 
Los liberales progresistas ganan las elecciones neerlandesas y desbancan al ultra Wilders
Imane Rachidi
La Haya (Países Bajos), 30 oct (EFE).- El liberal progresista D66, liderado por Rob Jetten, se impuso este miércoles en las elecciones generales de Países Bajos según los sondeos, lo que representa un vuelco político que pone fin al dominio parlamentario del ultraderechista Geert Wilders y abre la puerta a una coalición de gobierno negociada entre partidos moderados.
El avance de D66 es generalizado: el partido habría arrebatado votos a casi todas las grandes formaciones, sobre todo al bloque de ecologistas y socialdemócratas GL-PvdA, pero también al liberal VVD, al centrista NSC y a la extrema derecha de Wilders.
Con esto, D66 logra el mejor resultado de su historia y se consolida como la primera fuerza del país, un desenlace impensable hace apenas unas semanas, cuando era Wilders quien encabezaba las encuestas.
Según el sondeo a pie de urna, que cuenta con un margen de error de uno o dos escaños, D66 obtendría 27 de los 150 asientos del Congreso, y el PVV de Wilders, en cambio, sufre una fuerte caída: pierde 12 escaños, pasando de 37 a 25, y deja de ser el mayor grupo parlamentario. “Hemos tenido una pérdida importante”, reconoció el ultraderechista, aunque prometió “seguir en la política hasta los ochenta años”.
Wilders atribuyó su retroceso a la estrategia de aislamiento de los demás grandes partidos, que descartaron públicamente pactar con él durante la campaña. “Muchos votantes pensaron que, si nadie quiere gobernar con el PVV, mejor apoyar a otro partido”, justificó ante la prensa.
Entre las formaciones tradicionales, el VVD liberal, liderado por Dilan Yesilgoz -sucesora de Mark Rutte-, resistió la ola de castigo a los partidos que formaron la coalición que ahora gobierna en funciones. Se quedaría con 23 escaños, uno menos que antes, mientras que el bloque GL-PvdA, encabezado por Frans Timmermans, cae de 25 a 20 y se sitúa en cuarto lugar.
Timmermans, que renunció en 2023 a su cargo como vicepresidente de la Comisión Europea para volver a la política neerlandesa, asumió la responsabilidad de la derrota y anunció su dimisión inmediata. “Estoy profundamente decepcionado. No he logrado persuadir a la gente, y por eso doy un paso atrás para dejar espacio a una nueva generación”, declaró por sorpresa ante sus simpatizantes.
El panorama se completa con un fuerte ascenso del partido democristiano CDA, que pasa de 5 a 19 escaños, y del euroescéptico JA21, que sube de uno a nueve. La extrema derecha de Foro para la Democracia (FVD) gana tres y alcanza los seis, mientras que el movimiento campesino BBB cae de siete a cuatro, y el Partido Socialista (SP) baja a tres.
El centrista NSC, que irrumpió con fuerza en las anteriores elecciones con veinte escaños, desaparece del Parlamento según la proyección.
Como es habitual en Países Bajos, ningún partido obtiene una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Según los resultados provisionales, será necesaria una coalición de al menos cuatro formaciones para alcanzar los 76 escaños que marcan la mayoría absoluta.
En su discurso tras conocerse los datos, Rob Jetten proclamó la “victoria del optimismo” y pidió “formar un gobierno estable y ambicioso desde el centro” que ponga fin a “la política del odio y el negativismo”.
“Hoy millones de neerlandeses han dicho adiós a la política del miedo y han elegido las fuerzas positivas”, declaró el líder de 38 años, que se perfila como el principal aspirante a primer ministro de Países Bajos. “Hace apenas dos semanas teníamos doce escaños en las encuestas, y hoy podríamos ser la mayor fuerza del país. Es un resultado histórico”, añadió.
Jetten destacó que el mensaje de los votantes es claro: “Los neerlandeses han pedido estabilidad, cooperación y ambición desde el centro”. El dirigente abrió la puerta a negociar con varias fuerzas, entre ellas el VVD, el CDA y el bloque GL-PvdA, para articular una coalición “capaz de responder a los retos sociales y climáticos” de Países Bajos.
Con los resultados oficiales aún por confirmarse, Países Bajos sigue atrapado en su tradicional fragmentación política, con un electorado volátil que castiga a los extremos sin abandonarlos del todo y un sistema que obliga a pactos amplios entre fuerzas ideológicamente dispares. EFE
ir/ahg/sbb
(foto)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
