todavía más su expediente y justifica en parte que se le impongan cinco años de inhabilitación.
La imagen del expresidente, todavía muy influyente en el campo conservador francés pese a que se mantiene apartado de la primera línea política, sufre un enorme revés judicial, el tercero desde que abandonó el Elíseo en 2012 derrotado por el socialista François Hollande.
Entre febrero y mayo pasados tuvo que llevar un brazalete electrónico después de que el Tribunal Supremo confirmara la condena a un año de cárcel por un caso de corrupción y tráfico de influencias por el que fue sentenciado a esa pena en marzo de 2021, confirmada en apelación en mayo de 2023.
Además, el Tribunal Supremo se pronunciará el mes próximo sobre el recurso que interpuso a la condena a seis meses de cárcel dictada en apelación en febrero de 2024 por la financiación ilegal de su campaña de 2012. EFE
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