
Montería, la ciudad colombiana que hizo las paces con el río que la atraviesa
Carla Samon Ros
Montería (Colombia), 25 sep (EFE).- El río Sinú ha trazado la historia de Montería. Hace un siglo, en sus orillas atracaban barcos con sal y telas de Cartagena, pero desde 1950, con la modernización y las carreteras, esta ciudad del norte colombiano le dio la espalda al río y su ribera pasó de ser motor de vida y dinero a un lugar temido.
«Era como algo viviente de los indigentes, muy difícil pasar por ahí por miedo a ser atracado», recuerda Lino José Pérez, que desde niño se gana la vida cruzando de lado a lado del Sinú a pasajeros y cargas en unas embarcaciones llamadas ‘planchones’.
Pérez nació hace 46 años en la orilla izquierda del río, un sector históricamente excluido, hasta que Montería volvió a abrazar el agua y la transformó de frontera en puente.
Ese renacer tomó forma con la llamada Ronda del Sinú, un parque lineal que desde 2005 serpentea casi cuatro kilómetros de ribera y se presenta como el más grande de Latinoamérica.
«Es mucho más que un parque, es un símbolo de reconciliación entre Montería y sus ríos, es motor de economía, de turismo y cultura», dice el alcalde, Hugo Kerguelén, que en agosto fue anfitrión del River City Global Forum, una cumbre mundial sobre ciudades atravesadas por ríos.
Kerguelén destacó que la Ronda es fruto de muchas administraciones y anunció que en el primer trimestre de 2026 se pondrá en marcha el piloto de Businú, el primer ‘autobús’ de transporte fluvial público sobre el río.
Del sueño a la obra
El Sinú, que en lengua de los indígenas zenúes significa «bellas tierras de aguas encontradas», nace en las alturas de Antioquia y desemboca en el Caribe, bañando en su recorrido el departamento ganadero de Córdoba y Montería, su capital.
En las tardes, los monterianos se refugian del calor bajo las palmeras de la Ronda, en la margen derecha del río, que acoge dos de las doce comunas de la ciudad. Turistas fotografían iguanas y atardeceres, mientras niños juegan en zonas recreativas y jóvenes pasan en bicicletas y patines.
Sobre las aguas color fango del río flota una estructura metálica azul: es una de las 15 estaciones que tendrá Businú para conectar el centro de la ciudad con las zonas rurales, que abarcan el 98,5 % del municipio y dan refugio a casi una cuarta parte de la población de Montería.
Hoy son tres las estaciones terminadas y hay dos embarcaciones en construcción, que tendrán una capacidad para 32 pasajeros, aire acondicionado y un sistema dual que combinará energía solar y combustibles limpios. La meta, dijo Kerguelén, es iniciar pruebas de navegación en diciembre.
El proyecto de Businú comenzó en 2019 pero la pandemia lo frenó y, al retomarlo, los costos subieron, lo que obligó a reducir el plan de cuatro a tres embarcaderos.
«Lo que inicialmente costaba 10.000 millones de pesos (unos 2,6 millones de dólares) terminó costando dos veces esa cantidad», explicó Kerguelén, ingeniero civil y ambiental de formación.
En paralelo, Montería avanza en otros proyectos como la señalización del río, la construcción de un tercer puente vehicular y la recuperación de unas antiguas lagunas de oxidación como un parque urbano que Kerguelén llama el futuro «Central Park del Sinú».
Su primera fase cubrirá 12,8 hectáreas con una inversión de 22 millones de dólares, y el «plan maestro» quedará listo para que las próximas administraciones lo amplíen hasta 30 hectáreas, dijo el alcalde.
De dividir a unir
Cuando el exministro de ambiente Carlos Eduardo Correa asumió la alcaldía de Montería en 2012, el tratamiento de aguas residuales era uno de los principales desafíos.
El Sinú era «las cloacas de la ciudad», dijo durante el River City Global Forum: recibía más de 380 kilos de basura diarios y la mitad de las aguas negras. A esto se sumaba la exclusión del margen izquierdo del río, donde vivía un cuarto de la población y surgió incluso un movimiento separatista.
El río «nos tenía divididos completamente», afirmó Correa. Su administración y las que siguieron llevaron una sede de la Alcaldía a ese lado izquierdo donde también extendieron la Ronda, esfuerzo que continúa Kerguelén con una inversión de cuatro millones de dólares.
Hoy Montería «es una sola» ciudad, dice Pérez, mientras cruza en pocos minutos los 160 metros de ancho del Sinú en su planchón de madera con diseño de corral, asegurado a un cable de acero.
Desde su embarcación, Pérez observa la estación azul del Businú y comenta que, aunque este recorrerá el río a lo largo y no a lo ancho, le preocupa que pueda restarle clientes entre turistas. «Esperemos para ver qué sucede», dice. EFE
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