La OSCE apela al multilateralismo de Helsinki frente a la política de bloques de Yalta
Luis Lidón
Viena, 5 dic (EFE).- La OSCE ha conmemorado en Viena el 50 aniversario de su nacimiento -gracias al Acta Final de Helsinki- bajo la sombra de las esferas de influencia de Yalta, entre el ideal de un orden basado en normas y la realidad de que grandes potencias como Rusia y EEUU están cada vez menos interesadas en foros multilaterales.
Yalta fue, en 1945, la cumbre en la que Estados Unidos y la Unión Soviética se repartieron de facto áreas de influencia sobre Europa, consagrando una arquitectura del poder en la que las grandes potencias decidían el destino de los Estados más pequeños.
Helsinki, tres décadas después, apostó por otro modelo: allí se plantó la semilla de la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE) en 1975 con un marco común de normas -integridad territorial, inviolabilidad de fronteras, renuncia al uso de la fuerza- aplicables por igual a los entonces dos bloques.
Medio siglo más tarde, la OSCE cierra hoy la celebración de ese aniversario en una reunión ministerial huérfana de los dos países que más la impulsaron: ni Estados Unidos, líder de las democracias capitalistas en 1975, ni la Rusia heredera de la URSS estuvieron representados por sus ministros sino por diplomáticos de segundo rango.
De hecho, las actuales negociaciones de paz entre ambos países, sin contar con Ucrania ni Europa, y su creciente desdén por los foros multilaterales, recuerdan más al mundo de Yalta que al de Helsinki.
La presidenta de la OSCE en 2025 y ministra finlandesa de Exteriores, Elina Valtonen, afirmó ante las delegaciones de 57 Estados que la Organización trabaja en un contexto «excepcionalmente difícil».
«En Ucrania, Rusia está violando cada uno de los principios de Helsinki. Hago un llamamiento a todos para apoyar a Ucrania en la consecución de una paz justa y duradera», dijo, convencida de que la forma en que concluya la guerra «determinará de manera decisiva el futuro de la paz y la estabilidad en la OSCE y más allá».
«Defendamos el orden internacional basado en normas, no sólo con palabras, sino con hechos. Y aseguremos que esta Organización siga siendo capaz, creíble y preparada para responder, hoy y en el futuro», aseguró Valtonen.
Ese llamamiento llega en un momento en que la OSCE atraviesa una crisis profunda por la invasión rusa de Ucrania, que se agudiza porque su sistema de decisión por unanimidad permite que cualquier miembro bloquee avances, lo que ha paralizado en gran parte su funcionamiento.
Tanto la actual presidencia finlandesa como la de 2026, en manos de Suiza, han subrayado la necesidad de mantener a la OSCE operativa para que pueda, llegado el caso, desplegar una misión de vigilancia de la paz si se firma un alto el fuego en Ucrania.
El jefe de la diplomacia ucraniana, Andrii Sibiha, pidió ayer en su discurso una paz «justa, duradera y basada en garantías reales de seguridad», no un nuevo «apaciguamiento» de Rusia.
Y recordó los pactos injustos del pasado que solo condujeron a «nuevas catástrofes,» y evocó directamente los acuerdos de Múnich en 1938, cuando Francia y el Reino Unido aceptaron la anexión de parte de Checoslovaquia por la Alemania nazi.
La Unión Europea y varios países europeos aprovecharon la cita para reiterar sus acusaciones contra Rusia por su agresión a Ucrania y fijar líneas rojas ante cualquier tentativa de paz.
La posición de los países europeos y Canadá se diferenció claramente de la de los EEUU de Donald Trump, que no criticó a Rusia por su invasión de Ucrania y centró sus reproches en la propia OSCE, a la que acusó de desarrollar una agenda «ideológica» por las políticas de asilo o contra el cambio climático.
Así, al conocido veto a numerosas decisiones por parte de Rusia, se ha unido la presión de EEUU, que en la reunión de Viena aseguró que la OSCE se encuentra desde años «a la deriva» y exigió reformas y un recorte de más del 10 % de su presupuesto de alrededor de 140 millones de euros.
De esta forma son justo los dos países, EEUU y Rusia, heredera de la URSS, que estuvieron en el nacimiento de la OSCE, los que ahora, por distintos motivos, parecen más dispuestos a bloquear su funcionamiento. EFE
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