
Lecornu capitula en solo 27 días y se convierte en el primer ministro francés más efímero
Antonio Torres del Cerro
París, 6 oct (EFE).- Sébastien Lecornu, fiel escudero del presidente Emmanuel Macron y conocido por su carácter prudente y discreto, cedió este lunes la jefatura de Gobierno tras apenas 27 días en el puesto, convirtiéndose en el primer ministro francés más efímero de la V República Francesa (desde 1958).
Lecornu, teniente en la reserva de la Gendarmería y atraído en su juventud por la vida monacal, batió el poco honorable récord de brevedad a Michel Barnier, quien fue tumbado en una moción de censura a inicios de diciembre de 2024 tras solo tres meses en el puesto.
Tras la dimisión del hasta hoy primer ministro, ya son cuatro jefes de gobierno seguidos de la era Macron que no llegan ni siquiera al año en el puesto: Gabriel Attal (de enero de 2024 a septiembre de 2024), Barnier (septiembre de 2024 a diciembre de 2024), François Bayrou (de diciembre de 2024 a septiembre de 2025) y Lecornu.
Poco conocido del gran público cuando fue nombrado por Macron el pasado 9 de septiembre, el político centroderechista, de 39 años, dio un portazo de impotencia ante la falta de aliados en la Asamblea Nacional para sacar adelante las cuentas de 2026.
El detonante fue el anuncio de un equipo de ministros, hace menos de 24 horas, que era prácticamente el mismo que el criticado gabinete de Bayrou y que desató la indignación de las fuerzas opositoras.
En su discurso de despedida, justificó su repentina e inesperada decisión porque «no se puede ser primer ministro cuando no se dan las condiciones» para gobernar, a tiempo que dejó críticas al resto de partidos, deplorando «ciertos egos» y «apetitos partidistas».
El antiguo ministro de Defensa había sido elegido por Macron por su capacidad para dialogar con el resto de fuerzas -la Asamblea está fragmentada en tres bloques que se vetan mutuamente (izquierda, centro-derecha y ultraderecha)- y por su supuesta sensibilidad social, por su época como alcalde de Vernon (25.000 habitantes, en Normandía).
Nada de ello se cumplió y Lecornu chocó contra la estrategia partidaria, a menos de seis meses de la municipales y a menos de dos años de la elecciones presidenciales francesas.
Desde que realizase su primera visita a un centro médico de la Francia vaciada, el primer ministro dimisionario tuvo, sobre todo, una actitud de escucha que muchos juzgaron como prometedora, en contraste con la forma de gobernar de Bayrou.
Ni siquiera la abdicación del artículo 49.3 de la Constitución -que le obligaba a aprobar los Presupuestos tras una votación y no por la vía rápida- ablandó los espíritus de la oposición, sobre los del Partidos Socialista (PS), formación en la que Lecornu contaba, pues no veía fiable al ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen.
Entre medias, Lecornu lidió con tres huelgas antiausteridad (el 10 de septiembre, el 18 y el 2 de octubre).
Secretario de Estado para la Transición Ecológica y Solidaria (2017-2018), ministro encargado de las Colectividades Territoriales (2018-2020); titular de Ultramar (2020-2022) y ministro de Defensa (2022-2025), el político treintañero había sido el único en estar en todos los gobiernos macronistas.
El jefe de Gobierno en funciones fue un tránsfuga que se pasó de Los Republicanos (partido fundado por Nicolas Sarkozy) al movimiento centrista de Emmanuel Macron en 2017, debido al caso de corrupción que implicó al entonces candidato de la formación conservador en las presidenciales de ese año, François Fillon.
Macron comenzó realmente a apreciar a Lecornu en la crisis de los ‘chalecos amarillos’, la revuelta popular que, entre 2018 y 2019, sacó a relucir las desigualdades sociales y económicas entre las grandes ciudades francesas y las zonas rurales.
En las reuniones públicas que organizaba Macron en diferentes pequeñas localidades del país para cerrar la crisis, Lecornu le sugirió incorporar en las mismas a los alcaldes y poner a disposición del público un simbólico libro de mensajes donde los ciudadanos podían expresar su malestar.
A partir de entonces, el nuevo primer ministro fue ascendiendo posiciones en los sucesivos Ejecutivos.
El penúltimo puesto que ocupaba Lecornu, el de titular de Defensa en plena guerra en Ucrania, le hizo ganar aún más puntos a los ojos de Macron. La ambiciosa ley que dotará a las Fuerzas Armadas de un aumento presupuestario del 6 % de 2024 a 2030 salió adelante gracias al empeño y la capacidad negociadora de Lecornu.
Monje en un monasterio benedictino
Hijo único de una madre secretaria en un gabinete médico y un padre técnico en una fábrica aeronáutica y aeroespacial, Lecornu nació el 11 de junio de 1986 en Eaubonne, una pequeña localidad de la periferia parisina.
Escolarizado en una escuela católica, estuvo muy cerca de ponerse los hábitos de monje en la abadía benedictina de Saint Wandrille.
Influido por uno de sus abuelos, antiguo resistente contra la ocupación nazi y seguidor del general Charles de Gaulle, Lecornu se afilió al partido conservador UPM (el antecesor del LR) y, con solo 19 años, pasó a ser colaborador parlamentario del diputado Franck Gilard, un récord de precocidad en la época.
Con solo 22 años, integró el gabinete ministerial de François Fillon. Paralelamente y mientras crecía en el UMP, se licenció en Derecho y se hizo oficial en la reserva operativa de la Gendarmería con el grado de teniente. Porque, junto a la vida monacal, la castrense ha sido otra de sus grandes pasiones. EFE
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