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Nasrala, el líder de Hizbulá aún omnipresente un año después de su muerte

Noemí Jabois

Beirut, 26 sep (EFE).- Ya ha pasado un año de la muerte de Hasán Nasrala en un bombardeo israelí contra las afueras de Beirut, pero el que fuera secretario general del grupo chií Hizbulá durante más de tres décadas aún monopoliza desde los carteles en sus zonas de influencia hasta las consignas que se escuchan en sus eventos.

El rostro del clérigo, asesinado por bombas antibúnker en un piso menos doce el 27 de septiembre de 2024, acompaña cualquier viaje al sur del país desde enormes imágenes que flanquean la autovía o el día a día en los suburbios capitalinos, desde fotografías levantadas en rotondas y negocios particulares.

El grito a ‘A tu servicio, Nasrala’ se cuela en protestas contra el desarme de Hizbulá o celebraciones por el fin de la guerra en Irán, recordando que ni su sucesor Naim Qassem ni ningún otro líder han podido calar como lo hizo este exjefe considerado carismático hasta por sus enemigos.

Un mausoleo improvisado

Nasrala, que tomó las riendas del movimiento chií en 1992 después de que su predecesor, Abbás al Musawi, pereciera en el ataque de un helicóptero israelí en el sur del Líbano, está enterrado en el mismo extrarradio beirutí donde le alcanzaron las bombas israelíes hará mañana un año.

Su tumba preside el centro de un santuario simple, decorado con simbologías chiíes y un mensaje en su propia escritura. Varias mujeres lloran agazapadas sobre la lápida, dividida en dos mitades por una cortina que ayuda a dibujar un espacio separado para cada género.

«Dadas las circunstancias de la guerra, se pospuso la construcción de un edificio permanente para priorizar la reconstrucción de las casas destruidas por la agresión israelí», explica a EFE el responsable de comunicación del mausoleo, Diaa Abou Taam.

«Mientras tanto, se construyó un santuario en tan solo alrededor de una semana, incluida la preparación del terreno, para proporcionar un espacio sagrado en el que la gente se pueda congregar, guardar el luto y presentar sus respetos», agrega.

El líder de Hizbulá reposa aquí desde el pasado febrero, cuando finalmente tuvo lugar su funeral oficial, casi tres meses después de que un alto el fuego con Israel frenara la intensa campaña de bombardeos que había convertido este suburbio en una región completamente fantasma.

Desde su apertura, el mausoleo ha sido sometido a «continuas mejoras y desarrollo», subraya Abou Taam, al estimar en unas 5.000 el número de personas que pasan diariamente por estas instalaciones. Afirma que la afluencia sube en fechas destacadas como la festividad chií de Ashura y que los simpatizantes acuden desde todas partes del país.

Una operación compleja

Frente al santuario, tres generaciones de una misma familia se preparan para emprender su viaje de regreso al oriental Valle de la Bekaa tras visitar la tumba de Nasrala, como hacen cada vez que se desplazan hasta la región capitalina.

«Hemos visitado este sitio más de 10 o 15 veces desde el momento en que el mártir se fue, todos le queremos y sentimos que es como nuestro padre (…) Somos de la Bekaa, pero vinimos aquí al aeropuerto y pasamos a visitarle antes de volver a casa», comenta el padre a EFE.

El hombre, que prefiere mantener el anonimato, dice no encontrar «palabras» para describir lo que el clérigo significa para ellos y mantiene que muchos seguidores todavía no han «procesado» su fallecimiento aquella tarde de septiembre en que las bombas antibúnker hicieron temblar todo Beirut.

Precisamente, el diario israelí Yedioth Ahronoth reveló estos días nuevos detalles sobre la operación que acabó con su vida: efectivos del servicio de inteligencia Mossad se habrían infiltrado en el suburbio beirutí en medio de fuego amigo para colocar aparatos que ayudaron a los cazas a alcanzar su objetivo con precisión.

Según su versión, el comando israelí pudo dejar los sistemas en un edificio que se erigía sobre el búnker donde Nasrala se iba a reunir con el comandante de las Fuerzas Quds iraníes para el Líbano, Abás Nilforoushan, y el alto mando de Hizbulá Ali Karaki.

Nacido en 1960, el jefe histórico de Hizbulá no había aparecido en público en una década y pronunciaba sus discursos en diferido desde ubicaciones desconocidas para eludir cualquier potencial intento de asesinato por parte de Israel, sobre todo tras la guerra de 2006 entre ambos.

«Sayyed Hasán Nasrala es recordado como un líder que dedicó su vida a defender a su nación, a su gente y la causa de Palestina. Su liderazgo durante los tiempos de guerra, su perseverancia y su profunda conexión con la gente le distinguieron como una figura tanto de resistencia como de fe», concluyó Abou Taam. EFE

njd/cgs/alf

(foto)(vídeo)

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