
Las raíces del carnaval de Brasil podrían estar en una celebración precolombina
Redacción Ciencia, 5 feb (EFE).- Hace más de 2.000 años, los pueblos precoloniales de Brasil se reunían en los meses de verano para compartir pescados de temporada y bebidas alcohólicas, unas celebraciones que según los científicos podrían ser la raíz del famoso carnaval de Brasil.
Un equipo internacional de científicos de la Universidad de York (Reino Unido), la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Federal de Pelotas (Brasil) ha llegado a esta conclusión al analizar restos de cerámica de hace entre 2.300 y 1.200 años descubiertos en la laguna de Patos (Brasil).
Estos fragmentos se encontraban en las orillas de esta laguna, donde hay unos montículos de tierra llamados «cerritos», que se fueron construidos por los antepasados de grupos indígenas pampeanos: los charrúas y los minuanes.
Al analizar la cerámica, los investigadores identificaron algunos de los primeros indicios de producción de bebidas alcohólicas en la región, elaboradas con vegetales -probablemente tubérculos, maíz dulce y palma-.
Otros fragmentos de cerámica contenían pruebas de que habían sido utilizadas para procesar el pescado.
El descubrimiento refuerza la creencia de los investigadores de que los pueblos precoloniales podían haberse reunido en torno a los montículos -que tenían un significado simbólico como enterramientos, marcadores territoriales y monumentos- para celebrar banquetes con el pescado de temporada.
Además, un estudio anterior que analizó isótopos de antiguos restos humanos desenterrados en la zona reveló que los habitantes tenían dietas diversas, lo que sugiere que la gente pudo haber viajado a la Laguna desde una región más amplia, tal vez para acudir a una celebración estacional.
Por todo ello, Marjolein Admiraal, del laboratorio de Bioarqueología de la Universidad de York y autora principal del estudio, sugiere que las reuniones en los cerritos eran acontecimientos culturales estacionales importantes, que congregaban a comunidades de distinta procedencia para celebrar la llegada de especies de peces migratorios, como la corvina de boca blanca, cuyo procesamiento requería probablemente un esfuerzo colectivo.
«Vemos ejemplos de estas prácticas en todo el mundo, a menudo relacionados con la abundancia estacional de especies migratorias. Estos acontecimientos brindan una excelente oportunidad para realizar actividades sociales, como funerales y matrimonios, y tienen un gran significado cultural», apunta.
«Nuestros hallazgos, que se apoyan en una combinación de enfoques biomoleculares e isotópicos en el análisis de residuos orgánicos, aportan pruebas convincentes de que estas antiguas comunidades consumían bebidas fermentadas y demuestran que la cerámica desempeñaba un papel crucial en los festines y las actividades sociales», explica la experta.
Además, los investigadores destacan que el estudio arroja luz sobre los modos de vida de estos grupos precoloniales y la importancia de los cerritos y su papel en la vida social y económica.
«Los cerritos son una combinación de lugares rituales y domésticos, y su diseño elevado puede haber estado influido por el entorno local; estos lugares eran probablemente importantes para la gente y elevarlos por encima de la erosión potencial de las aguas altas estacionales los habría protegido», añade Rafael Milheira, de la Universidad Federal de Pelotas.
Para André Colonese, de la Universitat Autònoma de Barcelona, el estudio no solo refuerza el papel de la arqueología molecular para avanzar en el conocimiento, sino que además demuestra la importancia de preservar los sitios como los cerritos que son un patrimonio cultural único. EFE
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