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Los iraníes celebran la fiesta milenaria persa Yalda pese a dificultades económicas

Aydin Shayegan

Teherán, 21 dic (EFE).- Los iraníes celebran está noche una de sus fiestas milenarias, la noche de Yalda, que es el antiguo festival del solsticio de invierno que se ha mantenido vivo a lo largo de los siglos y pese a la crisis económica de los últimos años.

En los centros comerciales de Teherán, como Ghaem, en el norte de la capital, se observan decoraciones coloridas y especiales para la noche de Yalda, considerada la más larga del año, y decenas de personas esperan su turno para sacarse fotos con los adornos.

«La celebración de Yalda es un acontecimiento familiar importante que llena de alegría las casas, pese a los desafíos que enfrenta cada uno», comenta a EFE Elham, una joven de 36 años que acompaña a su madre en las compras.

Elham, que trabaja como secretaria en una clínica dental, explica que, pese a las dificultades económicas y la subida constante de precios, para los iraníes es muy importante celebrar los acontecimientos milenarios persas.

«Es nuestra cultura, nuestra identidad», relata con orgullo.

La celebración de Yalda, que coincide con el solsticio de invierno, es una de las más importantes del calendario iraní y se remonta al menos a la época aqueménida (alrededor del año 500 a. C.).

Para los iraníes, esta noche simboliza la lucha entre la oscuridad y la luz y el nacimiento del sol tras el periodo más largo de tinieblas. De hecho, el nombre Yalda, que proviene del siríaco, significa ‘nacimiento’.

Fiesta nacional entre dificultades económicas

En el bazar de Tajrish, a unos metros del centro comercial, la gente compra los alimentos emblemáticos de esta fiesta, en la que los iraníes habitualmente se reúnen en la casa de uno de los mayores de la familia.

Las frutas, como la granada y la sandía, y los frutos secos son los elementos más simbólicos de la fiesta.

La granada ha sido considerada durante mucho tiempo un símbolo de fertilidad, bendición, felicidad y carácter sagrado, y se cree que la sandía protege contra el frío y las enfermedades durante los meses de invierno.

Por ello, y pese a los problemas económicos generados por una inflación superior al 40 %, mucha gente intenta comprar aunque sea lo mínimo para celebrar esta festividad.

Se escucha a la gente discutir con los comerciantes sobre los precios, especialmente de los frutos secos, que se venden a un precio de entre 15 millones y 20 millones de riales el kilo (de 11,53 a 15,38 euros), dependiendo del tipo y la variedad.

«Un kilo de frutos secos me cuesta más del 10 % de mi salario mensual», cuenta con angustia Javad, un trabajador de una estación del metro de Teherán, quien dice que ya no puede darse el lujo de comprar granadas o sandías.

Un vendedor comenta que ha escuchado que en algunas tiendas los frutos secos se venden a crédito para que la gente pueda comprar.

«Hay quienes compran aún pese al alza de precios, pero la cantidad ha disminuido respecto a años anteriores. El precio de los frutos secos se ha duplicado en un año», afirma el comerciante Amir.

Ante la crisis económica, que ha reducido el poder adquisitivo, los vendedores ofrecen porciones más pequeñas de frutas u otros alimentos. Por ejemplo, se puede comprar la mitad de una sandía.

«Voy a comprar un poco de cada uno de los alimentos simbólicos de Yalda para que los niños sientan que es una noche especial», indica Fatemeh, una ama de casa que tiene dos hijos de 7 y 11 años.

«Cuando crezcan, quiero que recuerden esta noche, aunque haya sido sencilla», añade.

A lo largo de los siglos, Yalda ha sobrevivido a imperios, invasiones, cambios religiosos y revoluciones, incluso después de la islamización de Irán, hace 14 siglos, y ha sido transmitida de generación en generación.

Hoy, en un Irán moderno y urbanizado, Yalda sigue siendo un punto de conexión con el pasado y con una identidad que trasciende la política.

Emad, estudiante universitario de 27 años, explica que Yalda recuerda que «incluso la noche más larga termina».

«En un país donde todo parece estancado, esa idea es importante», subraya, y desea que lleguen días mejores para los iraníes, que este año «han vivido la guerra con Israel y están siendo asfixiados por las sanciones».

Así, el joven indica que, más allá de la celebración, Yalda se ha convertido en un acto silencioso de resistencia cultural y evoca un antiguo proverbio persa: «Por muy larga que sea la noche, la luz siempre regresa». EFE

ash/rcf

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